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Capitulo 19. Dos amigos

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Después del profundo dolor, vino el terrible silencio del final. Los cuerpos de las princesas ya descansaban en las cámaras funerarias. Había sido un trabajo duro y arriesgado, pero parecía que los dioses habían dado su beneplácito al valor de Kairka, un valor que ahora mismo era una de las mejores armas de los rebeldes de palacio. La ceremonia se había llevado es la más pura intimidad, el faraón regente y su esposa, habían rehusado asistir, porque preferían el calor de los acólitos de Atón en estos momentos de dolor. Así pues Kairka tuvo que llorar a las hijas del faraón como si fueran suyas y no encontró ayuda ni consuelo en nadie, que no fueran sus esclavos más allegados , o la aptitud siempre voluntariosa de Seti, el cual nunca le había fallado. A veces un funcionario como Seti, era lo más adecuado, hasta para llorar en su hombro.

Kal -el , quería distracción por eso había escogido para el ejercicio de infiltración a un experto militar como Alkair y a un hombre importante y respetado como Kairka, que llegado el caso podría poner cualquier pretexto a su estancia en esa zona vedada de palacio. La noche se había unido como fiel testigo de sus actos, dándole si cabe más dramatismo a la escena. Con la mente todavía embotada por las sensaciones del ritual de embalsamiento, Kairka busco el consuelo, en el anhelo de su familia, aunque últimamente se había empezado a distanciar mucho de ellos, tal vez porque era el más consciente de que el peligro de una muerte real, era cada vez más inminente. Evoco aquellos años donde había visto crecer a sus hijas, y el recuerdo del día que celebro junto a su esposa su ascenso a medico real, todo ello lo recordó con avidez, pero de forma muy rápida, casi como si fuera una fuerte dosis de recuerdos inyectada a presión en sus venas. Kairka deseo que esa no fuera la última vez, deseaba poder volver a abrazar a sus hijas y a su esposa, y decirles todas las cosas que se había guardado durante estos años. Alkair por el contrario mostraba un semblante serio, había sido desplazado y quería recuperar su honor aparentemente perdido. Aunque el faraón había rectificado, la degradación publica a la que había sido sometido con la llegada del mago, era un trago difícil de pasar para un hombre de su carácter. Esa falta tenía que desaparecer y solo podía caer en el olvido, saliendo airoso de las tareas que le había encomendado Kal-el, la primera quizás la más arriesgada de todas.
El camino estaba iluminado por el fuego de las antorchas que daban un aspecto siniestro a las perfectas y cuadriculadas calles de la ciudad maldita, moviéndose como lo harían dos cazadores en busca de su presa los amigos se acercaron a la zona de perímetro acotado por las fuerzas del mago, que guardaban con extremo cuidado y mucho celo lo que pasaba tras sus puertas.

Los guardias estaban perfectamente entrenados, y en el tiempo que estuvieron observando comprobaron que se coordinaban entre ellos perfectamente. Los cambios de turno eran perfectos, el control de la gente que entraba y salía era férreo, allí no valía de anda la fama o la reputación de uno, si no era bien recibido. Alkair le propuso a Kairka, esperar una noche más, tal vez infiltrarse con los cocineros, sin duda los que más entraban y salían de la zona acotada. Aunque el tiempo era vital para llevar a cabo la misión con éxito, parecía lo más sensato una vez analizada la situación.

-Mañana nos infiltraremos con los esclavos, además el acceso desde las cocinas inferiores, será más fácil, me he dado cuenta que muchos de ellos a determinadas horas, parar para hacer una oración a Atón, ese será el momento, dijo Alkair, mientras buscaba con los ojos un lugar cercano y seguro entre los techos de las casas de la gran avenida.

- Espero que sepas lo que estás haciendo, si nos descubren estaremos totalmente expuestos, dijo Kairka mientras sacaba una pequeña daga de debajo de su manto.

- Esperemos que no tengas que usar esa mortífera arma, Kairka, no soporto ver tanta sangre, dijo Alkair, mientras sonreía para restar gravedad a los acontecimientos.

Treparan hasta un tejado cercano y desde allí estuvieron largo rato en silencio observando. El siguiente paso sin duda seria contactar con Seti, que últimamente andaba enredando sobre las tradiciones y costumbres de los esclavos hebreos, algo que sin duda era normal en el por su increíble ansía de conocimiento, peor que esta vez se estaba tornando obsesiva en su búsqueda de alguien o de algo relacionado con ellos. Si conseguían que centrara su atención en ellos , entonces tal vez, Seti podría ayudarles a ocupar el puesto de alguno de los esclavos que estaban a su servicio.

Pronto llegaría el amanecer y con el , el gran día, Kairka y Alkair necesitaban dormir, así que volvieron apresuradamente a palacio, contactaron con Kal- el y le contaron su plan. Una vez elegido el camino de la sutileza, cualquier plan parecía sensato, Alkair miraba a su Tyaty con resignación, el esperaba sin duda un ataque frontal, sin salidas nocturnas, ni subterfugios, pero Kal- el había elegido otras sendas que recorrer, esperando sin duda que su buen hacer tuviera una recompensa a la altura de su paciencia.

Kal- el capitulo 18

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Kal -el había contenido con gran éxito los primeros envites del mago, gracias a la ayuda de sus compañeros más queridos y a las oscuras fuerzas de la noche. Habia rescatado a su viejo compañero del cautiverio y Kairka se encontraba escondido en los aposentos del propio Tyaty. Esa mañana se levanto y Ordeno a varios esclavos que trajeran los cuerpos de las difuntas princesas para poder terminar con su delicado trabajo de embalsamación . Si bien hacer eso podría ser un acto totalmente inadecuado, la necesidad apremiaba, y Kairka se había consagrado a los dioses, si fallaba, los pecados de su corazón pesarían como un bloque de piedra de las pirámides, si por el contrario mostraba su verdadera e inquebrantable fe por los dioses antiguos, tal vez su corazón seria liviano como una pluma al viento. Kal- el admiraba a Kairka por su férrea voluntad y su minuciosidad en el trabajo, aunque aveces no comprendiera que hay cosas que nunca volverían a ser iguales, nunca.

Mientras tanto, la seguridad se había redoblado y el propio Alkair estaba haciendo guardia en la puerta, las espadas estaban por todo lo alto, y Kal- el había decidido aislar parte de palacio de la influencia del mago. Kal- el mando cambiarse de instancia a Seti y le reubico cerca de él. En su puerta también puso una seguridad extra. La intención de la seguridad que habían creado Kal-el y Alkair, dejaba también bajo su protección a la Casa Jeneret. Nadie podría llegar allí sin tener antes que burlar la férrea defensa de la guardia personal del tyaty, que en estos momentos alcanzaba ya las cuatro docenas.

Las fuerzas de Henutsen habían quedado muy mermadas y se dedicaban a intentar aislar al faraón de los consejos de su tyaty. Pero Seti tenía perfectamente controlados los canales de información y los mensajes llegaban sin problemas a Akenatón. El incidente con Kairka no le preocupaba en exceso al bueno de Kal- el, ya que sabía que tanto Seth como Kore, podían manipular los recuerdos de todos los implicados. Todo parecía funcionar a la perfección asi que era el momento de darse un respiro y revisar juntos a sus compañeros los nuevos pasos a seguir.
Aprovechando que Henutsen había salido con el faraón hacia el templo de Atón, Kal –el completo la defensa de sus dominios. Dejo establecerse cerca de palacio a dos tribus nómadas, famosas por integrar entre ellos a los mayores espías y mejores asesinos de todo Egipto. El joven tyaty los recibió con grandes honores y les agasajo con víveres y pequeños enseres con los que luego podrían hacer trucaje. Este golpe sin duda era definitivo, para aislar al mago, que aunque tenía un gran número de hombres a su servicio, quedaba prácticamente excluido de palacio. Si bien seria un duro rival en las calles y en su feudo principal, el gran templo de Atón, en palacio, su poder había sido reducido a poco más de tres habitaciones y el pasillo que conducía a la puerta sagrada del disco solar, por la que se iba al templo.

Los días se sucedieron, y en poco tiempo el palacio estaba perfectamente dividido. Más de tres cuartas partes estaban bajo el control de Kal- el, y apenas había habido incidentes en ellas dignos de mención. Lo que ocurría bajo el dominio de Henutsen era más problemático, sus entradas y salidas con el faraón en mitad de la noche, eran significativas. La información que había conseguido Seti, era que los hombres del mago habían introducido un sarcófago en palacio y lo habían depositado en le templo de Atón. El sarcófago tenía signos de procedencia babilónica y estaba siendo cuidado con un gran celo.

La situación apenas había variado. Kal –el tenia acceso al faraón, pero los hilos de corrupción tejidos por Henutsen ahora apuntaban a Nefertiti.

Kal –el ordeno llamar a Alkair y al bueno de Kairka para pedirles un favor, tal vez demasiado para sus compañeros ya visiblemente fatigados con la situación, pero esta vez la premura y el buen hacer de sus dos viejos amigos, eran la llave para dar un golpe definitivo.

Capitulo 17 Cuentos del paraíso azul 3

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Athan había conocido a la que sería su esposa cuando los dos eran apenas unos niños. Su padre era un afamado músico de palacio, y dedico mucho esfuerzo destinado a que su joven hijo también se formase en el arte de Melpómene. Los enamorados crecieron juntos ignorando los peligros de un mundo que estaba despertando. Los padres de la joven proclamaban que su hija era un regalo de los dioses antiguos y la habían llamado Astra. Las familias habían acordado que cuando los dos llegaran a la mayoría de edad se unirían en matrimonio. Quedaban apenas unos meses para el enlace y el joven Athan se encontraba de vuelta a su hogar, después de una larga estancia actuando para el rey de Heraklión en las fiestas en honor a Europa. La noche era muy calurosa en alta mar y el joven apenas conseguía dormir veinte minutos seguidos. Así que decidió subir a cubierta esperando encontrar algo de brisa fresca. Ya se veían a lo lejos las luces de Thera, pronto regresaría a casa. Fue entonces cuando Athan se percato que había alguien más estaba en cubierta, un misterioso joven que había estado todo el viaje en la bodega.

-¿Tu tampoco puedes dormir “errante”? – Athan se acerco junto a él y le ofreció un vaso de agua.

- Voy a reunirme con alguien al que no veo desde hace mucho tiempo, y tampoco puedo dormir, debe ser que estoy algo nervioso.

- Mi nombre es Athan , hijo de Tethis y de Critias. Soy músico y pronto un hombre felizmente casado,¡oh, que ganas tengo de volver a mi hogar y poder estar junto a ella!. Te he estado observando y apenas has hablado con nadie, allí abajo solo. Perdona que sea tan impulsivo, pero es que me caíste muy bien desde que te vi.

- Tú también me caes bien. Conozco bien a tu familia a tus padres y a tus hermanos, sois buena gente, por eso decidí embarcarme con vosotros, porque sabía que sería una travesía agradable y segura. Las cenas han sido muy amenas con vuestras danzas y cánticos y las mañanas, bueno las he pasado durmiendo, pero como ya le dije a tu padre, tengo el habito de trabajar por las noches y me molesta la luz del día. Tal vez sea un castigo de Apolo, que se yo.

-¿sabes qué?, creo que deberías asistir a nuestra boda, seguro que también eres del agrado de Astra, por favor honrarías a nuestra familia con tu presencia, ¿lo harás?- Athan parecía entusiasmado.

- Lo haré si así lo deseas. Será para mi un honor que me invites a tu casa y me abras las puertas.

Pasaron tan solo unas horas y el barco llego a puerto. Allí fueron recibidos con los más altos honores y se les escolto hasta palacio. Ante ellos se encontraba la bella ciudad de Akrotini, rica por los bellos frescos de sus casas, que sin duda revelaban el alto nivel de vida de sus habitantes. El arte y concreto la pintura eran una perfecta unión allí. Los frescos abarcaban una amplia gama de temáticas, desde la representación de la vida cotidiana marítima, pasando por la representación floral de la zona, y los deportes cotidianos, hasta las más bellas y enigmáticas representaciones geométricas A los ojos de Athan y los demás habitantes nativos era una señal de la originalidad y la prosperidad de Thera, para los ojos cansados de un errante ser con el alma embriagada por la venganza, solo eran ecos de un mundo que ya no existía. Los azules de las pinturas, típicamente egipcios y el uso del lapislázuli, las representaciones de animales marinos, concretamente delfines, y el acabado final también estaban en clara armonía con la creciente cultura de otra isla cercana que estaba a la vanguardia del nuevo mundo, la isla de Creta. Todas estas conexiones conviertan a Thera en la punta de lanza de un nuevo mundo, un mundo que había nacido para morir abruptamente.

El gobernante de la cuidad, conocido como Atlas, había dirigido sus destinos con mano de hierro durante los últimos veinte años. Todo el mundo decía que estaba tocado por los dioses, pues su fuerza y su juventud, parecían no menguar ni un ápice con el paso del tiempo sino todo lo contrario cada día se acentuaban más.
El reencuentro entre Astra y Athan se produjo cerca de las murallas de Akrotini, se abrazaron y se besaron como si no existiera el mañana. Durante largo tiempo estuvieron charlando y riendo, rebosantes de felicidad. Tenían una gran cantidad de planes por delante, el más inmediato viajar a conocer las maravillas de Egipto, el siguiente intentar formar una familia. Descendieron por la ladera cogidos de la mano, ajenos al terrible acontecimiento que iba a producirse.

Pasaron unos días, y el gobernante Atlas ordeno a la familia de Athan amenizar una fiesta en honor a Poseidón. Sin duda era un acontecimiento social muy importante, acudieran las familias nobles y las más adineradas de la zona, básicamente los grandes comerciantes de cerámica, trigo, cebada y sus los selectos maestros que cultivaban las apreciadas uvas negras.

La fiesta comenzó como las anteriores, los hombres mostraron sus mejores galas, mostrando sus largos cabellos y sus pieles bronceadas. Las mujeres lucían cuerpos de piel más blanca y cubrían sus cuerpos con largas faldas y ropas decoradas con rayas de colores. Atlas tenía una corte de sacerdotisas a servicio y aunque adoraban a los dioses marinos, el culto palaciego estaba destinado a una deidad traída por el gobernador, el “Gran lobo negro “.

Athan cantó las grandes victorias de Atlas y recordó como la civilización había encontrado una luz en la oscuridad, esa luz era Akrotiri y sus habitantes los elegidos para una nueva forma de entender la vida. Después de su épica actuación saludo a sus familiares y allegados y reparo en que el joven de cabello rojo también estaba en la sala. Se acerco a el para saludarle y para presentarle de manera mas formal a su prometida y a su hermanos.

-Bienvenido, espero que hayas disfrutado de la actuación. Athan asió del brazo con delicadeza a la bella Astra y la invito a presentarse.

-Me ha encantado Athan. Así que tu eres la bella Astra, ahora entiendo porqué este maestro de la música consigue su inspiración, rivalizas con las musas, de eso no hay duda.

- Gracias joven viajero. Athan no me ha dicho tu nombre, cuando se refiere a ti te llama “ el errante”, pero seguro que tienes un nombre menos misterioso- dijo Astra mientras hacia una gentil y divertida reverencia.

- Mi nombre no es importante, algunos me llaman Seth, pero un hombre no se define por su nombre, sino por sus actos. Seth sonrió y disculpo ante la pareja, tenia asuntos pendientes que tratar. Antes de irse les deseo una vida prospera juntos y la bendición de una gran familia.

Sin duda “el errante” tenía otro propósito. Alli frente a el volvía a estar uno de sus ancestrales enemigos, si bien fue solo un soldado dirigido por otros seres más poderosos, no dejaba de ser alguien que tenía su nombre escrito en piedra en los pasos de la venganza de Seth. Ahora el bravo guerrero venido del norte se hacía llamar Atlas, tomando el nombre del titán que sujetaba la bóveda celeste, pero su verdadero nombre era Ragnar, en tiempo un antiguo rey de las tierras de Hiperbórea. Seth no quería actuar a la ligera. Sabía que el viejo gobernante contaba con los dones de la noche de su lado, era una poderosa criatura que llevaba milenios alimentándose de la sangre de los más fuertes guerreros y de las más temibles bestias. Asi pues se dedico a observar con cautela a su enemigo, sin duda buscando una rutina en su comportamiento o algún vicio en su alimentación, algo que le llevaría semanas.

Pasaron tres semanas y llego el esperado día del enlace. Athan y Astra se unieron en matrimonio en una ceremonia en el templo de Poseidón, que coronaba el punto más alto de la isla. Acudieron invitados desde todos los puntos de las civilizaciones conocidas. Los gobernantes de las grandes polis griegas, del glorioso Egipto y de Mesopotamia también se unieron, y no faltaron los misteriosos hombres de Thartessos. La tradición dictaba que la gran fiesta tras el enlace durase una larga semana. Pero los gobernantes foráneos abandonaron la isla apenas unos días después, sin duda, el tiempo suficiente para que Atlas hubiera dominado sus mentes a placer y también hubiera tomado esa sangre real que tanto le saciaba. Le gustaba alimentarse de la realeza humana le producía un placer inmenso. La gran ventaja de alimentarse de humanos era que una simple orden era suficiente para hacer olvidar el trance angustioso del mordisco. Muchas veces después de haberse alimentado de sus presas, Atlas solía introducir en sus mentes recuerdos placenteros de orgias, o ensoñaciones, que hacían que los que habían sido mordidos no solo olvidaran el trance, sino que ese vacío en su memoria fuera un “recuerdo” agradable que no sabían explicar muy bien.
Seth se había dado cuenta de la afición desmesurada por la sangre real de Atlas y había encontrado su punto débil. Se había estado dejando ver por palacio y sin duda había dejado caer la información necesaria a los espías del gobernante de que el era un joven príncipe de Thartessos que era “especial”. En poco tiempo, Atlas había recibido esa información y ansiaba beber la sangre de un joven vampiro de la realeza, asi que no fue Seth el que buscó y prepara el encuentro, sino que el mismo Atlas fue el que una noche salió tras el.

Asi fue como en la quinta noche de celebración, Seth se reunió con Atlas, que sin duda había olvidado quien era Seth. Estuvo todo la noche jactándose de su poder y no oculto sus deseos de probar su sangre. Seth fingió ser un vampiro neófito, y sonreía y decía sentirse alagado por tan alto honor, mientras luchaba con su lado más salvaje para no saltar sobre el y desmembrarlo a dentelladas. Según iba pasando la noche, la insistencia del gobernante fue mayor, y Seth accedió a sus deseos. Vertió en una gran copa dorada su sangre y le entrego la copa al ansioso Atlas, que la apuro de un solo trago. La sangre de Seth en sus venas fue un estallido de placer tan inmenso que Atlas perdió hasta la noción del espacio y del tiempo. Cuando se hubo recuperado, su abotagada mente comenzó a despertar, al principio deseando drenar al joven vampiro que creía tener ante el, pero mas tarde, cuando su inteligencia despertó, comenzó a atar cabos, y un miedo inimaginable comenzó a recorrer su cuerpo, con la velocidad del rayo de Zeus desgarrando golpeando la tierra. El pánico le invadió por completo, esa sangre, ese sabor, solo lo había probado una vez anteriormente había sido hace tanto tiempo, que el propio mundo había olvidado esa era. Cuando los dioses eran jóvenes, y la Tierra era el hogar de seres mitológicos ya extintos. No podía ser de otra manera, sin duda se trataba de uno de ellos, de los que creía haber exterminado.

Seth se abalanzo hacia el y le mordió profundamente la garganta mientras intentaba arrancarle la cabeza. La pelea fue tremendamente violenta y Seth tuvo que esforzarse al máximo moldeando las sombras a su alrededor convirtiéndolas en aguijones de oscuridad que ensartaban el cuerpo del gobernante. Cuando todo parecía que iba a acabar allí mismo, Atlas invoco el poder oscuro de la tierra y comenzó a fusionarse con ella, una estratagema que le había salvado la vida en alguna otra ocasión.
-Las entrañas de esta tierra me protegerán. Aquí tu poder es limitado. No tardaré en informar a mi maestro de tu inesperado regreso y cuando eso ocurra podré deleitarme con tu sangre como lo hice con la de la mujer – dijo Atlas mientras su cuerpo terminaba de fundirse n el suelo de la negra tierra.

-El grito de desesperación de Seth se oyó en toda la isla. Había tenido tan cerca la victoria que no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Durante un buen rato estuvo contemplando el lugar donde había desaparecido el antiguo. Entonces pensó para si mismo, que si no podía ir tras él tendría que sacarlo de algún modo. Contaba con una gran baza a su favor y era que el arrogante Ragnar había bebido de su sangre, algo que hacía que Seth pudiera controlar parte de su voluntad. Fue entonces cuando entro en la mente del gobernante y comenzó una dura batalla por mantenerle justo donde estaba. Tal vez no tenia poder suficiente para hacerle salir, pero si para mantenerle inmóvil allí abajo mediante una orden que podía prolongar durante años.
-Seth volvió apresuradamente al banquete de boda, estaba sediento de sangre y rabia, y el rencor anegaba su vieja alma, apenas tenía tiempo, pues el amanecer de un nuevo día era inminente. Sin perder ni un solo segundo se dirigió a la multitud:

-Un gran mal se cierne sobre estas tierras, la oscuridad del submundo ha reclamado esta tierra, debéis abandonarla y no regresar jamás. Seth contemplaba a los lugareños impertérrito, mientras sus ojos azules poco a poco se tornaban en de un color amarillento.

Al principio todos se quedaron atónitos ante sus palabras, pero poco a poco sus voluntades humanas fueron cayendo bajo el poderoso influjo de su presencia, unos minutos después, no quedaba nadie en la celebración que no fuera a abandonar esa tierra y no volver nunca. La salida fue apresurada y violenta y sin duda Seth sabia que ese pánico y desorden traerían muerte, pero un precio que estaba dispuesto a pagar, peso a ello tuvo un ultimo gesto de humanidad.

Seth, salió al encuentro de Athan y le sujeto firmemente por los hombros. Organiza la evacuación de isla, te daré un instrumento para navegar y unas ordenes escritas que has de cumplir sin excepciones. Perdóname por arrebatarte tu mundo, a cambio te daré la llave de otro lugar, donde tu gloria será milenaria. Seth abrazo con cariño y fuerza a Athan y mirándole por última vez le dijo:
-Cuida de tu esposa y sálvala, forma un hogar, te veré en tus sueños.

Seth volvió a arengar las masas, desplegando toda su presencia y les mando un mensaje inequívoco.

-En unas hora no quedara vida en Thera, coged solo lo imprescindible.

Athan , Astra y muchos otros organizaron el éxodo del pueblo de Thera y con ellos se fueron los últimos habitantes de una isla amable y pacífica. Con un rumbo explicado en un papiro y un extraño objeto con forma de serpiente emplumada, el pacifico pueblo de thera se echo a la mar, en buscas de costas jamás descubiertas. Los jóvenes se besaron en cubierta, mientras el cielo se rompía en una torrencial lluvia. Athan leyó con calma las explicaciones de Seth, les llevarían a un enigmático lugar, un lugar llamado Teotihuacan, más allá de los confines del mundo.
Cuando seth volvió sobre sus pasos contemplo por última vez el milagro de thera, se maravillo con su arte y su arquitectura. Cuando llego al punto exacto donde Rganar se había fundido con la tierra, inicio un ritual que cambiaria la faz de la tierra para siempre.

Poco a poco fue reuniendo entorno a el, pequeñas sombras, primero las de los animales y arboles cercanos, luego todas las sombras que proyectaban de los bosques, las, casas y cualquier animal que quedara allí, en poco tiempo todas las sombras que se proyectaban en la isla fueron manipuladas por su poder, y con ellas comenzó a horadar la tierra, la fuerza fue tal que el volcán durmiente de la isla comenzó a despertar, Seth se dio cuenta de que no habría retorno, y genero entorno a el una esfera de oscuridad impenetrable. La tierra se agito violentamente y el volcán entro en erupción, la unión de la fuerza de la naturaleza y las artes oscuras de Seth dejo una cicatriz en la Tierra que aún perdura.
Seth entro una última vez en la mente del derrotado Ragnar, para sentir su dolor y regocijarse con el.

-Mi progenie te dará caza maldito engendro, te cazaran y me vengaran
Seth tan solo se limito a decirle unas breves palabras.
-Que las serpientes de fuego devoren tu alma y se pierda en el olvido. Jamás verás Walhalla.

La terrorífica explosión que aconteció segundos después, fue la mayor que ha conocido nuestro planeta. La emisión de polvo oscureció la atmosfera tan intensamente que oscureció el mundo conocido durante nueve largos días, donde se arruinaron todas las cosechas, llegando incluso a continentes que el hombre no había descubierto por aquel entonces. La isla se había hundido en su mayor parte y aunque ya había amanecido, Seth aguantaba en pie, bajo la densa capa de cenizas, que cubria el sol contemplando el devastador resultado de sus acciones.
Extenuado y al borde del agotamiento extremo, Seth cayó de rodillas, trato de encontrar con la mirada algún animal en las proximidades que le pudiera proporcionar algo de sangre, pero ante el solo había destrucción y muerte. Intento reunir sus ultimas fuerzas para arrojarse al mar, podría encontrar sin duda algo de sustento, cuando se levanto, sintió una mano amiga que le ayudo a incorporarse.

-¿ Eres tu Kore? Llévame a un lugar seguro, estoy muy débil.

Kore ayudo a su maestro y le ofreció de su sangre para que pudiera fortalecerse. Una vez se hubo saciado sEth , volvió a reunir fuerzas para poder caminar de nuevo.

-Maestro, ¿Qué es esta terrible devastación que encoge mi alma?, kore intentaba contener las lagrimas ante semejante atrocidad.

-Le encontré Kore, encontré al hijo del lobo negro, a uno de ellos, Tenía que tomar una medida desesperada y lo hice, ahora se hasta donde llega mi verdadero poder,
-¿Qué ocurrirá ahora maestro?, Los antiguos dioses te harán pagar por esto. dijo la sollozante Kore

- Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos, dijo Seth mientras miraba fijamente el horizonte.

Capitulo 16 Anuk

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Anuk comenzó a desmaquillarse tranquilamente. Rehusó amablemente la compañía de sus esclavas y tranquilamente fue despojándose del maquillaje, de sus joyas y de su ropa. Se tumbó en su cómodo lecho, y dejo volar su imaginación. Sabía que cuando lo deseara podría abrir el papiro y ver cuál era el poema que había escrito el “amigo” de Tutanhatón, pero quería generar más expectativa. Se divertía pensando en la posibilidad de que no hubiera ningún amigo y que el pequeño príncipe le hubiera dedicado sus primeros versos, sin dado algo muy tierno por su parte. Por el contrario fantaseaba con la idea de que alguien cercano a ella, pudiera estar utilizando un cauce poco usual para llegar a su corazón. Tal vez Kal –el había dado un paso adelante y viendo que el fin del horizonte de Atón y el reinado de Akenatón estaban cerca, quería mostrar sus cartas antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras contemplaba el infinito manto de estrellas, comenzó a recordar con cierto rubor los sueños que habían sido tan recurrentes las semanas pasadas, cuando la comitiva griega y los sacerdotes de seth campaban a sus anchas por palacio. Poco a poco fue prescindiendo de recuerdos que pudieran distorsionar el camino que estaba buscando, lo que trataba de evocar, se dio media vuelta y asió con fuerza una pequeña jarra con agua fresca. Hacía mucho calor y Anuk se volvió a tumbar, esta vez con la jarra fresca sujetada entre sus muslos, mientras con su mano derecha iba a la jarra de vez en cuando para recoger algunas gotas de agua y refrescarse. Tras esta pequeña pausa Anuk volvió a contemplar las estrellas y comenzó a imaginarse un inmenso mar azul, se concentró tanto, que las gotas de agua que dejaba caer de cuando en cuando por sus muslos, le evocaban el mismo mar. Quería encontrar un espacio donde poder irse y dejar su mente en blanco, pero últimamente siempre acababa allí en el mar, en un mar inmenso que inundaba sus sentidos trasportándola. Sabía que había dejado tareas pendientes, y le mataba la curiosidad por saber que había escrito en el papiro, pero quería alargar más esa sensación, estaba esperando a volver a soñar con él. Esa era la verdad, ni el faraón, ni Kal –el, ni siquiera la duda de saber si habría un mañana, lo que hacía agitar el corazón de Anuk era el recuerdo del joven sacerdote de Seth, de su pelo rojo, y sus ojos azules. Todos decían que era peligroso, -“No es uno de los nuestros Anuk”- le había repetido Kal-el varias veces.
El ruido de la jarra al romperse contra el suelo, despertó a la joven Anuk de inmediato. Durante unos segundos miro alarmada en derredor suyo, pero no vio nada preocupante, salvo los trozos de la jarra y el agua derramada en el suelo. Sus criadas entraron rápidamente y una vez comprobaron que todo estaba bien, volvieron a irse. Ruth se había dedicado a poner freno al ímpetu de los guardias por entrar, ya que ningún varón podía ver a Anuk desnuda, si no quería perder la vida. Una vez pasado el susto, las criadas terminaron rápidamente de adecentar de nuevo la instancia y se despidieron de la joven. Anuk se había desvelado y se veía incapaz de volver a dormir, así que encontró ese momento ideal, para abrir el papiro y leer el poema. Le desenrollo cuidadosamente y lo extendió sobre la pequeña mesa de su habitación, se sentó sobre sus rodillas y comenzó a leerlo.



Dicen que caminas entre sombras, que ya no recuerdas mi nombre
Dicen que una vez fuiste amante y esposa de un hombre sin miedo
Pero también dicen que te arrebataron tu vida consumiéndola en el fuego
Dicen que viviste en un paraíso ya perdido, olvidado, que nunca será hallado
Si todo eso es cierto, entonces desafiaré a la muerte, por volver a verte
No encontrare consuelo en esta tierra infamé hasta que su sangre derrame
Pagaran con creces sus pecados, por conseguir que me hayas olvidado
No habrá dios en este mundo que soporte mi ira contra el viento del Norte.


Anuk se quedo pensativa, sin duda no esperaba un poema así evocando un pasado incierto.
¿Quién sería entonces el misterioso amigo del pequeño príncipe?, la teoría de Kal- el cobraba más fuerza, aunque Anuk sabía que aunque sentía algo por él no era lo mismo que sentía por el joven sacerdote de Seth. Si todo se iba a destruir, si conseguía salvar su vida y dejar su Maat intacto, entonces, dejaría Egipto, ya lo había decidido, buscaría un lugar rodeado de mar y dejaría el desierto para siempre.
Todavía no había amanecido, la luna llena iluminaba con fuerza las calles de la ciudad. Desde la ventana de palacio Anuk contemplaba su mundo, aunque ella no sabía que no era la única persona que lo estaba haciendo. A tan solo unos cuantos metros, subido al techo de uno de los templos de Atón, una figura desafiaba al firmamento con extraños canticos. Anuk salió de su habitación hacia la terraza más cercana, quería ver más de cerca el espectáculo. Cuando sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la luz de la luna y comenzaba a ver mejor, el cielo se rompió en pedazos y una fuerte lluvia descargo sin piedad sobre la ciudad. Anuk se quedo allí impertérrita, empapándose, no quería perder de vista a aquel que sin duda había provocado a los dioses. El agua se le metió en los ojos y tuvo que aportarse le pelo y parpadear varias veces, para poder enfocar de nuevo la vista. Fue en ese preciso instante cuando perdió de vista la misteriosa figura.

Cuando volvió a su habitación, encontró el suelo mojado con marcas de pisadas. Alguien había estado allí. Recorrió la instancia para ver que estaba todo en su sitio y no faltaba nada. Pero no solo no faltaba nada, sino que al recoger el papiro y enrollarlo encontró un extraño colgante de un material que no conocía, pero que era brillante como el ámbar y de una factura y talla increíbles. Lo observo durante un tiempo, cuando lo toco con sus manos, sintió la necesidad imperiosa de ponérselo, y al hacerlo una voz resonó en su mente

-No te lo quites bajo ningún concepto Anuket.

capitulo 15 Anuk

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Anuk se había despertado muy pronto, no había dormido bien pensando en lo que había pasado con su sustituta. Se encontraba intranquila pensando en las vejaciones y humillaciones que el mago podría haberla hecho. Nada más levantarse salió de sus aposentos en dirección a la instancia de Kal –el. Por el camino encontró algo de alboroto, pero reconoció las mismas caras de siempre de los guarias de palacio, y no vio ni rastro de los soldados de Atón que habían acompañado a Henutsen.Parecía que Alkair volvía a estar al mando. El joven tyaty salió a su encuentro esbozando una ligera sonrisa.

-Venerado Kal- el, estoy intranquila por los acontecimientos acaecidos ayer, por favor te lo ruego llévame con Kore, tengo que saber si esta bien y darle las gracias por este sacrificio. La voz de Anuk transmitía verdadera preocupación.

- Se encuentra descansando en un tempo de su culto, ellos Anuk solo caminan cuando cae la noche, ya sabes que son. Kal- el volvió a romper todo protocolo y formalismo y sujeto ambas manos de Anuk con las suyas

- Todo está bien, no te preocupes, yo mismo la acompañe antes del amanecer fuera de palacio, me dijo que había dominado la mente del mago con engaños sutiles, y que no debías preocuparte. Kal- el soltó lentamente las manos de Anuk y le dedico su mejor sonrisa.

Anuk se paso su mano izquierda por el rostro, estaba claramente nerviosa, aunque ahora el nerviosismo también provenía del trato que en estos últimos días le estaba dando Kal- el. Un trato cálido, alejado de la frialdad de la conducta palaciega, un trato que sobrepasaba los límites de lo permitido sin duda, y que aceleraba el corazón de la muchacha. Anuk estaba muy confusa, su vida había cambiado en apenas un mes de manera radical. Ya no sentía ningún tipo de amor por su faraón, sentía algo más que deseo por su Tyaty, y por si eso fuera poco, estaba él. Aquel que asaltaba sus sueños, aquel que parecía desnudar su alma con sus ojos de serpiente. Anuk respiro se dio media vuelta sonrió a Kal- el y volvió a la Casa Jeneret . Sin duda necesitaba un buen baño y pensar, sobre todo pensar. La situación comenzaba a ser muy embarazosa.

El faraón y su reina Nefertiti, se habían refugiado en sus aposentos y habían delegado todo tipo de contacto y cuidado del resto de sus hijos a sus tutores. Asi fue como Anuk después de haberse relajado decidió visitar al pequeño de la familia, el simpático y risueño Tutanjatón. La joven bailarina siempre había demostrado un gran amor por le hijo que el faraón tuvo con su anterior favorita la bella y frágil Kiya, la cual había muerto en circunstancias sin duda extrañas.
Para Anuk visitar y jugar con el pequeño heredero, era no solo una alegría sino una especie de terapia para aplacar su miedo, su terrible miedo a que los Shemsu Hor se impusieran en esta guerra y que con su victoria anegaran de oscuridad su mundo. Temía por su maat y desde luego la sola idea de que su alma cayera en el olvido devorada por Apofis, era algo que hacía que todo su ser se derrumbara. Cuando esos terribles pensamientos dominaban su mente, poco le importaba ya perder su estatus social, o reafirmarse en su idea de que su historia con Akenatón había terminado. Aunque ostentaba todavía el titulo de la “gran amada esposa”, el trato que recibía no era mejor ahora, que el de cualquier otra, lo que dejaba para ella un panorama desolador.

El pequeño Tutanjatón tenía apenas cuatro años, pero su soltura en el habla y su porte hacían de él un pequeño adorable. Pasaba largo tiempo aprendiendo juntos a un grupo de tutores, entre ellos destacaban las lecciones de Kairka , que no le disgustaban del todo y que solían ser amenas, y por otro lado las de Seti, que eran excesivamente académicas para un niño de su edad y que generaban en el “pequeño faraón” un estado de inquietud casi permanente.

-Bella Anuk he decidido que seas mi esposa. Eres alta, tienes el pelo negro como la noche y tus ojos son bonitos, sabes leer, cuentas los mejores cuentos y no me obligas a comer me todo lo que me ponen, ni a repasar la lección, así que después de pensarlo un rato largo, lo he decidido- ¿crees que deberíamos llamar a Seti para que lo haga oficial?-el joven Tutanjatón

-Pequeñelo, eres muy atrevido. Primero tendrás que crecer un poco más y luego cuando seas un poco mayor seguro que ya no me quieres por esposa – Anuk se ria mientras sujetaba en sus brazos al pequeño.

- Me esfuerzo por crecer Anuk, ayer me concentre mucho y dice Kairka que desde el toro día he crecido mucho y ya soy casi un hombre. Además te he escrito un poema con la ayuda de mi amigo- El jovencísimo faraón se revolvió para bajarse.
Anuk le dejo en el suelo, y el pequeño salió corriendo dando saltitos de un lado a otro preguntando por Seti. Incordio y rebusco por toda la instancia, mientras hacía a todos los esclavos buscar el papiro, mientras repetía, el poemita, ¿dónde está el poemita?

Después de un buen rato. Seti entró en la sala reprendió al pequeño faraón que salió corriendo a refugiarse junto a Anuk.

-Pequeño príncipe heredero, ¿No habrás olvidado la lección de ayer sobre donde guardar tus escritos y cómo?- Seti se inclino ligeramente para reprenderle apuntándole con su dedo índice a la pequeña naricita de Tutanjatón.
El pequeño guardo silencio y apretó con sus manitas el vestido de Anuk, haciendo pucheros, cuando reunió le valor suficiente se dirigió a Seti con medida amabilidad y suma diligencia.

-Ya he recordado donde está el poemita, sus servicios no son necesarios escriba puede irse – Aunque la voz le temblaba un poco intento parecer también seguro, aunque no lo consiguió.

Seti soltó una gran carcajada, y hizo un gesto de negación con la cabeza, acto seguido salió por la puerta de la habitación con paso firme, parecía que el pequeño faraón se había salido con la suya, una vez más.

-Anuk, Anuk, aquí está el poemita, el que me enseño mi amigo. Esta noche te lo lees en tu cuarto ¿vale?, ¿lo harás por mi?, dijo el risueño príncipe.

-Claro que lo haré, mi príncipe. Ahora vete con Ruth, que es la hora de tu baño, y recuerda que tienes que crecer fuerte y sano y entonces igual te dejo que me desposes- Anuk sonreía mientras le lanzaba un beso.

-Una cosa pequeñuelo, ¿Quién ese ese amigo tuyo, el que te ha ayudado?, ¿no será el maestro Kal.-El?

Durante un instante parecía que el pequeño iba a empezar a hablar, pero se detuvo y no lo hizo, sonrió y dijo:

-Es un secreto, futura esposa mía, y debes respetarme. Dicho esto el joven príncipe abandono canturreando la sala.

Anuk se quedo a solas, tranquila y serena pensando en el gran faraón que llegaría a ser Tutanjatón. Tuvo la intención de leer allí mismo le poema, pero pensó que sería mas honorable cumplir su pormesa y leerlo justo antes de irse a dormir, como le había dicho el pequeño. Abandono la sala con el anhelo de recibir buenas noticas sobre el estado del conflicto en la cena, desea recibir buenas noticas, al menos alguna buena noticia.

capitulo 14 Kairka continuación

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Kairka tenía los ojos cerrados y a duras penas había conseguido apoyar la espalda contra una de las paredes del agujero. Sabía que muchos otros habían compartido su actual destino, aunque nunca se preocupo si sus faltas eran o no de la gravedad suficiente para semejante castigo. Comenzó poco a poco a empatizar con aquellos que se dejaron su vida allí, alejados del calor y la luz de la libertad. Con su mano derecha palpo el suelo, y allí encontró pedazos roídos de cuerdas, algún pequeño resto óseo, sin duda de alguien que murió allí, y algunos harapos, que descarto utilizar para el vendaje que necesitaba. El agujero estaba preparado para tres o cuatro personas, pero el joven médico sabía que hubo un tiempo no muy lejano, donde llegaron a arrojar hasta a una docena de personas. Sus ayudantes le habían contado, que muchos de ellos acaban por canibalizar a sus compañeros de castigo, movidos por la desesperación y la hambruna. Empezaban por los más indefensos, los más débiles, sin duda una macabra lucha estéril, pues aunque uno solo pudiera acabar con el resto, al final, el tiempo acababa lentamente con todos.Kairka notaba su frente caliente y sudorosa. A sus fracturas se unía ahora un estado febril que no le hacía pensar con claridad, medio adormilado cerró los ojos y cayó profundamente dormido. Cuando despertó vio a sus pies una buena cantidad de restos de comida, que parecía que había sido cocinada recientemente. Sin duda una mano amiga, había dejado caer algo de sustento para el pobre medico. Kairka desmenuzo la carne y la comió lentamente aunque estaba hambriento, pues Kairka no dejaba de ser un hombre culto y sabia que la ingesta debía hacerla con paciencia, si no quería acabar vomitando. Cuando termino se recostó contra la pared e intento relajar la mente. No pasaría mucho tiempo hasta que Kal- el exigiera su liberación, si realmente controlaba todavía las fuerzas militares de palacio, era solo cuestión de tiempo. Había llegado a un par de buenas conclusiones y se encontraba más animado para comenzar a examinar sus heridas, cuando de repente se dio cuenta que no se había percatado de un hecho importante, y es que no estaba solo allí abajo. Apenas podía distinguir una sombra, y Kairka no hizo siquiera el ademán de intentar ir hacia él, estaba demasiado débil, asi que se limito a preguntar quién era.

-Perdona, no me había dado cuenta de que no estaba solo, mi nombre es Kairka, soy el médico real, ¿Quién eres tú?

Durante un largo periodo de tiempo no hubo respuesta, fue entonces cuando Kairka pensó que igual su compañero de castigo, estaba inconsciente o incluso muerto, cuando ya se había decidido a intentar levantarse y acercarse a él, una voz fría y antinatural quebró el ánimo y la voluntad de Kairka, helando su corazón.

-Soy la noche Kairka, he venido para observarte, para saber si realmente tu alma está preparada para un nuevo el viaje.

-No quiero morir en este agujero infecto, si eres tan poderoso y dices ser quien eres, ¿Qué te impide sacarme de aquí? Soy el médico real de este palacio en mitad de la nada, si he de morir, quiero besar a mis hijos por última vez y despedirme de mi esposa. Si eres tan poderoso ¿podrás concedérmelo?, Kairka desafía a interlocutor, aunque realmente no sabía si lo que estaba pasando era real o era producto de su febril imaginación.

-Kairka no he venido aquí para ayudarte a salir de este agujero, he venido aquí para preguntarte si te acuerdas del día que nos vimos por primera vez, cuando solo eras un niño asustado, el día del funeral de tus padres, estábamos sentados al lado de las columnas de Melkart.

Kairka sintió como un poderoso anhelo recorría todo su ser, y de repente se transportó a su infancia, muy lejos de la tierra negra de Egipto. Su patria estaba al noreste, una tierra fértil, rica en minerales, aceite, y trigo. Se acordaba del gran río que daba vida a la ciudad que le vio nacer, y sin duda recordaba aquel día, lo recordaba como si ahora mismo estuviese allí, cuando los cuerpos de sus difuntos padres eran quemados en la playa. Comenzó a llorar y balbuceó unas palabras en un idioma que no era el suyo, aquel que llevaba años usando, el del pueblo que le adopto.

-Eres tu, siempre has sido tu, la voz que me guiaba en la noche cuando me asaltaban las dudas, la que me animo a estudiar medicina, la que me hizo tener la confianza necesaria para desear llegar a los más alto, y ahora estas aquí, contemplando como todos mis sueños se rompen.

Kairka sintió un profundo ahogo, sabía muy bien que aquel ser, le había llevado miles de kilómetros desde su tierra natal, hasta Egipto con un propósito, reconocía la voz perfectamente, pero era incapaz de ponerle rostro, apenas podía recordar unos ojos azules, que se tornaban amarillos, algo que le producía un gran terror.
Mañana cuando salgas de aquí, reúnete con Seti, repasa con el sus notas sobre los esclavos hebreos y busca aquello que una vez te perteneció, buscalo Kairka, pues ella solo puede ser derrotada con eso. Ahora descansa, no morirás aquí Kairka, tu alma es más poderosa que la fértil tierra del Nilo.
Kairka se despertó de un sobresalto, Alakir había descendido por una gruesa cuerda y le sujetaba fuertemente por los hombros.

-Estas hecho una mierda de camello amigo mío, te dejo un rato solo y mira lo que haces. Alkair sonrió mientras ayudaba a incorporarse con cuidado a Kairka.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí Alkair? Pregunto el médico desconcertado.

- Apenas llevas aquí unas horas, el tiempo que hemos tardado en echarte en falta- ¿Pero Kairka?, hueles a sal, y estas totalmente mojado,¿ se puede saber dónde has estado?

-He vuelto a mi hogar, por un momento he vuelto a mi hogar.

Capitulo 13 Kairka

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Kairka se encontraba concentrado preparando los cuerpos de las jóvenes princesas, cuando un esclavo entró con paso ligero y le entrego un mensaje de Seti.

“La situación militar está controlada, apresúrate.”

La noche había sido larga y penosa, llena de emociones. Kairka había estado presente en el nacimiento de las dos princesas, y había visto como iban creciendo risueñas y ajenas al fatal destino que aconteció en su viaje fuera de palacio. También se unía a sus pensamientos el desconcierto por ver como todo su trabajo había sido tirado por tierra. Esto le había producido un gran pesar, pero el consuelo de que una mente atormentada y manipulada como la de Akenatón no podía obrar de forma juiciosa, le dejo más tranquilo. Kairka había estado no obstante trabajando toda la noche y gran parte de la mañana sobre todo para evitar un confrontamiento con Henutsen, había hecho todos los preparativos y esperaba al mago para que este iniciara el proceso de embalsamación. Los criados elegidos para tan alto honor, aguardaban en silencio sus últimas horas de vida, preparando su alma para el más allá, algo que Kairka comenzó a pensar que debería hacer por si acaso todo salía mal. Cuando el mago llego estaba visiblemente cabreado, y al ver el perfecto trabajo de kairka, suspiro con ánimo de transmitir cansancio y desanimo ante la tarea.

-Medico, he cambiado de opinión. Vacía a estas dos perras y tira sus vísceras, no tengo ganas de perder el tiempo.- Henutsen dio media vuelta y se dispuso a irse.

- ¿Qué tal si te vacio a ti el estomago y saco tus asquerosas tripas? - Kairka sujeto con fuerza el cuchillo ritual mientras miraba a los ojos del mago.

Fue entonces cuando el mago con un rapidísimo movimiento desarmo a Kairka y al tiempo que le provocaba un tremendo dolor de cabeza al utilizar sus artes oscuras.

-Ahora, ¿qué vas a hacer en el suelo desarmado y controlado por mi voluntad?.
Debería matarte aquí mismo y darle tu cuerpo a los carroñeros del desierto. Me estáis empezando a cansar tu y tus amigos. Te dejaré que pienses en tu falta de fe, en un oscuro agujero en lo más profundo de este palacio, y espero que no salgas de allí nunca bastardo. - El mago llamo a dos guardias que recogieron al maltrecho Kairka del suelo y le maniataron.

- Que todo el mundo le vea, pasead la vergüenza de este hereje, y meterlo en el agujero de castigo de Atón. Que nadie le de comer ni beber bajo pena de muerte.¡Marchaos! – El mago volvió a la mesa donde estaban los cuerpos de las niñas y con un fuerte empujón tiro sus cuerpos al suelo.
- Dádselas de comer a los perros esta noche, no quiero perder ni un minuto más aquí abajo.

Kairka estaba confuso, poco a poco comenzaba a poder pensar con claridad, la luz del sol le cegaba, y los comentarios de la gente al verle pasar, iban clavándose poco a poco en su mente.
-¡Es un traidor!,¡Muerte al hereje!- Exclamaba la muchedumbre.


Kairka se había dejado llevar por su amor a las niñas, y lo iba a pagar caro. Pero no tenía miedo, sabia en su interior que su momento estaba por llegar. Un agujero oscuro, no sería suficiente para minar su voluntad.

Enseguida se extendió el rumor por palacio de que Kairka se había negado a llevar a cabo el ritual de embalsamiento de las jóvenes princesas. Aunque la mayoría de la gente creyó la mentira, sus más allegados no daban veracidad a lo contado y veían claramente la mano conspiradora del mago, parecía que esta vez el golpe de mano lo daba el pérfido mago.

Los soldados se dirigieron a las dependencias de castigo y allí vendaron los ojos de Kairka y reforzaron los nudos de las muñecas del médico. Sin ningún tipo de cuidado le lanzaron al agujero que tenía una profundidad de un par de metros. Kairka sintió un dolor agudo en el hombro y en la pierna izquierda, la caída sin duda le había provocada alguna fractura pero no podía desatarse las manos y apenas podía moverse. Fue entonces cuando kairka se encomendó al gran poder de Inhoteph, no tenía miedo, solo el pesar de sentir que iba a morir sin haber conocido cuales eran los secretos que Kal –el guardaba y el destino que les había prometido.
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