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capitulo 14 Kairka continuación

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Kairka tenía los ojos cerrados y a duras penas había conseguido apoyar la espalda contra una de las paredes del agujero. Sabía que muchos otros habían compartido su actual destino, aunque nunca se preocupo si sus faltas eran o no de la gravedad suficiente para semejante castigo. Comenzó poco a poco a empatizar con aquellos que se dejaron su vida allí, alejados del calor y la luz de la libertad. Con su mano derecha palpo el suelo, y allí encontró pedazos roídos de cuerdas, algún pequeño resto óseo, sin duda de alguien que murió allí, y algunos harapos, que descarto utilizar para el vendaje que necesitaba. El agujero estaba preparado para tres o cuatro personas, pero el joven médico sabía que hubo un tiempo no muy lejano, donde llegaron a arrojar hasta a una docena de personas. Sus ayudantes le habían contado, que muchos de ellos acaban por canibalizar a sus compañeros de castigo, movidos por la desesperación y la hambruna. Empezaban por los más indefensos, los más débiles, sin duda una macabra lucha estéril, pues aunque uno solo pudiera acabar con el resto, al final, el tiempo acababa lentamente con todos.Kairka notaba su frente caliente y sudorosa. A sus fracturas se unía ahora un estado febril que no le hacía pensar con claridad, medio adormilado cerró los ojos y cayó profundamente dormido. Cuando despertó vio a sus pies una buena cantidad de restos de comida, que parecía que había sido cocinada recientemente. Sin duda una mano amiga, había dejado caer algo de sustento para el pobre medico. Kairka desmenuzo la carne y la comió lentamente aunque estaba hambriento, pues Kairka no dejaba de ser un hombre culto y sabia que la ingesta debía hacerla con paciencia, si no quería acabar vomitando. Cuando termino se recostó contra la pared e intento relajar la mente. No pasaría mucho tiempo hasta que Kal- el exigiera su liberación, si realmente controlaba todavía las fuerzas militares de palacio, era solo cuestión de tiempo. Había llegado a un par de buenas conclusiones y se encontraba más animado para comenzar a examinar sus heridas, cuando de repente se dio cuenta que no se había percatado de un hecho importante, y es que no estaba solo allí abajo. Apenas podía distinguir una sombra, y Kairka no hizo siquiera el ademán de intentar ir hacia él, estaba demasiado débil, asi que se limito a preguntar quién era.

-Perdona, no me había dado cuenta de que no estaba solo, mi nombre es Kairka, soy el médico real, ¿Quién eres tú?

Durante un largo periodo de tiempo no hubo respuesta, fue entonces cuando Kairka pensó que igual su compañero de castigo, estaba inconsciente o incluso muerto, cuando ya se había decidido a intentar levantarse y acercarse a él, una voz fría y antinatural quebró el ánimo y la voluntad de Kairka, helando su corazón.

-Soy la noche Kairka, he venido para observarte, para saber si realmente tu alma está preparada para un nuevo el viaje.

-No quiero morir en este agujero infecto, si eres tan poderoso y dices ser quien eres, ¿Qué te impide sacarme de aquí? Soy el médico real de este palacio en mitad de la nada, si he de morir, quiero besar a mis hijos por última vez y despedirme de mi esposa. Si eres tan poderoso ¿podrás concedérmelo?, Kairka desafía a interlocutor, aunque realmente no sabía si lo que estaba pasando era real o era producto de su febril imaginación.

-Kairka no he venido aquí para ayudarte a salir de este agujero, he venido aquí para preguntarte si te acuerdas del día que nos vimos por primera vez, cuando solo eras un niño asustado, el día del funeral de tus padres, estábamos sentados al lado de las columnas de Melkart.

Kairka sintió como un poderoso anhelo recorría todo su ser, y de repente se transportó a su infancia, muy lejos de la tierra negra de Egipto. Su patria estaba al noreste, una tierra fértil, rica en minerales, aceite, y trigo. Se acordaba del gran río que daba vida a la ciudad que le vio nacer, y sin duda recordaba aquel día, lo recordaba como si ahora mismo estuviese allí, cuando los cuerpos de sus difuntos padres eran quemados en la playa. Comenzó a llorar y balbuceó unas palabras en un idioma que no era el suyo, aquel que llevaba años usando, el del pueblo que le adopto.

-Eres tu, siempre has sido tu, la voz que me guiaba en la noche cuando me asaltaban las dudas, la que me animo a estudiar medicina, la que me hizo tener la confianza necesaria para desear llegar a los más alto, y ahora estas aquí, contemplando como todos mis sueños se rompen.

Kairka sintió un profundo ahogo, sabía muy bien que aquel ser, le había llevado miles de kilómetros desde su tierra natal, hasta Egipto con un propósito, reconocía la voz perfectamente, pero era incapaz de ponerle rostro, apenas podía recordar unos ojos azules, que se tornaban amarillos, algo que le producía un gran terror.
Mañana cuando salgas de aquí, reúnete con Seti, repasa con el sus notas sobre los esclavos hebreos y busca aquello que una vez te perteneció, buscalo Kairka, pues ella solo puede ser derrotada con eso. Ahora descansa, no morirás aquí Kairka, tu alma es más poderosa que la fértil tierra del Nilo.
Kairka se despertó de un sobresalto, Alakir había descendido por una gruesa cuerda y le sujetaba fuertemente por los hombros.

-Estas hecho una mierda de camello amigo mío, te dejo un rato solo y mira lo que haces. Alkair sonrió mientras ayudaba a incorporarse con cuidado a Kairka.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí Alkair? Pregunto el médico desconcertado.

- Apenas llevas aquí unas horas, el tiempo que hemos tardado en echarte en falta- ¿Pero Kairka?, hueles a sal, y estas totalmente mojado,¿ se puede saber dónde has estado?

-He vuelto a mi hogar, por un momento he vuelto a mi hogar.

Capitulo 13 Kairka

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Kairka se encontraba concentrado preparando los cuerpos de las jóvenes princesas, cuando un esclavo entró con paso ligero y le entrego un mensaje de Seti.

“La situación militar está controlada, apresúrate.”

La noche había sido larga y penosa, llena de emociones. Kairka había estado presente en el nacimiento de las dos princesas, y había visto como iban creciendo risueñas y ajenas al fatal destino que aconteció en su viaje fuera de palacio. También se unía a sus pensamientos el desconcierto por ver como todo su trabajo había sido tirado por tierra. Esto le había producido un gran pesar, pero el consuelo de que una mente atormentada y manipulada como la de Akenatón no podía obrar de forma juiciosa, le dejo más tranquilo. Kairka había estado no obstante trabajando toda la noche y gran parte de la mañana sobre todo para evitar un confrontamiento con Henutsen, había hecho todos los preparativos y esperaba al mago para que este iniciara el proceso de embalsamación. Los criados elegidos para tan alto honor, aguardaban en silencio sus últimas horas de vida, preparando su alma para el más allá, algo que Kairka comenzó a pensar que debería hacer por si acaso todo salía mal. Cuando el mago llego estaba visiblemente cabreado, y al ver el perfecto trabajo de kairka, suspiro con ánimo de transmitir cansancio y desanimo ante la tarea.

-Medico, he cambiado de opinión. Vacía a estas dos perras y tira sus vísceras, no tengo ganas de perder el tiempo.- Henutsen dio media vuelta y se dispuso a irse.

- ¿Qué tal si te vacio a ti el estomago y saco tus asquerosas tripas? - Kairka sujeto con fuerza el cuchillo ritual mientras miraba a los ojos del mago.

Fue entonces cuando el mago con un rapidísimo movimiento desarmo a Kairka y al tiempo que le provocaba un tremendo dolor de cabeza al utilizar sus artes oscuras.

-Ahora, ¿qué vas a hacer en el suelo desarmado y controlado por mi voluntad?.
Debería matarte aquí mismo y darle tu cuerpo a los carroñeros del desierto. Me estáis empezando a cansar tu y tus amigos. Te dejaré que pienses en tu falta de fe, en un oscuro agujero en lo más profundo de este palacio, y espero que no salgas de allí nunca bastardo. - El mago llamo a dos guardias que recogieron al maltrecho Kairka del suelo y le maniataron.

- Que todo el mundo le vea, pasead la vergüenza de este hereje, y meterlo en el agujero de castigo de Atón. Que nadie le de comer ni beber bajo pena de muerte.¡Marchaos! – El mago volvió a la mesa donde estaban los cuerpos de las niñas y con un fuerte empujón tiro sus cuerpos al suelo.
- Dádselas de comer a los perros esta noche, no quiero perder ni un minuto más aquí abajo.

Kairka estaba confuso, poco a poco comenzaba a poder pensar con claridad, la luz del sol le cegaba, y los comentarios de la gente al verle pasar, iban clavándose poco a poco en su mente.
-¡Es un traidor!,¡Muerte al hereje!- Exclamaba la muchedumbre.


Kairka se había dejado llevar por su amor a las niñas, y lo iba a pagar caro. Pero no tenía miedo, sabia en su interior que su momento estaba por llegar. Un agujero oscuro, no sería suficiente para minar su voluntad.

Enseguida se extendió el rumor por palacio de que Kairka se había negado a llevar a cabo el ritual de embalsamiento de las jóvenes princesas. Aunque la mayoría de la gente creyó la mentira, sus más allegados no daban veracidad a lo contado y veían claramente la mano conspiradora del mago, parecía que esta vez el golpe de mano lo daba el pérfido mago.

Los soldados se dirigieron a las dependencias de castigo y allí vendaron los ojos de Kairka y reforzaron los nudos de las muñecas del médico. Sin ningún tipo de cuidado le lanzaron al agujero que tenía una profundidad de un par de metros. Kairka sintió un dolor agudo en el hombro y en la pierna izquierda, la caída sin duda le había provocada alguna fractura pero no podía desatarse las manos y apenas podía moverse. Fue entonces cuando kairka se encomendó al gran poder de Inhoteph, no tenía miedo, solo el pesar de sentir que iba a morir sin haber conocido cuales eran los secretos que Kal –el guardaba y el destino que les había prometido.

Capitulo 12 Kal -el

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Kal –el se despertó con las primeras luces del alba. No había podido dormir bien. Los hecos acontecidos el día anterior habian turbado su sueño, tenia que actuar si no queria ver la caída de él mismo y de sus compañeros. Sabía que durante el día no podría contar con todo el poder de Seth y de sus seguidores, y que hiciera lo que hiciese tenia que usar a sus más allegados . Tenía que actuar pronto, se repetia una y otra vez, antes de que la gente de palacio se acostumbrara a ver a los hombres de Henutsen gobernarles a placer. Ordeno llamar al gran Alkair y una vez juntos El tyaty le explico sus planes, estos eran recuperar el control de palacio, al precio que fuera necesario. Decidieron doblar la guardia en palacio, una decisión que sin duda molesto y de que manera, al encargado que había sido nombrado por Henutsen, el oscuro mago. Era de proveer que pasados unos minutos comenzara la agitación en palacio, las preguntas, las excusas, todos los pasos dados iban encaminados a dar un golpe de mano rápido y certero. Kal –el organizo concienzudamente la defensa de sus aposentos y su guardia personal estaba preparada para una buena carnicería. Si finalmente se combatía, no habría ni compasión ni prisioneros. La confrontación era casi inminente y el ruido de los Khopesh* presagia un autentico derramamiento de sangre. La rebelión se estaba instalando en “el horizonte de Atón”, y ya no habría vuelta a atrás. Cuando las dos fuerzas se encontraron en el pasillo central cerca de las dependencias de Kal- el , se midieron las fuerzas a primera vista, parecía un enfrentamiento muy igualado, pero Kal- el contaba con una poderosa arma, algo que los supuestos guerreros de Atón habían pasado por alto, y es que nadie llega a ser Tyaty tan joven si no cuenta con poderosos aliados, y los de Kal- el no eran de este mundo.

-Akenatón ha restituido al gran Alkair en su puesto de jefe de seguridad de palacio, vuestro papel queda reservado a la protección de aquel a quien servís, al invitado Henutsen, así pues dad media vuelta, si no queréis ser pasto de Apofis. Kal- el se mostraba majestuoso e incluso su perfecto cuerpo atlético parecía más torneado, sin duda era el hombre más fuerte de Egipto, de eso no había duda.

- ¡No me hables como si fuera tu igual perro del desierto!, ¡deponer las armas o vuestras vidas serán cercenadas!- El guerrero de Atón hizo caso omiso a las advertencias de Kal- el y se lanzo al ataque.

Todo sucedió muy deprisa, a una velocidad imperceptible para el ojo humano. Kal –el y sus guerreros se anticiparon al ataque, y desataron toda la furia de Anubis sobre sus enemigos. Los golpes fueron precisos y demoledores, que destrozaron carne y huesos como si de rollos de papiro se tratasen, despedazaron a sus rivales sin piedad. Los cuerpos mutilados y decapitados de los guerreros de Atón se encontraban esparcidos por todo el pasillo. Kal- el no se había transformado, pero sin duda retenía en su forma humana todo el poder legado por su padre, el caminante Anubis.
Kal –el ordeno recoger los cuerpos y se dirigió con sus leales hombres hacia los aposentos de Akenatón, no encontraron ningún tipo de resistencia a su paso y cuando llegaron a las puertas de sus dependencias escucharon una fuerte conversación entre El faraón y Henutsen.

-Es mi última palabra Henutsen agradezco tus consejos y son prudentes pero Alkair es un hombre honrado con “El oro del coraje”, y no puedo permitir que nadie más dirija la guardia en palacio. Atón me ha hablado esta noche, el disco solar me ha dicho que bajo el brazo de ALkair, estaremos seguros, asi que ni te atrevas a cuestionar eso, Henutsen, nadie conoce mejor los designios de la vida y el tiempo como Atón.

El mago estaba bastante irritado pues estaba desconcertado de ver como Akenatón había escapado en este tema de su férreo control mental, sin duda alguien más tenía acceso a la mente del faraón, de repente sintió un escalofrió, solo había una persona capaz romper su control mental, y dominar una mente ya dominada. La sola idea de imaginar que esa persona estaba aun entre los vivos turbo al mago, que acepto de mala gana la voluntad de Akenatón y salió de la instancia apresuradamente.
Al salir se topo con Kal –el y sus hombres, que le informaron del nuevo cambio de control de la seguridad en palacio.

-Kal- el no sé a que estás jugando, pero te garantizo que si te sigues entrometiendo en mis asuntos con Akenatón tu y tu familia lo pagareis caro. Los ojos de Henutsen solo irradiaban ira, una profunda ira.

Kal –el no contesto se limito a mirarle desde sus dos metros de altura con condescendencia y una leve sonrisa casi malévola. Se aparto a un lado para dejarle pasar y ordeno a sus hombres entrar en la sala .

Cuando entraron Alkair fue tratado como si nada hubiera pasado el fatídico día anterior, recibió la mejor de las sonrisas de Akenatón y Kal –el fue tratado con afecto . Algo había cambiado en el comportamiento del faraón, sin duda los hijos de Anubis no eran los únicos que luchaban por la salvación de las almas de los habitantes de la ciudad, las serpientes de la noche se dedicaban a hacer su trabajo aunque fuera entre las sombras, con la complicidad de la oscura noche.



*khopesh, kefresh o jepesh (ḫpš) es una espada o sable de hoja curva, en forma de "u" o forma de hoz (dependiendo del periodo) con el filo en su parte convexa, utilizada en el antiguo Oriente Próximo y en la zona de Canaán y que se popularizó el Antiguo Egipto.

Capitulo 11 Kore

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La criadas de Anuk habían tenido que maquillarla tres veces, pues sus lagrimas habían roto su maquillaje las dos primeras veces. Se sentía ultrajada, hundida y asustada. ¿Qué seria ahora de ella?, si el faraón era capaz de rebajarla de esa manera a un mero objeto de placer para sus más allegados, eso sin duda significaba el final de su dignidad. Pero Anuk era una mujer valiente, y mientras era maquillada por tercera vez su rostro, se empezó a endurecer, reforzado por la ira y el odio, y sus pensamientos, eran ahora de muerte y de venganza.

Anuk salió en silencio de sus aposentos acompañada por dos guardias de palacio, tuvo un pequeño momento de duda donde casi rompe a llorar de nuevo, pero apretó los labios y pensó que pasara lo que pasara seria el final. Se dirigía con paso firme a las dependencias del mago cuando Kael- el acompañado de una mujer encapuchada les detuvo.
-Anuk , esto no es necesario, ni aceptable. Vuelve a tus aposentos. Nosotros nos ocuparemos de este solucionar este contratiempo.- dijo Kal-el al tiempo que hacia un gesto a los guardias para que se detuviesen.

- Kal- el esto es demasiado peligroso, yo puedo dominar la situación, puedo controlar… - Anuk dé repente se quedo sin palabras, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Los guardias habían caído al suelo sin conocimiento, y la muchacha que había dejado caer su capa al suelo se mostraba ante anuk como si de su propio reflejo se tratara.

Anuk, esta muchacha es Kore, es especial tiene la facultad divina de adoptar cualquier apariencia humana que desee. Ella es una de las cambiantes amenazada por los Semsu Hor. Nos ayudara sustituyéndote, en ciertas tareas. Kal- el intentaba calmar a Anuk, relajando la tensión de su cuerpo y con un tono amable en sus palabras.

Esta mujer es exactamente igual que yo, ¿Cómo puede ser?, Esto no puede estar pasando, yo no sé qué decir –Anuk se encontraba totalmente descolada con la situación, aunque estaba acostumbrada a ciertos acontecimientos inexplicables y de carácter divino, siempre habían sido como ligeras pinceladas en su vida cotidiana, ahora parecía que esos acontecimientos se ponían a la par con los más mundanos, y estaban convirtiendo su vida, en una autentica narración de leyenda.

-No puedo aceptarlo, ese maldito bastardo hijo de mil rameras se aprovechara de ella. Kal –el, no lo permitas, odio a este tipo de hombres, son asquerosos. Anuk se empezaba a recomponer de nuevo y su voluntad era la de hacerlo ella misma, aunque se derramara sangre, o que nadie lo hiciera por ella.

- Nadie la tocará. No debes temer, la sangre de Kore es poderosa y sus habilidades son sobrenaturales, nadie le hará daño. Kal- el beso a Anuk en la frente, sin duda un gesto osado, arriesgado e imprudente por su parte. Anuk se quedo perpleja, pero a la vez tranquila.

-Anuk, el poder de la noche de la tierra negra me protege. Cuando entre en esa habitación haré lo que tenga que hacer para que tu vida en palacio sea tranquila. No has de temer Anuk , eres muy valiosa para nuestro señor. La voz de Kore era tan melosa y sensual que Anuk estaba casi hipnotizada ante su presencia.

-Vuelve a tus aposentos, que nadie te vea. Mañana cuéntales que el mago te trató con cordialidad y que no te puso la mano encima, que solo quería compañía. Dijo Kore mientras le sacaba una de sus pulseras a Anuk de su mano derecha.

- Perdona Anuk, pero había olvidado este detalle, te la devolveré mañana.
Kal- el contemplo como Anuk se daba media vuelta y volvió sigilosamente hacia sus aposentos, una vez solos , el tyaty se volvió hacia Kore y le deseo suerte.
-Ten cuidado Kore no sabemos cuáles son sus verdaderas armas, si necesitas ayuda grita. Dijo Kal- el mientras se disponía a marcharse.

-No te preocupes y descansa, no permitiré que este plan salga mal, mañana el mago estará muy contento de los favores y la atención de la favorita, y vosotros podréis ganar tiempo para averiguar que trama exactamente.

Kore se dirigió con paso firme hacia los aposentos del mago, esta noche iba a ponerle a prueba, a buscar en los recovecos de su mente, sus ambiciones y sus perversiones , y cuando esas puertas estuvieran abiertas, honraría a su señor destripándole, ya que bajo el abrigo de la noche, una serpiente del desierto no tenia rival.

capitulo 10 Akenatón

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Cuando Akenatón entro en la sala de audiencias, acompañado por el misterioso mago y por su esposa la reina Nefertiti, encontró esperándole a todos y cada uno de sus más allegados súbditos. Entre ellos como no podía ser de otra manera, se encontraba el jefe de la seguridad en palacio, el infalible Alkair, el gran médico real Kairka y desde luego su favorita la bella Anuk . Pero los ojos del faraón se habían encontrado con los de la persona con la que más deseaba hablar en ese momento y ese no era otro que su tyaty, el poderoso Kal-el.

-Que llamen inmediatamente a Seti, voy a dictar unos cambios en palacio y unas nuevas normas que se ejecutaran de inmediato.- Akenatón estaba ostensiblemente molesto.

- Kal –el, este es mi nuevo Sacerdote de Atón en palacio. - Dijo el faraón mientras el mago daba un paso adelante. - Todos estáis supeditados a sus órdenes, el ahora es mi voz, mi consejero y mi médico personal. - Akenatón miro con orgullo y desdén a sus súbditos esperando que alguno se atreviera a contestarle para poder ejecutarle de inmediato, pero nadie dijo palabra alguna y un silencio incomodo se instalo en la sala.

- Mi nombre es Henutsen, y en estos momentos de dolor por la pérdida de dos de nuestras princesas, no puedo olvidar, que su muerte ha sido debida sin duda a la debilidad y la traición. Debilidad de aquellos que adoraban a dioses falsos en detraimiento del único dios verdadero el gran Atón. Y traición por ser cómplices y resguardar a proscritos y herejes dentro de los muros de esta ciudad bañada por la luz. Esta noche para dar ejemplo un centenar de adoradores de antiguos dioses serán ejecutados. Akenatón como máximo responsable del orden, no puede permitir que se dañe el Maat. - El mago que había dejado en segundo plano al faraón, también miraba desafiante a los presentes.

Una vez terminadas sus amenazas ordeno entrar a su guardia personal. Ocho corpulentos guerreros ataviados con extrañas ropas, todos ellos con abalorios que les identificaban como fieles devotos de Atón. Su misión principal era custodiar el pasillo que daba a los aposentos reales, pero también la de hacer “desaparecer” a aquellos que se opusieran a los planes de su señor.
Uno por uno el faraón fue dando órdenes expresas a sus súbditos. A kairka le relevo de su mando al frente de los médicos de palacio y le puso bajo las ordenes de Henutsen, el cual ya había anunciado que dirigiría personalmente las embalsamaciones de las princesas. Esta noticia turbo el animo de Kairka, pero al mismo tiempo reafirmo sus ideas de forzar un cambio en el “Horizonte de Atón”. Seti también se vio obligado a estar bajo la supervisión de un nuevo escriba, que provenía de la lejana Babilonia. Aunque bien poco le importaba eso al diminuto maestro del papiro, pues el arrogante mago ya le había dejado claro que las habitaciones que le había sugerido eran indignas de su estatus, y que prefería las más cercanas a Akenatón. Seti solo pudo sonreir por dentro, no quiso que su satisfacción pudiera notarse en su rostro, asi que permaneció impávido ante sus nuevo rol. No corrió más suerte ALkair, que vio como la guardia personal de akenatón organizaba toda la guardia de palacio usurpándole sus poderes y sus tareas. Alkair se había visto convertido en tan solo en unas horas, en un mero soldado más, eso si todavía por encima en rango de sus antiguos soldados.

Con Kal- el las cosas parecía que se hacían con más delicadeza, y si bien el mago le había reemplazado en el tema religioso, sus otras tareas habían quedado intactas, pudiendo seguir organizando la parte diplomática de palacio, junto a los altos cargos de la Casa Jeneret.

Por último quedaba la bella Anuk, su papel en estos diás de dolor sin duda seria consolar al faraón, pero este había tomado una polémica decisión sin precedentes. En privado había ordenado a Anuk que visitara los aposentos de Henutsen esa noche. Semejante acto no puedo humillar más a la joven bailarina, que hizo valer toda su entereza para no caer de rodillas al suelo sollozando. Mantuvo el tipo y respiro profundamente, mientras aceptaba la orden.
Iba a ser una noche muy larga, y todos esperaban que Akenatón entrara de nuevo en razón, por las buenas o por las malas.
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