CAPITULO 2 ANUK Continuación (3)

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De vez en cuando al despertarse, Anuk podía recordar prácticamente todo lo que había soñado, ese día lo recordaba todo. Había soñado con las profundidades del mar, pero allí en vez de oscuridad había encontrado una luz que manaba de forma poderosa de las profundidades, tal vez Aton le estaba advirtiendo de su poder y le estaba indicando que no era bueno separarse del camino trazado, o tal vez esa luz, era precisamente todo lo contrario, un verdadero rayo de esperanza. Sea como sea esa luz había guiado el descanso de Anuk y cuando se levanto, sintió su cuerpo liviano y grácil. Todo estaba dispuesto, las esclavas que estaban asignadas a su cuidado y aseo personal se esmeraron como nunca en proyectar sobre ella todos sus conocimientos en la materia, Anuk hoy desafiaría a todos los sentidos de cada una de las personas de la gran sala de recepción, y no iba a fallar, estaba convencida de ello.
Anuk pidió esta vez que sus ojos de un intenso color violeta destacaran aun más si cabe. Para los egipcios, era muy importante resaltar la belleza, y perfilar el contorno además tenía un fin aséptico. Lo empleaban para prevenir enfermedades oculares , como repelente de moscas y para evitar en mayor o menor medida el reflejo del sol. Pero Anuk buscaba en ello algo más tradicional, algo ahora prohibido y era su manera de representar a Horus, esta vez necesitaba toda la protección mágica que pudiera tener y más si cabe.

Una vez terminado el proceso de maquillaje de todo su cuerpo, , la joyería y el lino harian el resto. Anuk ya estaba preparada para romper voluntades, los cuidados de Kairka habían dado resultado y notaba su tobillo fuerte y descansado. Faltaba poco para que anunciaran el inicio de la recepción cuando Anuk escucho una fuerte discusión en el pasillo central cerca de sus aposentos, su natural curiosidad la forzó a salir de su instancia y escuchar con mas atención.

-Puta vieja aquí debes someterte a la voluntad de Aton, arrodíllate – había gritado un fornido guardia mientras zarandeaba a una mujer de edad avanzada que trataba de no caerse al suelo.

-¡Guardia!, deberías preocuparte más por tu primo Semenra, al que has dado cobijo en tu casa, y es el que manda a tu mujer arrodillarse para tomarla todas las noches mientras estas tu aquí perdiendo el tiempo en palacio, defendiendo la palabra de un maldito transgresor, así pues , ¡ arrodíllate tu!. ante la oscuridad – la voz salió de un joven encapuchado, que ayudo a recobrar el equilibrio a la anciana. El guardia empezó a sollozar y fue incapaz de contestar al joven, que paso a su lado sin inmutarse.
Anuk se tapo con las manos la boca para evitar soltar un grito de terror. La voz de aquel joven había penetrado en su corazón violentamente, el vello se le había erizado no puedo evitar derrumbarse y acurrucarse en esa misma esquina, estaba realmente asustada. Cerro los ojos y escucho lejanamente la voz de su Tyaty, eso la tranquilizo, aunque en su voz notaba hostilidad hacia los tres sacerdotes, la tensión en el ambiente parecía que se relajaba. Anuk se puso en pie e intento atravesar el pasillo sin ser vista, estaba a punto de conseguirlo, cuando una voz de un anciano, la detuvo.

-Disculpe señorita, ¿sabe donde se ubica la sala de recepciones?
Anuk se giro muy despacio y vio frente a ella a tres encapuchados, dos ancianos, un hombre y una mujer y tras ellos un joven. Anuk trago saliva y miro fijamente al anciano, mientras sonreía e intentaba que todo pasará más deprisa, era incapaz de articular palabra alguna, en ese momento, la voz de un soldado la saco del trance.
-Viejo! Apresúrese no tenemos toda la noche, y no hable con la bella Anuk, está prohibido.

Anuk se quedo inmóvil como una estatua, algo pasaba en el aire, una presencia que embotaba sus sentidos, las sombras parecían bailar en torno a las antorchas que iluminaban el pasillo del palacio, su corazón empezó a latir con más fuerza y Anuk, apretó los ojos , los apretó deseando abrirlos y que esa sensación hubiera pasado, pero no fue asi, y cuando abrió los ojos, se encontró con el rostro del joven sacerdote iluminado parcialmente por la luna, sus facciones eran casi perfectas y su pelo era rojo como el fuego, pero Anuk no encontró la calma deseada en su rostro, ya que por un instante creyó, ver como unos hipnóticos ojos dorados de serpiente desnudaban su alma y la llenaban de frio..