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Capitulo 19. Dos amigos

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Después del profundo dolor, vino el terrible silencio del final. Los cuerpos de las princesas ya descansaban en las cámaras funerarias. Había sido un trabajo duro y arriesgado, pero parecía que los dioses habían dado su beneplácito al valor de Kairka, un valor que ahora mismo era una de las mejores armas de los rebeldes de palacio. La ceremonia se había llevado es la más pura intimidad, el faraón regente y su esposa, habían rehusado asistir, porque preferían el calor de los acólitos de Atón en estos momentos de dolor. Así pues Kairka tuvo que llorar a las hijas del faraón como si fueran suyas y no encontró ayuda ni consuelo en nadie, que no fueran sus esclavos más allegados , o la aptitud siempre voluntariosa de Seti, el cual nunca le había fallado. A veces un funcionario como Seti, era lo más adecuado, hasta para llorar en su hombro.

Kal -el , quería distracción por eso había escogido para el ejercicio de infiltración a un experto militar como Alkair y a un hombre importante y respetado como Kairka, que llegado el caso podría poner cualquier pretexto a su estancia en esa zona vedada de palacio. La noche se había unido como fiel testigo de sus actos, dándole si cabe más dramatismo a la escena. Con la mente todavía embotada por las sensaciones del ritual de embalsamiento, Kairka busco el consuelo, en el anhelo de su familia, aunque últimamente se había empezado a distanciar mucho de ellos, tal vez porque era el más consciente de que el peligro de una muerte real, era cada vez más inminente. Evoco aquellos años donde había visto crecer a sus hijas, y el recuerdo del día que celebro junto a su esposa su ascenso a medico real, todo ello lo recordó con avidez, pero de forma muy rápida, casi como si fuera una fuerte dosis de recuerdos inyectada a presión en sus venas. Kairka deseo que esa no fuera la última vez, deseaba poder volver a abrazar a sus hijas y a su esposa, y decirles todas las cosas que se había guardado durante estos años. Alkair por el contrario mostraba un semblante serio, había sido desplazado y quería recuperar su honor aparentemente perdido. Aunque el faraón había rectificado, la degradación publica a la que había sido sometido con la llegada del mago, era un trago difícil de pasar para un hombre de su carácter. Esa falta tenía que desaparecer y solo podía caer en el olvido, saliendo airoso de las tareas que le había encomendado Kal-el, la primera quizás la más arriesgada de todas.
El camino estaba iluminado por el fuego de las antorchas que daban un aspecto siniestro a las perfectas y cuadriculadas calles de la ciudad maldita, moviéndose como lo harían dos cazadores en busca de su presa los amigos se acercaron a la zona de perímetro acotado por las fuerzas del mago, que guardaban con extremo cuidado y mucho celo lo que pasaba tras sus puertas.

Los guardias estaban perfectamente entrenados, y en el tiempo que estuvieron observando comprobaron que se coordinaban entre ellos perfectamente. Los cambios de turno eran perfectos, el control de la gente que entraba y salía era férreo, allí no valía de anda la fama o la reputación de uno, si no era bien recibido. Alkair le propuso a Kairka, esperar una noche más, tal vez infiltrarse con los cocineros, sin duda los que más entraban y salían de la zona acotada. Aunque el tiempo era vital para llevar a cabo la misión con éxito, parecía lo más sensato una vez analizada la situación.

-Mañana nos infiltraremos con los esclavos, además el acceso desde las cocinas inferiores, será más fácil, me he dado cuenta que muchos de ellos a determinadas horas, parar para hacer una oración a Atón, ese será el momento, dijo Alkair, mientras buscaba con los ojos un lugar cercano y seguro entre los techos de las casas de la gran avenida.

- Espero que sepas lo que estás haciendo, si nos descubren estaremos totalmente expuestos, dijo Kairka mientras sacaba una pequeña daga de debajo de su manto.

- Esperemos que no tengas que usar esa mortífera arma, Kairka, no soporto ver tanta sangre, dijo Alkair, mientras sonreía para restar gravedad a los acontecimientos.

Treparan hasta un tejado cercano y desde allí estuvieron largo rato en silencio observando. El siguiente paso sin duda seria contactar con Seti, que últimamente andaba enredando sobre las tradiciones y costumbres de los esclavos hebreos, algo que sin duda era normal en el por su increíble ansía de conocimiento, peor que esta vez se estaba tornando obsesiva en su búsqueda de alguien o de algo relacionado con ellos. Si conseguían que centrara su atención en ellos , entonces tal vez, Seti podría ayudarles a ocupar el puesto de alguno de los esclavos que estaban a su servicio.

Pronto llegaría el amanecer y con el , el gran día, Kairka y Alkair necesitaban dormir, así que volvieron apresuradamente a palacio, contactaron con Kal- el y le contaron su plan. Una vez elegido el camino de la sutileza, cualquier plan parecía sensato, Alkair miraba a su Tyaty con resignación, el esperaba sin duda un ataque frontal, sin salidas nocturnas, ni subterfugios, pero Kal- el había elegido otras sendas que recorrer, esperando sin duda que su buen hacer tuviera una recompensa a la altura de su paciencia.

Kal- el capitulo 18

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Kal -el había contenido con gran éxito los primeros envites del mago, gracias a la ayuda de sus compañeros más queridos y a las oscuras fuerzas de la noche. Habia rescatado a su viejo compañero del cautiverio y Kairka se encontraba escondido en los aposentos del propio Tyaty. Esa mañana se levanto y Ordeno a varios esclavos que trajeran los cuerpos de las difuntas princesas para poder terminar con su delicado trabajo de embalsamación . Si bien hacer eso podría ser un acto totalmente inadecuado, la necesidad apremiaba, y Kairka se había consagrado a los dioses, si fallaba, los pecados de su corazón pesarían como un bloque de piedra de las pirámides, si por el contrario mostraba su verdadera e inquebrantable fe por los dioses antiguos, tal vez su corazón seria liviano como una pluma al viento. Kal- el admiraba a Kairka por su férrea voluntad y su minuciosidad en el trabajo, aunque aveces no comprendiera que hay cosas que nunca volverían a ser iguales, nunca.

Mientras tanto, la seguridad se había redoblado y el propio Alkair estaba haciendo guardia en la puerta, las espadas estaban por todo lo alto, y Kal- el había decidido aislar parte de palacio de la influencia del mago. Kal- el mando cambiarse de instancia a Seti y le reubico cerca de él. En su puerta también puso una seguridad extra. La intención de la seguridad que habían creado Kal-el y Alkair, dejaba también bajo su protección a la Casa Jeneret. Nadie podría llegar allí sin tener antes que burlar la férrea defensa de la guardia personal del tyaty, que en estos momentos alcanzaba ya las cuatro docenas.

Las fuerzas de Henutsen habían quedado muy mermadas y se dedicaban a intentar aislar al faraón de los consejos de su tyaty. Pero Seti tenía perfectamente controlados los canales de información y los mensajes llegaban sin problemas a Akenatón. El incidente con Kairka no le preocupaba en exceso al bueno de Kal- el, ya que sabía que tanto Seth como Kore, podían manipular los recuerdos de todos los implicados. Todo parecía funcionar a la perfección asi que era el momento de darse un respiro y revisar juntos a sus compañeros los nuevos pasos a seguir.
Aprovechando que Henutsen había salido con el faraón hacia el templo de Atón, Kal –el completo la defensa de sus dominios. Dejo establecerse cerca de palacio a dos tribus nómadas, famosas por integrar entre ellos a los mayores espías y mejores asesinos de todo Egipto. El joven tyaty los recibió con grandes honores y les agasajo con víveres y pequeños enseres con los que luego podrían hacer trucaje. Este golpe sin duda era definitivo, para aislar al mago, que aunque tenía un gran número de hombres a su servicio, quedaba prácticamente excluido de palacio. Si bien seria un duro rival en las calles y en su feudo principal, el gran templo de Atón, en palacio, su poder había sido reducido a poco más de tres habitaciones y el pasillo que conducía a la puerta sagrada del disco solar, por la que se iba al templo.

Los días se sucedieron, y en poco tiempo el palacio estaba perfectamente dividido. Más de tres cuartas partes estaban bajo el control de Kal- el, y apenas había habido incidentes en ellas dignos de mención. Lo que ocurría bajo el dominio de Henutsen era más problemático, sus entradas y salidas con el faraón en mitad de la noche, eran significativas. La información que había conseguido Seti, era que los hombres del mago habían introducido un sarcófago en palacio y lo habían depositado en le templo de Atón. El sarcófago tenía signos de procedencia babilónica y estaba siendo cuidado con un gran celo.

La situación apenas había variado. Kal –el tenia acceso al faraón, pero los hilos de corrupción tejidos por Henutsen ahora apuntaban a Nefertiti.

Kal –el ordeno llamar a Alkair y al bueno de Kairka para pedirles un favor, tal vez demasiado para sus compañeros ya visiblemente fatigados con la situación, pero esta vez la premura y el buen hacer de sus dos viejos amigos, eran la llave para dar un golpe definitivo.

Capitulo 17 Cuentos del paraíso azul 3

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Athan había conocido a la que sería su esposa cuando los dos eran apenas unos niños. Su padre era un afamado músico de palacio, y dedico mucho esfuerzo destinado a que su joven hijo también se formase en el arte de Melpómene. Los enamorados crecieron juntos ignorando los peligros de un mundo que estaba despertando. Los padres de la joven proclamaban que su hija era un regalo de los dioses antiguos y la habían llamado Astra. Las familias habían acordado que cuando los dos llegaran a la mayoría de edad se unirían en matrimonio. Quedaban apenas unos meses para el enlace y el joven Athan se encontraba de vuelta a su hogar, después de una larga estancia actuando para el rey de Heraklión en las fiestas en honor a Europa. La noche era muy calurosa en alta mar y el joven apenas conseguía dormir veinte minutos seguidos. Así que decidió subir a cubierta esperando encontrar algo de brisa fresca. Ya se veían a lo lejos las luces de Thera, pronto regresaría a casa. Fue entonces cuando Athan se percato que había alguien más estaba en cubierta, un misterioso joven que había estado todo el viaje en la bodega.

-¿Tu tampoco puedes dormir “errante”? – Athan se acerco junto a él y le ofreció un vaso de agua.

- Voy a reunirme con alguien al que no veo desde hace mucho tiempo, y tampoco puedo dormir, debe ser que estoy algo nervioso.

- Mi nombre es Athan , hijo de Tethis y de Critias. Soy músico y pronto un hombre felizmente casado,¡oh, que ganas tengo de volver a mi hogar y poder estar junto a ella!. Te he estado observando y apenas has hablado con nadie, allí abajo solo. Perdona que sea tan impulsivo, pero es que me caíste muy bien desde que te vi.

- Tú también me caes bien. Conozco bien a tu familia a tus padres y a tus hermanos, sois buena gente, por eso decidí embarcarme con vosotros, porque sabía que sería una travesía agradable y segura. Las cenas han sido muy amenas con vuestras danzas y cánticos y las mañanas, bueno las he pasado durmiendo, pero como ya le dije a tu padre, tengo el habito de trabajar por las noches y me molesta la luz del día. Tal vez sea un castigo de Apolo, que se yo.

-¿sabes qué?, creo que deberías asistir a nuestra boda, seguro que también eres del agrado de Astra, por favor honrarías a nuestra familia con tu presencia, ¿lo harás?- Athan parecía entusiasmado.

- Lo haré si así lo deseas. Será para mi un honor que me invites a tu casa y me abras las puertas.

Pasaron tan solo unas horas y el barco llego a puerto. Allí fueron recibidos con los más altos honores y se les escolto hasta palacio. Ante ellos se encontraba la bella ciudad de Akrotini, rica por los bellos frescos de sus casas, que sin duda revelaban el alto nivel de vida de sus habitantes. El arte y concreto la pintura eran una perfecta unión allí. Los frescos abarcaban una amplia gama de temáticas, desde la representación de la vida cotidiana marítima, pasando por la representación floral de la zona, y los deportes cotidianos, hasta las más bellas y enigmáticas representaciones geométricas A los ojos de Athan y los demás habitantes nativos era una señal de la originalidad y la prosperidad de Thera, para los ojos cansados de un errante ser con el alma embriagada por la venganza, solo eran ecos de un mundo que ya no existía. Los azules de las pinturas, típicamente egipcios y el uso del lapislázuli, las representaciones de animales marinos, concretamente delfines, y el acabado final también estaban en clara armonía con la creciente cultura de otra isla cercana que estaba a la vanguardia del nuevo mundo, la isla de Creta. Todas estas conexiones conviertan a Thera en la punta de lanza de un nuevo mundo, un mundo que había nacido para morir abruptamente.

El gobernante de la cuidad, conocido como Atlas, había dirigido sus destinos con mano de hierro durante los últimos veinte años. Todo el mundo decía que estaba tocado por los dioses, pues su fuerza y su juventud, parecían no menguar ni un ápice con el paso del tiempo sino todo lo contrario cada día se acentuaban más.
El reencuentro entre Astra y Athan se produjo cerca de las murallas de Akrotini, se abrazaron y se besaron como si no existiera el mañana. Durante largo tiempo estuvieron charlando y riendo, rebosantes de felicidad. Tenían una gran cantidad de planes por delante, el más inmediato viajar a conocer las maravillas de Egipto, el siguiente intentar formar una familia. Descendieron por la ladera cogidos de la mano, ajenos al terrible acontecimiento que iba a producirse.

Pasaron unos días, y el gobernante Atlas ordeno a la familia de Athan amenizar una fiesta en honor a Poseidón. Sin duda era un acontecimiento social muy importante, acudieran las familias nobles y las más adineradas de la zona, básicamente los grandes comerciantes de cerámica, trigo, cebada y sus los selectos maestros que cultivaban las apreciadas uvas negras.

La fiesta comenzó como las anteriores, los hombres mostraron sus mejores galas, mostrando sus largos cabellos y sus pieles bronceadas. Las mujeres lucían cuerpos de piel más blanca y cubrían sus cuerpos con largas faldas y ropas decoradas con rayas de colores. Atlas tenía una corte de sacerdotisas a servicio y aunque adoraban a los dioses marinos, el culto palaciego estaba destinado a una deidad traída por el gobernador, el “Gran lobo negro “.

Athan cantó las grandes victorias de Atlas y recordó como la civilización había encontrado una luz en la oscuridad, esa luz era Akrotiri y sus habitantes los elegidos para una nueva forma de entender la vida. Después de su épica actuación saludo a sus familiares y allegados y reparo en que el joven de cabello rojo también estaba en la sala. Se acerco a el para saludarle y para presentarle de manera mas formal a su prometida y a su hermanos.

-Bienvenido, espero que hayas disfrutado de la actuación. Athan asió del brazo con delicadeza a la bella Astra y la invito a presentarse.

-Me ha encantado Athan. Así que tu eres la bella Astra, ahora entiendo porqué este maestro de la música consigue su inspiración, rivalizas con las musas, de eso no hay duda.

- Gracias joven viajero. Athan no me ha dicho tu nombre, cuando se refiere a ti te llama “ el errante”, pero seguro que tienes un nombre menos misterioso- dijo Astra mientras hacia una gentil y divertida reverencia.

- Mi nombre no es importante, algunos me llaman Seth, pero un hombre no se define por su nombre, sino por sus actos. Seth sonrió y disculpo ante la pareja, tenia asuntos pendientes que tratar. Antes de irse les deseo una vida prospera juntos y la bendición de una gran familia.

Sin duda “el errante” tenía otro propósito. Alli frente a el volvía a estar uno de sus ancestrales enemigos, si bien fue solo un soldado dirigido por otros seres más poderosos, no dejaba de ser alguien que tenía su nombre escrito en piedra en los pasos de la venganza de Seth. Ahora el bravo guerrero venido del norte se hacía llamar Atlas, tomando el nombre del titán que sujetaba la bóveda celeste, pero su verdadero nombre era Ragnar, en tiempo un antiguo rey de las tierras de Hiperbórea. Seth no quería actuar a la ligera. Sabía que el viejo gobernante contaba con los dones de la noche de su lado, era una poderosa criatura que llevaba milenios alimentándose de la sangre de los más fuertes guerreros y de las más temibles bestias. Asi pues se dedico a observar con cautela a su enemigo, sin duda buscando una rutina en su comportamiento o algún vicio en su alimentación, algo que le llevaría semanas.

Pasaron tres semanas y llego el esperado día del enlace. Athan y Astra se unieron en matrimonio en una ceremonia en el templo de Poseidón, que coronaba el punto más alto de la isla. Acudieron invitados desde todos los puntos de las civilizaciones conocidas. Los gobernantes de las grandes polis griegas, del glorioso Egipto y de Mesopotamia también se unieron, y no faltaron los misteriosos hombres de Thartessos. La tradición dictaba que la gran fiesta tras el enlace durase una larga semana. Pero los gobernantes foráneos abandonaron la isla apenas unos días después, sin duda, el tiempo suficiente para que Atlas hubiera dominado sus mentes a placer y también hubiera tomado esa sangre real que tanto le saciaba. Le gustaba alimentarse de la realeza humana le producía un placer inmenso. La gran ventaja de alimentarse de humanos era que una simple orden era suficiente para hacer olvidar el trance angustioso del mordisco. Muchas veces después de haberse alimentado de sus presas, Atlas solía introducir en sus mentes recuerdos placenteros de orgias, o ensoñaciones, que hacían que los que habían sido mordidos no solo olvidaran el trance, sino que ese vacío en su memoria fuera un “recuerdo” agradable que no sabían explicar muy bien.
Seth se había dado cuenta de la afición desmesurada por la sangre real de Atlas y había encontrado su punto débil. Se había estado dejando ver por palacio y sin duda había dejado caer la información necesaria a los espías del gobernante de que el era un joven príncipe de Thartessos que era “especial”. En poco tiempo, Atlas había recibido esa información y ansiaba beber la sangre de un joven vampiro de la realeza, asi que no fue Seth el que buscó y prepara el encuentro, sino que el mismo Atlas fue el que una noche salió tras el.

Asi fue como en la quinta noche de celebración, Seth se reunió con Atlas, que sin duda había olvidado quien era Seth. Estuvo todo la noche jactándose de su poder y no oculto sus deseos de probar su sangre. Seth fingió ser un vampiro neófito, y sonreía y decía sentirse alagado por tan alto honor, mientras luchaba con su lado más salvaje para no saltar sobre el y desmembrarlo a dentelladas. Según iba pasando la noche, la insistencia del gobernante fue mayor, y Seth accedió a sus deseos. Vertió en una gran copa dorada su sangre y le entrego la copa al ansioso Atlas, que la apuro de un solo trago. La sangre de Seth en sus venas fue un estallido de placer tan inmenso que Atlas perdió hasta la noción del espacio y del tiempo. Cuando se hubo recuperado, su abotagada mente comenzó a despertar, al principio deseando drenar al joven vampiro que creía tener ante el, pero mas tarde, cuando su inteligencia despertó, comenzó a atar cabos, y un miedo inimaginable comenzó a recorrer su cuerpo, con la velocidad del rayo de Zeus desgarrando golpeando la tierra. El pánico le invadió por completo, esa sangre, ese sabor, solo lo había probado una vez anteriormente había sido hace tanto tiempo, que el propio mundo había olvidado esa era. Cuando los dioses eran jóvenes, y la Tierra era el hogar de seres mitológicos ya extintos. No podía ser de otra manera, sin duda se trataba de uno de ellos, de los que creía haber exterminado.

Seth se abalanzo hacia el y le mordió profundamente la garganta mientras intentaba arrancarle la cabeza. La pelea fue tremendamente violenta y Seth tuvo que esforzarse al máximo moldeando las sombras a su alrededor convirtiéndolas en aguijones de oscuridad que ensartaban el cuerpo del gobernante. Cuando todo parecía que iba a acabar allí mismo, Atlas invoco el poder oscuro de la tierra y comenzó a fusionarse con ella, una estratagema que le había salvado la vida en alguna otra ocasión.
-Las entrañas de esta tierra me protegerán. Aquí tu poder es limitado. No tardaré en informar a mi maestro de tu inesperado regreso y cuando eso ocurra podré deleitarme con tu sangre como lo hice con la de la mujer – dijo Atlas mientras su cuerpo terminaba de fundirse n el suelo de la negra tierra.

-El grito de desesperación de Seth se oyó en toda la isla. Había tenido tan cerca la victoria que no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Durante un buen rato estuvo contemplando el lugar donde había desaparecido el antiguo. Entonces pensó para si mismo, que si no podía ir tras él tendría que sacarlo de algún modo. Contaba con una gran baza a su favor y era que el arrogante Ragnar había bebido de su sangre, algo que hacía que Seth pudiera controlar parte de su voluntad. Fue entonces cuando entro en la mente del gobernante y comenzó una dura batalla por mantenerle justo donde estaba. Tal vez no tenia poder suficiente para hacerle salir, pero si para mantenerle inmóvil allí abajo mediante una orden que podía prolongar durante años.
-Seth volvió apresuradamente al banquete de boda, estaba sediento de sangre y rabia, y el rencor anegaba su vieja alma, apenas tenía tiempo, pues el amanecer de un nuevo día era inminente. Sin perder ni un solo segundo se dirigió a la multitud:

-Un gran mal se cierne sobre estas tierras, la oscuridad del submundo ha reclamado esta tierra, debéis abandonarla y no regresar jamás. Seth contemplaba a los lugareños impertérrito, mientras sus ojos azules poco a poco se tornaban en de un color amarillento.

Al principio todos se quedaron atónitos ante sus palabras, pero poco a poco sus voluntades humanas fueron cayendo bajo el poderoso influjo de su presencia, unos minutos después, no quedaba nadie en la celebración que no fuera a abandonar esa tierra y no volver nunca. La salida fue apresurada y violenta y sin duda Seth sabia que ese pánico y desorden traerían muerte, pero un precio que estaba dispuesto a pagar, peso a ello tuvo un ultimo gesto de humanidad.

Seth, salió al encuentro de Athan y le sujeto firmemente por los hombros. Organiza la evacuación de isla, te daré un instrumento para navegar y unas ordenes escritas que has de cumplir sin excepciones. Perdóname por arrebatarte tu mundo, a cambio te daré la llave de otro lugar, donde tu gloria será milenaria. Seth abrazo con cariño y fuerza a Athan y mirándole por última vez le dijo:
-Cuida de tu esposa y sálvala, forma un hogar, te veré en tus sueños.

Seth volvió a arengar las masas, desplegando toda su presencia y les mando un mensaje inequívoco.

-En unas hora no quedara vida en Thera, coged solo lo imprescindible.

Athan , Astra y muchos otros organizaron el éxodo del pueblo de Thera y con ellos se fueron los últimos habitantes de una isla amable y pacífica. Con un rumbo explicado en un papiro y un extraño objeto con forma de serpiente emplumada, el pacifico pueblo de thera se echo a la mar, en buscas de costas jamás descubiertas. Los jóvenes se besaron en cubierta, mientras el cielo se rompía en una torrencial lluvia. Athan leyó con calma las explicaciones de Seth, les llevarían a un enigmático lugar, un lugar llamado Teotihuacan, más allá de los confines del mundo.
Cuando seth volvió sobre sus pasos contemplo por última vez el milagro de thera, se maravillo con su arte y su arquitectura. Cuando llego al punto exacto donde Rganar se había fundido con la tierra, inicio un ritual que cambiaria la faz de la tierra para siempre.

Poco a poco fue reuniendo entorno a el, pequeñas sombras, primero las de los animales y arboles cercanos, luego todas las sombras que proyectaban de los bosques, las, casas y cualquier animal que quedara allí, en poco tiempo todas las sombras que se proyectaban en la isla fueron manipuladas por su poder, y con ellas comenzó a horadar la tierra, la fuerza fue tal que el volcán durmiente de la isla comenzó a despertar, Seth se dio cuenta de que no habría retorno, y genero entorno a el una esfera de oscuridad impenetrable. La tierra se agito violentamente y el volcán entro en erupción, la unión de la fuerza de la naturaleza y las artes oscuras de Seth dejo una cicatriz en la Tierra que aún perdura.
Seth entro una última vez en la mente del derrotado Ragnar, para sentir su dolor y regocijarse con el.

-Mi progenie te dará caza maldito engendro, te cazaran y me vengaran
Seth tan solo se limito a decirle unas breves palabras.
-Que las serpientes de fuego devoren tu alma y se pierda en el olvido. Jamás verás Walhalla.

La terrorífica explosión que aconteció segundos después, fue la mayor que ha conocido nuestro planeta. La emisión de polvo oscureció la atmosfera tan intensamente que oscureció el mundo conocido durante nueve largos días, donde se arruinaron todas las cosechas, llegando incluso a continentes que el hombre no había descubierto por aquel entonces. La isla se había hundido en su mayor parte y aunque ya había amanecido, Seth aguantaba en pie, bajo la densa capa de cenizas, que cubria el sol contemplando el devastador resultado de sus acciones.
Extenuado y al borde del agotamiento extremo, Seth cayó de rodillas, trato de encontrar con la mirada algún animal en las proximidades que le pudiera proporcionar algo de sangre, pero ante el solo había destrucción y muerte. Intento reunir sus ultimas fuerzas para arrojarse al mar, podría encontrar sin duda algo de sustento, cuando se levanto, sintió una mano amiga que le ayudo a incorporarse.

-¿ Eres tu Kore? Llévame a un lugar seguro, estoy muy débil.

Kore ayudo a su maestro y le ofreció de su sangre para que pudiera fortalecerse. Una vez se hubo saciado sEth , volvió a reunir fuerzas para poder caminar de nuevo.

-Maestro, ¿Qué es esta terrible devastación que encoge mi alma?, kore intentaba contener las lagrimas ante semejante atrocidad.

-Le encontré Kore, encontré al hijo del lobo negro, a uno de ellos, Tenía que tomar una medida desesperada y lo hice, ahora se hasta donde llega mi verdadero poder,
-¿Qué ocurrirá ahora maestro?, Los antiguos dioses te harán pagar por esto. dijo la sollozante Kore

- Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos, dijo Seth mientras miraba fijamente el horizonte.

Capitulo 16 Anuk

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Anuk comenzó a desmaquillarse tranquilamente. Rehusó amablemente la compañía de sus esclavas y tranquilamente fue despojándose del maquillaje, de sus joyas y de su ropa. Se tumbó en su cómodo lecho, y dejo volar su imaginación. Sabía que cuando lo deseara podría abrir el papiro y ver cuál era el poema que había escrito el “amigo” de Tutanhatón, pero quería generar más expectativa. Se divertía pensando en la posibilidad de que no hubiera ningún amigo y que el pequeño príncipe le hubiera dedicado sus primeros versos, sin dado algo muy tierno por su parte. Por el contrario fantaseaba con la idea de que alguien cercano a ella, pudiera estar utilizando un cauce poco usual para llegar a su corazón. Tal vez Kal –el había dado un paso adelante y viendo que el fin del horizonte de Atón y el reinado de Akenatón estaban cerca, quería mostrar sus cartas antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras contemplaba el infinito manto de estrellas, comenzó a recordar con cierto rubor los sueños que habían sido tan recurrentes las semanas pasadas, cuando la comitiva griega y los sacerdotes de seth campaban a sus anchas por palacio. Poco a poco fue prescindiendo de recuerdos que pudieran distorsionar el camino que estaba buscando, lo que trataba de evocar, se dio media vuelta y asió con fuerza una pequeña jarra con agua fresca. Hacía mucho calor y Anuk se volvió a tumbar, esta vez con la jarra fresca sujetada entre sus muslos, mientras con su mano derecha iba a la jarra de vez en cuando para recoger algunas gotas de agua y refrescarse. Tras esta pequeña pausa Anuk volvió a contemplar las estrellas y comenzó a imaginarse un inmenso mar azul, se concentró tanto, que las gotas de agua que dejaba caer de cuando en cuando por sus muslos, le evocaban el mismo mar. Quería encontrar un espacio donde poder irse y dejar su mente en blanco, pero últimamente siempre acababa allí en el mar, en un mar inmenso que inundaba sus sentidos trasportándola. Sabía que había dejado tareas pendientes, y le mataba la curiosidad por saber que había escrito en el papiro, pero quería alargar más esa sensación, estaba esperando a volver a soñar con él. Esa era la verdad, ni el faraón, ni Kal –el, ni siquiera la duda de saber si habría un mañana, lo que hacía agitar el corazón de Anuk era el recuerdo del joven sacerdote de Seth, de su pelo rojo, y sus ojos azules. Todos decían que era peligroso, -“No es uno de los nuestros Anuk”- le había repetido Kal-el varias veces.
El ruido de la jarra al romperse contra el suelo, despertó a la joven Anuk de inmediato. Durante unos segundos miro alarmada en derredor suyo, pero no vio nada preocupante, salvo los trozos de la jarra y el agua derramada en el suelo. Sus criadas entraron rápidamente y una vez comprobaron que todo estaba bien, volvieron a irse. Ruth se había dedicado a poner freno al ímpetu de los guardias por entrar, ya que ningún varón podía ver a Anuk desnuda, si no quería perder la vida. Una vez pasado el susto, las criadas terminaron rápidamente de adecentar de nuevo la instancia y se despidieron de la joven. Anuk se había desvelado y se veía incapaz de volver a dormir, así que encontró ese momento ideal, para abrir el papiro y leer el poema. Le desenrollo cuidadosamente y lo extendió sobre la pequeña mesa de su habitación, se sentó sobre sus rodillas y comenzó a leerlo.



Dicen que caminas entre sombras, que ya no recuerdas mi nombre
Dicen que una vez fuiste amante y esposa de un hombre sin miedo
Pero también dicen que te arrebataron tu vida consumiéndola en el fuego
Dicen que viviste en un paraíso ya perdido, olvidado, que nunca será hallado
Si todo eso es cierto, entonces desafiaré a la muerte, por volver a verte
No encontrare consuelo en esta tierra infamé hasta que su sangre derrame
Pagaran con creces sus pecados, por conseguir que me hayas olvidado
No habrá dios en este mundo que soporte mi ira contra el viento del Norte.


Anuk se quedo pensativa, sin duda no esperaba un poema así evocando un pasado incierto.
¿Quién sería entonces el misterioso amigo del pequeño príncipe?, la teoría de Kal- el cobraba más fuerza, aunque Anuk sabía que aunque sentía algo por él no era lo mismo que sentía por el joven sacerdote de Seth. Si todo se iba a destruir, si conseguía salvar su vida y dejar su Maat intacto, entonces, dejaría Egipto, ya lo había decidido, buscaría un lugar rodeado de mar y dejaría el desierto para siempre.
Todavía no había amanecido, la luna llena iluminaba con fuerza las calles de la ciudad. Desde la ventana de palacio Anuk contemplaba su mundo, aunque ella no sabía que no era la única persona que lo estaba haciendo. A tan solo unos cuantos metros, subido al techo de uno de los templos de Atón, una figura desafiaba al firmamento con extraños canticos. Anuk salió de su habitación hacia la terraza más cercana, quería ver más de cerca el espectáculo. Cuando sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la luz de la luna y comenzaba a ver mejor, el cielo se rompió en pedazos y una fuerte lluvia descargo sin piedad sobre la ciudad. Anuk se quedo allí impertérrita, empapándose, no quería perder de vista a aquel que sin duda había provocado a los dioses. El agua se le metió en los ojos y tuvo que aportarse le pelo y parpadear varias veces, para poder enfocar de nuevo la vista. Fue en ese preciso instante cuando perdió de vista la misteriosa figura.

Cuando volvió a su habitación, encontró el suelo mojado con marcas de pisadas. Alguien había estado allí. Recorrió la instancia para ver que estaba todo en su sitio y no faltaba nada. Pero no solo no faltaba nada, sino que al recoger el papiro y enrollarlo encontró un extraño colgante de un material que no conocía, pero que era brillante como el ámbar y de una factura y talla increíbles. Lo observo durante un tiempo, cuando lo toco con sus manos, sintió la necesidad imperiosa de ponérselo, y al hacerlo una voz resonó en su mente

-No te lo quites bajo ningún concepto Anuket.

capitulo 15 Anuk

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Anuk se había despertado muy pronto, no había dormido bien pensando en lo que había pasado con su sustituta. Se encontraba intranquila pensando en las vejaciones y humillaciones que el mago podría haberla hecho. Nada más levantarse salió de sus aposentos en dirección a la instancia de Kal –el. Por el camino encontró algo de alboroto, pero reconoció las mismas caras de siempre de los guarias de palacio, y no vio ni rastro de los soldados de Atón que habían acompañado a Henutsen.Parecía que Alkair volvía a estar al mando. El joven tyaty salió a su encuentro esbozando una ligera sonrisa.

-Venerado Kal- el, estoy intranquila por los acontecimientos acaecidos ayer, por favor te lo ruego llévame con Kore, tengo que saber si esta bien y darle las gracias por este sacrificio. La voz de Anuk transmitía verdadera preocupación.

- Se encuentra descansando en un tempo de su culto, ellos Anuk solo caminan cuando cae la noche, ya sabes que son. Kal- el volvió a romper todo protocolo y formalismo y sujeto ambas manos de Anuk con las suyas

- Todo está bien, no te preocupes, yo mismo la acompañe antes del amanecer fuera de palacio, me dijo que había dominado la mente del mago con engaños sutiles, y que no debías preocuparte. Kal- el soltó lentamente las manos de Anuk y le dedico su mejor sonrisa.

Anuk se paso su mano izquierda por el rostro, estaba claramente nerviosa, aunque ahora el nerviosismo también provenía del trato que en estos últimos días le estaba dando Kal- el. Un trato cálido, alejado de la frialdad de la conducta palaciega, un trato que sobrepasaba los límites de lo permitido sin duda, y que aceleraba el corazón de la muchacha. Anuk estaba muy confusa, su vida había cambiado en apenas un mes de manera radical. Ya no sentía ningún tipo de amor por su faraón, sentía algo más que deseo por su Tyaty, y por si eso fuera poco, estaba él. Aquel que asaltaba sus sueños, aquel que parecía desnudar su alma con sus ojos de serpiente. Anuk respiro se dio media vuelta sonrió a Kal- el y volvió a la Casa Jeneret . Sin duda necesitaba un buen baño y pensar, sobre todo pensar. La situación comenzaba a ser muy embarazosa.

El faraón y su reina Nefertiti, se habían refugiado en sus aposentos y habían delegado todo tipo de contacto y cuidado del resto de sus hijos a sus tutores. Asi fue como Anuk después de haberse relajado decidió visitar al pequeño de la familia, el simpático y risueño Tutanjatón. La joven bailarina siempre había demostrado un gran amor por le hijo que el faraón tuvo con su anterior favorita la bella y frágil Kiya, la cual había muerto en circunstancias sin duda extrañas.
Para Anuk visitar y jugar con el pequeño heredero, era no solo una alegría sino una especie de terapia para aplacar su miedo, su terrible miedo a que los Shemsu Hor se impusieran en esta guerra y que con su victoria anegaran de oscuridad su mundo. Temía por su maat y desde luego la sola idea de que su alma cayera en el olvido devorada por Apofis, era algo que hacía que todo su ser se derrumbara. Cuando esos terribles pensamientos dominaban su mente, poco le importaba ya perder su estatus social, o reafirmarse en su idea de que su historia con Akenatón había terminado. Aunque ostentaba todavía el titulo de la “gran amada esposa”, el trato que recibía no era mejor ahora, que el de cualquier otra, lo que dejaba para ella un panorama desolador.

El pequeño Tutanjatón tenía apenas cuatro años, pero su soltura en el habla y su porte hacían de él un pequeño adorable. Pasaba largo tiempo aprendiendo juntos a un grupo de tutores, entre ellos destacaban las lecciones de Kairka , que no le disgustaban del todo y que solían ser amenas, y por otro lado las de Seti, que eran excesivamente académicas para un niño de su edad y que generaban en el “pequeño faraón” un estado de inquietud casi permanente.

-Bella Anuk he decidido que seas mi esposa. Eres alta, tienes el pelo negro como la noche y tus ojos son bonitos, sabes leer, cuentas los mejores cuentos y no me obligas a comer me todo lo que me ponen, ni a repasar la lección, así que después de pensarlo un rato largo, lo he decidido- ¿crees que deberíamos llamar a Seti para que lo haga oficial?-el joven Tutanjatón

-Pequeñelo, eres muy atrevido. Primero tendrás que crecer un poco más y luego cuando seas un poco mayor seguro que ya no me quieres por esposa – Anuk se ria mientras sujetaba en sus brazos al pequeño.

- Me esfuerzo por crecer Anuk, ayer me concentre mucho y dice Kairka que desde el toro día he crecido mucho y ya soy casi un hombre. Además te he escrito un poema con la ayuda de mi amigo- El jovencísimo faraón se revolvió para bajarse.
Anuk le dejo en el suelo, y el pequeño salió corriendo dando saltitos de un lado a otro preguntando por Seti. Incordio y rebusco por toda la instancia, mientras hacía a todos los esclavos buscar el papiro, mientras repetía, el poemita, ¿dónde está el poemita?

Después de un buen rato. Seti entró en la sala reprendió al pequeño faraón que salió corriendo a refugiarse junto a Anuk.

-Pequeño príncipe heredero, ¿No habrás olvidado la lección de ayer sobre donde guardar tus escritos y cómo?- Seti se inclino ligeramente para reprenderle apuntándole con su dedo índice a la pequeña naricita de Tutanjatón.
El pequeño guardo silencio y apretó con sus manitas el vestido de Anuk, haciendo pucheros, cuando reunió le valor suficiente se dirigió a Seti con medida amabilidad y suma diligencia.

-Ya he recordado donde está el poemita, sus servicios no son necesarios escriba puede irse – Aunque la voz le temblaba un poco intento parecer también seguro, aunque no lo consiguió.

Seti soltó una gran carcajada, y hizo un gesto de negación con la cabeza, acto seguido salió por la puerta de la habitación con paso firme, parecía que el pequeño faraón se había salido con la suya, una vez más.

-Anuk, Anuk, aquí está el poemita, el que me enseño mi amigo. Esta noche te lo lees en tu cuarto ¿vale?, ¿lo harás por mi?, dijo el risueño príncipe.

-Claro que lo haré, mi príncipe. Ahora vete con Ruth, que es la hora de tu baño, y recuerda que tienes que crecer fuerte y sano y entonces igual te dejo que me desposes- Anuk sonreía mientras le lanzaba un beso.

-Una cosa pequeñuelo, ¿Quién ese ese amigo tuyo, el que te ha ayudado?, ¿no será el maestro Kal.-El?

Durante un instante parecía que el pequeño iba a empezar a hablar, pero se detuvo y no lo hizo, sonrió y dijo:

-Es un secreto, futura esposa mía, y debes respetarme. Dicho esto el joven príncipe abandono canturreando la sala.

Anuk se quedo a solas, tranquila y serena pensando en el gran faraón que llegaría a ser Tutanjatón. Tuvo la intención de leer allí mismo le poema, pero pensó que sería mas honorable cumplir su pormesa y leerlo justo antes de irse a dormir, como le había dicho el pequeño. Abandono la sala con el anhelo de recibir buenas noticas sobre el estado del conflicto en la cena, desea recibir buenas noticas, al menos alguna buena noticia.

capitulo 14 Kairka continuación

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Kairka tenía los ojos cerrados y a duras penas había conseguido apoyar la espalda contra una de las paredes del agujero. Sabía que muchos otros habían compartido su actual destino, aunque nunca se preocupo si sus faltas eran o no de la gravedad suficiente para semejante castigo. Comenzó poco a poco a empatizar con aquellos que se dejaron su vida allí, alejados del calor y la luz de la libertad. Con su mano derecha palpo el suelo, y allí encontró pedazos roídos de cuerdas, algún pequeño resto óseo, sin duda de alguien que murió allí, y algunos harapos, que descarto utilizar para el vendaje que necesitaba. El agujero estaba preparado para tres o cuatro personas, pero el joven médico sabía que hubo un tiempo no muy lejano, donde llegaron a arrojar hasta a una docena de personas. Sus ayudantes le habían contado, que muchos de ellos acaban por canibalizar a sus compañeros de castigo, movidos por la desesperación y la hambruna. Empezaban por los más indefensos, los más débiles, sin duda una macabra lucha estéril, pues aunque uno solo pudiera acabar con el resto, al final, el tiempo acababa lentamente con todos.Kairka notaba su frente caliente y sudorosa. A sus fracturas se unía ahora un estado febril que no le hacía pensar con claridad, medio adormilado cerró los ojos y cayó profundamente dormido. Cuando despertó vio a sus pies una buena cantidad de restos de comida, que parecía que había sido cocinada recientemente. Sin duda una mano amiga, había dejado caer algo de sustento para el pobre medico. Kairka desmenuzo la carne y la comió lentamente aunque estaba hambriento, pues Kairka no dejaba de ser un hombre culto y sabia que la ingesta debía hacerla con paciencia, si no quería acabar vomitando. Cuando termino se recostó contra la pared e intento relajar la mente. No pasaría mucho tiempo hasta que Kal- el exigiera su liberación, si realmente controlaba todavía las fuerzas militares de palacio, era solo cuestión de tiempo. Había llegado a un par de buenas conclusiones y se encontraba más animado para comenzar a examinar sus heridas, cuando de repente se dio cuenta que no se había percatado de un hecho importante, y es que no estaba solo allí abajo. Apenas podía distinguir una sombra, y Kairka no hizo siquiera el ademán de intentar ir hacia él, estaba demasiado débil, asi que se limito a preguntar quién era.

-Perdona, no me había dado cuenta de que no estaba solo, mi nombre es Kairka, soy el médico real, ¿Quién eres tú?

Durante un largo periodo de tiempo no hubo respuesta, fue entonces cuando Kairka pensó que igual su compañero de castigo, estaba inconsciente o incluso muerto, cuando ya se había decidido a intentar levantarse y acercarse a él, una voz fría y antinatural quebró el ánimo y la voluntad de Kairka, helando su corazón.

-Soy la noche Kairka, he venido para observarte, para saber si realmente tu alma está preparada para un nuevo el viaje.

-No quiero morir en este agujero infecto, si eres tan poderoso y dices ser quien eres, ¿Qué te impide sacarme de aquí? Soy el médico real de este palacio en mitad de la nada, si he de morir, quiero besar a mis hijos por última vez y despedirme de mi esposa. Si eres tan poderoso ¿podrás concedérmelo?, Kairka desafía a interlocutor, aunque realmente no sabía si lo que estaba pasando era real o era producto de su febril imaginación.

-Kairka no he venido aquí para ayudarte a salir de este agujero, he venido aquí para preguntarte si te acuerdas del día que nos vimos por primera vez, cuando solo eras un niño asustado, el día del funeral de tus padres, estábamos sentados al lado de las columnas de Melkart.

Kairka sintió como un poderoso anhelo recorría todo su ser, y de repente se transportó a su infancia, muy lejos de la tierra negra de Egipto. Su patria estaba al noreste, una tierra fértil, rica en minerales, aceite, y trigo. Se acordaba del gran río que daba vida a la ciudad que le vio nacer, y sin duda recordaba aquel día, lo recordaba como si ahora mismo estuviese allí, cuando los cuerpos de sus difuntos padres eran quemados en la playa. Comenzó a llorar y balbuceó unas palabras en un idioma que no era el suyo, aquel que llevaba años usando, el del pueblo que le adopto.

-Eres tu, siempre has sido tu, la voz que me guiaba en la noche cuando me asaltaban las dudas, la que me animo a estudiar medicina, la que me hizo tener la confianza necesaria para desear llegar a los más alto, y ahora estas aquí, contemplando como todos mis sueños se rompen.

Kairka sintió un profundo ahogo, sabía muy bien que aquel ser, le había llevado miles de kilómetros desde su tierra natal, hasta Egipto con un propósito, reconocía la voz perfectamente, pero era incapaz de ponerle rostro, apenas podía recordar unos ojos azules, que se tornaban amarillos, algo que le producía un gran terror.
Mañana cuando salgas de aquí, reúnete con Seti, repasa con el sus notas sobre los esclavos hebreos y busca aquello que una vez te perteneció, buscalo Kairka, pues ella solo puede ser derrotada con eso. Ahora descansa, no morirás aquí Kairka, tu alma es más poderosa que la fértil tierra del Nilo.
Kairka se despertó de un sobresalto, Alakir había descendido por una gruesa cuerda y le sujetaba fuertemente por los hombros.

-Estas hecho una mierda de camello amigo mío, te dejo un rato solo y mira lo que haces. Alkair sonrió mientras ayudaba a incorporarse con cuidado a Kairka.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí Alkair? Pregunto el médico desconcertado.

- Apenas llevas aquí unas horas, el tiempo que hemos tardado en echarte en falta- ¿Pero Kairka?, hueles a sal, y estas totalmente mojado,¿ se puede saber dónde has estado?

-He vuelto a mi hogar, por un momento he vuelto a mi hogar.

Capitulo 13 Kairka

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Kairka se encontraba concentrado preparando los cuerpos de las jóvenes princesas, cuando un esclavo entró con paso ligero y le entrego un mensaje de Seti.

“La situación militar está controlada, apresúrate.”

La noche había sido larga y penosa, llena de emociones. Kairka había estado presente en el nacimiento de las dos princesas, y había visto como iban creciendo risueñas y ajenas al fatal destino que aconteció en su viaje fuera de palacio. También se unía a sus pensamientos el desconcierto por ver como todo su trabajo había sido tirado por tierra. Esto le había producido un gran pesar, pero el consuelo de que una mente atormentada y manipulada como la de Akenatón no podía obrar de forma juiciosa, le dejo más tranquilo. Kairka había estado no obstante trabajando toda la noche y gran parte de la mañana sobre todo para evitar un confrontamiento con Henutsen, había hecho todos los preparativos y esperaba al mago para que este iniciara el proceso de embalsamación. Los criados elegidos para tan alto honor, aguardaban en silencio sus últimas horas de vida, preparando su alma para el más allá, algo que Kairka comenzó a pensar que debería hacer por si acaso todo salía mal. Cuando el mago llego estaba visiblemente cabreado, y al ver el perfecto trabajo de kairka, suspiro con ánimo de transmitir cansancio y desanimo ante la tarea.

-Medico, he cambiado de opinión. Vacía a estas dos perras y tira sus vísceras, no tengo ganas de perder el tiempo.- Henutsen dio media vuelta y se dispuso a irse.

- ¿Qué tal si te vacio a ti el estomago y saco tus asquerosas tripas? - Kairka sujeto con fuerza el cuchillo ritual mientras miraba a los ojos del mago.

Fue entonces cuando el mago con un rapidísimo movimiento desarmo a Kairka y al tiempo que le provocaba un tremendo dolor de cabeza al utilizar sus artes oscuras.

-Ahora, ¿qué vas a hacer en el suelo desarmado y controlado por mi voluntad?.
Debería matarte aquí mismo y darle tu cuerpo a los carroñeros del desierto. Me estáis empezando a cansar tu y tus amigos. Te dejaré que pienses en tu falta de fe, en un oscuro agujero en lo más profundo de este palacio, y espero que no salgas de allí nunca bastardo. - El mago llamo a dos guardias que recogieron al maltrecho Kairka del suelo y le maniataron.

- Que todo el mundo le vea, pasead la vergüenza de este hereje, y meterlo en el agujero de castigo de Atón. Que nadie le de comer ni beber bajo pena de muerte.¡Marchaos! – El mago volvió a la mesa donde estaban los cuerpos de las niñas y con un fuerte empujón tiro sus cuerpos al suelo.
- Dádselas de comer a los perros esta noche, no quiero perder ni un minuto más aquí abajo.

Kairka estaba confuso, poco a poco comenzaba a poder pensar con claridad, la luz del sol le cegaba, y los comentarios de la gente al verle pasar, iban clavándose poco a poco en su mente.
-¡Es un traidor!,¡Muerte al hereje!- Exclamaba la muchedumbre.


Kairka se había dejado llevar por su amor a las niñas, y lo iba a pagar caro. Pero no tenía miedo, sabia en su interior que su momento estaba por llegar. Un agujero oscuro, no sería suficiente para minar su voluntad.

Enseguida se extendió el rumor por palacio de que Kairka se había negado a llevar a cabo el ritual de embalsamiento de las jóvenes princesas. Aunque la mayoría de la gente creyó la mentira, sus más allegados no daban veracidad a lo contado y veían claramente la mano conspiradora del mago, parecía que esta vez el golpe de mano lo daba el pérfido mago.

Los soldados se dirigieron a las dependencias de castigo y allí vendaron los ojos de Kairka y reforzaron los nudos de las muñecas del médico. Sin ningún tipo de cuidado le lanzaron al agujero que tenía una profundidad de un par de metros. Kairka sintió un dolor agudo en el hombro y en la pierna izquierda, la caída sin duda le había provocada alguna fractura pero no podía desatarse las manos y apenas podía moverse. Fue entonces cuando kairka se encomendó al gran poder de Inhoteph, no tenía miedo, solo el pesar de sentir que iba a morir sin haber conocido cuales eran los secretos que Kal –el guardaba y el destino que les había prometido.

Capitulo 12 Kal -el

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Kal –el se despertó con las primeras luces del alba. No había podido dormir bien. Los hecos acontecidos el día anterior habian turbado su sueño, tenia que actuar si no queria ver la caída de él mismo y de sus compañeros. Sabía que durante el día no podría contar con todo el poder de Seth y de sus seguidores, y que hiciera lo que hiciese tenia que usar a sus más allegados . Tenía que actuar pronto, se repetia una y otra vez, antes de que la gente de palacio se acostumbrara a ver a los hombres de Henutsen gobernarles a placer. Ordeno llamar al gran Alkair y una vez juntos El tyaty le explico sus planes, estos eran recuperar el control de palacio, al precio que fuera necesario. Decidieron doblar la guardia en palacio, una decisión que sin duda molesto y de que manera, al encargado que había sido nombrado por Henutsen, el oscuro mago. Era de proveer que pasados unos minutos comenzara la agitación en palacio, las preguntas, las excusas, todos los pasos dados iban encaminados a dar un golpe de mano rápido y certero. Kal –el organizo concienzudamente la defensa de sus aposentos y su guardia personal estaba preparada para una buena carnicería. Si finalmente se combatía, no habría ni compasión ni prisioneros. La confrontación era casi inminente y el ruido de los Khopesh* presagia un autentico derramamiento de sangre. La rebelión se estaba instalando en “el horizonte de Atón”, y ya no habría vuelta a atrás. Cuando las dos fuerzas se encontraron en el pasillo central cerca de las dependencias de Kal- el , se midieron las fuerzas a primera vista, parecía un enfrentamiento muy igualado, pero Kal- el contaba con una poderosa arma, algo que los supuestos guerreros de Atón habían pasado por alto, y es que nadie llega a ser Tyaty tan joven si no cuenta con poderosos aliados, y los de Kal- el no eran de este mundo.

-Akenatón ha restituido al gran Alkair en su puesto de jefe de seguridad de palacio, vuestro papel queda reservado a la protección de aquel a quien servís, al invitado Henutsen, así pues dad media vuelta, si no queréis ser pasto de Apofis. Kal- el se mostraba majestuoso e incluso su perfecto cuerpo atlético parecía más torneado, sin duda era el hombre más fuerte de Egipto, de eso no había duda.

- ¡No me hables como si fuera tu igual perro del desierto!, ¡deponer las armas o vuestras vidas serán cercenadas!- El guerrero de Atón hizo caso omiso a las advertencias de Kal- el y se lanzo al ataque.

Todo sucedió muy deprisa, a una velocidad imperceptible para el ojo humano. Kal –el y sus guerreros se anticiparon al ataque, y desataron toda la furia de Anubis sobre sus enemigos. Los golpes fueron precisos y demoledores, que destrozaron carne y huesos como si de rollos de papiro se tratasen, despedazaron a sus rivales sin piedad. Los cuerpos mutilados y decapitados de los guerreros de Atón se encontraban esparcidos por todo el pasillo. Kal- el no se había transformado, pero sin duda retenía en su forma humana todo el poder legado por su padre, el caminante Anubis.
Kal –el ordeno recoger los cuerpos y se dirigió con sus leales hombres hacia los aposentos de Akenatón, no encontraron ningún tipo de resistencia a su paso y cuando llegaron a las puertas de sus dependencias escucharon una fuerte conversación entre El faraón y Henutsen.

-Es mi última palabra Henutsen agradezco tus consejos y son prudentes pero Alkair es un hombre honrado con “El oro del coraje”, y no puedo permitir que nadie más dirija la guardia en palacio. Atón me ha hablado esta noche, el disco solar me ha dicho que bajo el brazo de ALkair, estaremos seguros, asi que ni te atrevas a cuestionar eso, Henutsen, nadie conoce mejor los designios de la vida y el tiempo como Atón.

El mago estaba bastante irritado pues estaba desconcertado de ver como Akenatón había escapado en este tema de su férreo control mental, sin duda alguien más tenía acceso a la mente del faraón, de repente sintió un escalofrió, solo había una persona capaz romper su control mental, y dominar una mente ya dominada. La sola idea de imaginar que esa persona estaba aun entre los vivos turbo al mago, que acepto de mala gana la voluntad de Akenatón y salió de la instancia apresuradamente.
Al salir se topo con Kal –el y sus hombres, que le informaron del nuevo cambio de control de la seguridad en palacio.

-Kal- el no sé a que estás jugando, pero te garantizo que si te sigues entrometiendo en mis asuntos con Akenatón tu y tu familia lo pagareis caro. Los ojos de Henutsen solo irradiaban ira, una profunda ira.

Kal –el no contesto se limito a mirarle desde sus dos metros de altura con condescendencia y una leve sonrisa casi malévola. Se aparto a un lado para dejarle pasar y ordeno a sus hombres entrar en la sala .

Cuando entraron Alkair fue tratado como si nada hubiera pasado el fatídico día anterior, recibió la mejor de las sonrisas de Akenatón y Kal –el fue tratado con afecto . Algo había cambiado en el comportamiento del faraón, sin duda los hijos de Anubis no eran los únicos que luchaban por la salvación de las almas de los habitantes de la ciudad, las serpientes de la noche se dedicaban a hacer su trabajo aunque fuera entre las sombras, con la complicidad de la oscura noche.



*khopesh, kefresh o jepesh (ḫpš) es una espada o sable de hoja curva, en forma de "u" o forma de hoz (dependiendo del periodo) con el filo en su parte convexa, utilizada en el antiguo Oriente Próximo y en la zona de Canaán y que se popularizó el Antiguo Egipto.

Capitulo 11 Kore

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La criadas de Anuk habían tenido que maquillarla tres veces, pues sus lagrimas habían roto su maquillaje las dos primeras veces. Se sentía ultrajada, hundida y asustada. ¿Qué seria ahora de ella?, si el faraón era capaz de rebajarla de esa manera a un mero objeto de placer para sus más allegados, eso sin duda significaba el final de su dignidad. Pero Anuk era una mujer valiente, y mientras era maquillada por tercera vez su rostro, se empezó a endurecer, reforzado por la ira y el odio, y sus pensamientos, eran ahora de muerte y de venganza.

Anuk salió en silencio de sus aposentos acompañada por dos guardias de palacio, tuvo un pequeño momento de duda donde casi rompe a llorar de nuevo, pero apretó los labios y pensó que pasara lo que pasara seria el final. Se dirigía con paso firme a las dependencias del mago cuando Kael- el acompañado de una mujer encapuchada les detuvo.
-Anuk , esto no es necesario, ni aceptable. Vuelve a tus aposentos. Nosotros nos ocuparemos de este solucionar este contratiempo.- dijo Kal-el al tiempo que hacia un gesto a los guardias para que se detuviesen.

- Kal- el esto es demasiado peligroso, yo puedo dominar la situación, puedo controlar… - Anuk dé repente se quedo sin palabras, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Los guardias habían caído al suelo sin conocimiento, y la muchacha que había dejado caer su capa al suelo se mostraba ante anuk como si de su propio reflejo se tratara.

Anuk, esta muchacha es Kore, es especial tiene la facultad divina de adoptar cualquier apariencia humana que desee. Ella es una de las cambiantes amenazada por los Semsu Hor. Nos ayudara sustituyéndote, en ciertas tareas. Kal- el intentaba calmar a Anuk, relajando la tensión de su cuerpo y con un tono amable en sus palabras.

Esta mujer es exactamente igual que yo, ¿Cómo puede ser?, Esto no puede estar pasando, yo no sé qué decir –Anuk se encontraba totalmente descolada con la situación, aunque estaba acostumbrada a ciertos acontecimientos inexplicables y de carácter divino, siempre habían sido como ligeras pinceladas en su vida cotidiana, ahora parecía que esos acontecimientos se ponían a la par con los más mundanos, y estaban convirtiendo su vida, en una autentica narración de leyenda.

-No puedo aceptarlo, ese maldito bastardo hijo de mil rameras se aprovechara de ella. Kal –el, no lo permitas, odio a este tipo de hombres, son asquerosos. Anuk se empezaba a recomponer de nuevo y su voluntad era la de hacerlo ella misma, aunque se derramara sangre, o que nadie lo hiciera por ella.

- Nadie la tocará. No debes temer, la sangre de Kore es poderosa y sus habilidades son sobrenaturales, nadie le hará daño. Kal- el beso a Anuk en la frente, sin duda un gesto osado, arriesgado e imprudente por su parte. Anuk se quedo perpleja, pero a la vez tranquila.

-Anuk, el poder de la noche de la tierra negra me protege. Cuando entre en esa habitación haré lo que tenga que hacer para que tu vida en palacio sea tranquila. No has de temer Anuk , eres muy valiosa para nuestro señor. La voz de Kore era tan melosa y sensual que Anuk estaba casi hipnotizada ante su presencia.

-Vuelve a tus aposentos, que nadie te vea. Mañana cuéntales que el mago te trató con cordialidad y que no te puso la mano encima, que solo quería compañía. Dijo Kore mientras le sacaba una de sus pulseras a Anuk de su mano derecha.

- Perdona Anuk, pero había olvidado este detalle, te la devolveré mañana.
Kal- el contemplo como Anuk se daba media vuelta y volvió sigilosamente hacia sus aposentos, una vez solos , el tyaty se volvió hacia Kore y le deseo suerte.
-Ten cuidado Kore no sabemos cuáles son sus verdaderas armas, si necesitas ayuda grita. Dijo Kal- el mientras se disponía a marcharse.

-No te preocupes y descansa, no permitiré que este plan salga mal, mañana el mago estará muy contento de los favores y la atención de la favorita, y vosotros podréis ganar tiempo para averiguar que trama exactamente.

Kore se dirigió con paso firme hacia los aposentos del mago, esta noche iba a ponerle a prueba, a buscar en los recovecos de su mente, sus ambiciones y sus perversiones , y cuando esas puertas estuvieran abiertas, honraría a su señor destripándole, ya que bajo el abrigo de la noche, una serpiente del desierto no tenia rival.

capitulo 10 Akenatón

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Cuando Akenatón entro en la sala de audiencias, acompañado por el misterioso mago y por su esposa la reina Nefertiti, encontró esperándole a todos y cada uno de sus más allegados súbditos. Entre ellos como no podía ser de otra manera, se encontraba el jefe de la seguridad en palacio, el infalible Alkair, el gran médico real Kairka y desde luego su favorita la bella Anuk . Pero los ojos del faraón se habían encontrado con los de la persona con la que más deseaba hablar en ese momento y ese no era otro que su tyaty, el poderoso Kal-el.

-Que llamen inmediatamente a Seti, voy a dictar unos cambios en palacio y unas nuevas normas que se ejecutaran de inmediato.- Akenatón estaba ostensiblemente molesto.

- Kal –el, este es mi nuevo Sacerdote de Atón en palacio. - Dijo el faraón mientras el mago daba un paso adelante. - Todos estáis supeditados a sus órdenes, el ahora es mi voz, mi consejero y mi médico personal. - Akenatón miro con orgullo y desdén a sus súbditos esperando que alguno se atreviera a contestarle para poder ejecutarle de inmediato, pero nadie dijo palabra alguna y un silencio incomodo se instalo en la sala.

- Mi nombre es Henutsen, y en estos momentos de dolor por la pérdida de dos de nuestras princesas, no puedo olvidar, que su muerte ha sido debida sin duda a la debilidad y la traición. Debilidad de aquellos que adoraban a dioses falsos en detraimiento del único dios verdadero el gran Atón. Y traición por ser cómplices y resguardar a proscritos y herejes dentro de los muros de esta ciudad bañada por la luz. Esta noche para dar ejemplo un centenar de adoradores de antiguos dioses serán ejecutados. Akenatón como máximo responsable del orden, no puede permitir que se dañe el Maat. - El mago que había dejado en segundo plano al faraón, también miraba desafiante a los presentes.

Una vez terminadas sus amenazas ordeno entrar a su guardia personal. Ocho corpulentos guerreros ataviados con extrañas ropas, todos ellos con abalorios que les identificaban como fieles devotos de Atón. Su misión principal era custodiar el pasillo que daba a los aposentos reales, pero también la de hacer “desaparecer” a aquellos que se opusieran a los planes de su señor.
Uno por uno el faraón fue dando órdenes expresas a sus súbditos. A kairka le relevo de su mando al frente de los médicos de palacio y le puso bajo las ordenes de Henutsen, el cual ya había anunciado que dirigiría personalmente las embalsamaciones de las princesas. Esta noticia turbo el animo de Kairka, pero al mismo tiempo reafirmo sus ideas de forzar un cambio en el “Horizonte de Atón”. Seti también se vio obligado a estar bajo la supervisión de un nuevo escriba, que provenía de la lejana Babilonia. Aunque bien poco le importaba eso al diminuto maestro del papiro, pues el arrogante mago ya le había dejado claro que las habitaciones que le había sugerido eran indignas de su estatus, y que prefería las más cercanas a Akenatón. Seti solo pudo sonreir por dentro, no quiso que su satisfacción pudiera notarse en su rostro, asi que permaneció impávido ante sus nuevo rol. No corrió más suerte ALkair, que vio como la guardia personal de akenatón organizaba toda la guardia de palacio usurpándole sus poderes y sus tareas. Alkair se había visto convertido en tan solo en unas horas, en un mero soldado más, eso si todavía por encima en rango de sus antiguos soldados.

Con Kal- el las cosas parecía que se hacían con más delicadeza, y si bien el mago le había reemplazado en el tema religioso, sus otras tareas habían quedado intactas, pudiendo seguir organizando la parte diplomática de palacio, junto a los altos cargos de la Casa Jeneret.

Por último quedaba la bella Anuk, su papel en estos diás de dolor sin duda seria consolar al faraón, pero este había tomado una polémica decisión sin precedentes. En privado había ordenado a Anuk que visitara los aposentos de Henutsen esa noche. Semejante acto no puedo humillar más a la joven bailarina, que hizo valer toda su entereza para no caer de rodillas al suelo sollozando. Mantuvo el tipo y respiro profundamente, mientras aceptaba la orden.
Iba a ser una noche muy larga, y todos esperaban que Akenatón entrara de nuevo en razón, por las buenas o por las malas.

capitulo 9 Seti

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Seti había preparado minuciosamente la marcha de sus invitados, que a su vez había sido supervisada por Kal- el. El resultado final de los días de reuniones, cenas y tratados había sido un éxito, y la comitiva griega había prometido volver pronto. Al ser un hombre de rutinas fijas y trabajo diligente, Seti había dejado a un lado todos los sucesos extraños que habían acontecido esta visita, pues se reservaba esa noche para analizarlos con calma. Las noticias que habían llegado a palacio eran que el faraón Akenatón regresaría en apenas unos días. Pero un presagio de muerte rondaba la información que había llegado a sus oídos, pues en una escueta nota, se había pedido que Kairka estuviera dispuesto para llevar a cabo dos embalsamaciones de urgencia. Esa noche Seti, como se había prometido a sí mismo, ordeno sus pensamientos y llego a la conclusión de que los griegos además de advertirles sobre el alzamiento de los seguidores de Horus, ocultaban planes dentro de planes, de los cuales solo Kal- el y Seth parecían conocer sus detalles. Eso le dejaba tranquilo, pero a la vez levantaba en él una curiosidad que siempre había predominado en su vida, el ansía de conocerlo todo, su voraz apetito sobre la información. Algo en lo que ya habían reparado los griegos, algo que Seti consideraba un vicio, pero que para muchos otros era una poderosa arma. Seti había reservado unos aposentos especiales para el mago que llegaría junto a Akenatón, quería tenerlo controlado, conocer todos sus movimientos, y quería que él creyese que los contralaba y mandaba, así que preparó una primera habitación lujosa pero aislada, y luego otra que a todas luces, ofrecía un mejor control sobre aquellos que rodeaban al faraón, incluido a Akenatón mismo, pero que encerraba una trampa, y no era otra que estar en medio de dos habitaciones, y dos pasillos secretos, de los que Seti, era el amo y señor. La noche paso rápidamente y con el día llegaron nuevas noticias, esta vez confirmando los temores del propio Seti, dos de las hijas de Akenatón habían muerto, sin duda una triste y trágica noticia. Hacía muy poco tiempo que había muerto la más pequeña de las seis hijas de Akenatón y Nefertiti, la joven princesa Setepenra, y sin duda este terrible golpe, debía haber minado mucho la voluntad del faraón. Si a eso le uníamos que según decían los griegos, el faraón estaba bajo el control mental de un poderoso mago hacia, que Seti empezara a ver que el sueño de Atón y la revolución cultural en Horizonte de Atón, tuvieran los días contados.
Seti salió de sus aposentos y se puso en marcha para organizar un duro día de trabajo. Necesitaba ver a Kairka con urgencia, pero no pudo dar con el, según parecía había tenido una dura noche de trabajo y todavía estaba descansando, bajo orden estricta de Kal-el de que nadie le molestara. Asi que teniendo en cuenta la gravedad de los hechos, se dispuso a hacer partícipe de ellos a su Tyaty, el cual sin duda optaría por revocar esa orden. Espero impaciente ante la puerta de Kal- el a que Alkair recibiera las órdenes del día, las cuales no eran otras sino salir al encuentro del faraón y escoltarle. Cuando obtuvo el permiso para entrar no dudo un instante en comunicarle los hechos.

-Venerado Kal- el, soy portador de muy malas noticas, dos de las princesas han muerto, creo que debería retirar la orden de no molestar a Kairka y avisarle de la gravedad de los hechos.

- Gracias por la información Seti, agradezco tu ofrecimiento, pero Kairka debe descansar, yo mismo organizare las tareas preliminares, y más tarde llamaré levantar al medico. Se encuentra muy cansado y no podría hacer su trabajo como las princesas merecen. Prepararlas para el viaje no es algo que se deba hacer con premura y sin cuidado, el alma tiene que recorrer un camino y debe hacerse según la tradición sin el más mínimo error.
- Ya he dispuesto la habitación de ese mago, creo que será de tu agrado Tyaty- Dijo Seti mientras esbozaba una ligera sonrisa.

- Sin duda no tienes rival en tus competencias “Gran hombre”, Kal- el le devolvió la sonrisa con un gesto de aprobación.
- Os mantendré bien informado Tyaty. Eso no lo dudéis.

Seti salió de la sala feliz y risueño como un niño, le encantaba sentir que era de utilidad, y más aun le encantaba controlar todo lo que pasaba en palacio. Espero pacientemente a que llegará la tarde y de vez en cuando se paseaba por las inmediaciones de la habitación de Kairka, sin duda tenia cosas que comentarle, y sus rutinarias tareas hacia mucho tiempo que ya no le llenaban intelectualmente, ahora el reto de planear un asesinato, era algo novedoso y excitante en lo que invertir su tiempo.

Cuentos del Paraíso Azul 2

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Cuando era pequeño, el joven Kentu soñaba con el mar. Se había criado cerca del gran lago del sur, y paso su infancia aprendiendo junto a sus padres y hermanos los valores manados de la adoración a Sobek. Conocía la tradición y conocía bien el oficio de la familia, que se había dedicado con esmero al cultivo de árboles frutales durante varias generaciones. Pero sus padres tenían reservada una gran e insólita sorpresa para él, que cambiaría su vida para siempre. Cuando aún era un adolescente, Kentu fue llamado por sus padres una noche de luna llena. Le comunicaron que Anubis le había bendecido con un don, el de poder caminar junto a los hijos del dios por el desierto. El joven sufrió su primera transformación esa misma noche y recibió con orgullo es preciado legado. En poco tiempo se convirtió en el protector de la tribu, y conoció a más cambiantes como él, a más hermanos, todos ellos, eran ahora y por siempre hijos de Anubis. Cuando llego la hora de contraer matrimonio, Kentu pudo elegir sin condiciones a su esposa. Era el líder de la manada y el cambiante más respetado. Durante más de tres días estuvo recibiendo ofrecimientos de matrimonio, que iba rechazando con educación, pero con un cierto aire de pesadumbre, pues no encontraba a la mujer ideal para formar una familia, Kentu se sentía solo e incomprendido, estaba buscando algo pero no sabía el que. Lideraba a su manada y hacía el amor con diferentes mujeres. Cazaba, mataba y honraba a los dioses, su vida era plena, aunque todavía no había encontrado a su compañera de viaje. El tiempo paso, y como la flor del cactus que brota efímeramente, la ilusión se fue apagando de la vida cotidiana de Kentu. Estaba a punto de cumplir ya los veinticinco años, sin duda una edad muy avanzada para no haberse casado y haber sido padre, algo que no gustaba a los más ancianos del lugar. Fue entonces, cuando una noche después de haber dado muerte a unas gacelas, en una de sus partidas de caza, mientras se encontraba descansando, se topó con un joven de cabello rojo, que deambulaba cerca del lago.

-Acércate al fuego si quieres, y caliéntate joven, la noche puede acabar con alguien como tú, si no es precavido- Kentu era hospitalario por naturaleza y no dudo en compartir con el visitante, el fuego y la comida.

- Te lo agradezco, pero me quedaré aquí, aunque el calor del fuego es acogedor, prefiero el abrigo de la noche, se cómo moverme en estas devastadas tierras. El joven se sentó a un par de metros del fuego, y se recostó mirando las estrellas.
- Toda tu vida has estado buscándola ¿verdad Kentu?- El joven continuaba mirando las estrellas mientras del suelo dos pequeñas serpientes jugueteaban en una danza macabra junto a sus pies.

El joven cambiante no se altero, sabía que la noche del desierto guardaba en sus entrañas criaturas que ningún hombre podría soñar, seres tan poderosos y tan viejos, que el mismo mundo, los vio nacer junto a ellos, sin duda Kentu, sabía que ese joven no era un simple caminante de desierto.
-Pero no la he encontrado. Creo que nunca existió, solo recuerdo su perfume. Kentu cerró los ojos y extendió su mano derecha para intentar tocar algo, pero solo encontró el vacio de la noche.

- Buscas algo imposible Kentu, pues no es el perfume de una mujer lo que anhelas, sino el olor de los jardines colgantes de la ciudad que te vio nacer, el ruido de sus habitantes al salir de la gran Casa del Tiempo, el recuerdo de la sonrisa de Anuket, y de aquella vez que nadamos juntos hasta el séptimo anillo.

Kentu comenzó a llorar, sus lagrimas le abrasaban el rostro, poco a poco se daba cuenta de lo que había perdido. Todos los recuerdos comenzaron a agolparse en su mente y una puerta que había permanecido cerrada se abrió, y el recuerdo de una vida anterior emergió en su memoria como un terremoto. Kentu se puso en pie y aulló con todas sus fuerzas a la luna, su alma se estaba desgarrando. Fue entonces cuando busco con su mirada al joven, el cual también se había puesto en pie.

-Sutej, ¡eres tu!, no puede ser, no puede ser. Kentu se abalanzo sobre el y le abrazo con fuerza mientras le zarandeaba.

-Sutej… hace tantos años que nadie me llama por mi verdadero nombre que casi lo olvido. ¿Recuerdas el Gran Azul?, ¿lo recuerdas Inpu?
Las lagrimas de Kentu, no dejaban de brotar, palpaba el rostro de Sutej, mientras le abrazaba una y otra vez, era sin duda el día más feliz de su vida. Tenía un millón de preguntas que hacer y mil cosas que comentar, se sentía de nuevo conectado al mundo, ahora si podía ser feliz.

Los dos viejos amigos compartieron el fuego esa vez, y muchas otras a lo largo de la vida de Kentu. Una vida que fue plena, donde conoció el amor en los brazos de Aitay,” la bendecida”, la cual le dio seis hijos, todos ellos cambiantes como él. Una vida donde vio prosperar a su pueblo, y donde guardo con celo el recuerdo de una vida soñada por los dioses, de un lugar perdido en las arenas del tiempo.
Los encuentros se fueron repitiendo cada vez más espaciados, y un día de invierno muchos años después, el viejo y cansado Kentu, se preparo para su último viaje. Todo el mundo en la aldea pasó a despedirse de él y desearle suerte en su último viaje, aunque los cambiantes solían vivir el doble que un humano, Kentu, era un caso excepcional entre ellos, había vivido casi tres veces más, pues su sangre era singularmente poderosa. Pero el fin estaba cerca y en ese momento cerró los ojos y soño con su amado paraíso azul, con Sutej, con Anuket, con el palacio de los espejos y la avenida de las fuentes y sobre todo soño con el calor de tantos otros a los que echaba de menos, sus padres, sus hermanos, y aquellos maravillosos seres que habían traído la armonía al mundo. Intento evocar nuevamente y por ultima vez el recuerdo de ese mundo, cuando sintió como era envuelto en la más absoluta oscuridad, perdiendo la noción del tiempo. Cuando abrió los ojos alertado por el inconfundible olor de los titánicos jardines colgantes de su ciudad soñada, no pudo contener la lagrimas. Camino lentamente por las avenidas iluminadas por una luz turquesa que parecía robada directamente a los dioses, ningún hombre, o criatura podía imaginar ese lugar, la morada de los dioses, el sueño eterno. Kempu escucho unos pasos detrás de el y se dio la vuelta tranquilamente, esperando encontrar a Anubis para que le llevara al juicio por su alma, pero encontró a un viejo amigo, eternamente bello, eternamente joven.

-Ya estás en casa amigo mío, ya estás en casa, dijo Sutej mientras sonreía.

capitulo 8 Kairka (continuación) 2

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Kairka había sido despertado de su placentero sueño, Kal –el requería su inmediata presencia cerca de las cocinas. Mientras se vestía comprobó que los soldados estaban uniformados cuidadosamente para combatir el frio de la noche y era muy posible que su Tyaty le quisiera para algún asunto fuera de palacio, así que anticipándose a los acontecimientos se vistió de forma adecuada para soportar las bajas temperaturas. Una vez en las cocinas esperó con paciencia a Kal- el y se lleno de satisfacción al comprobar que el objetivo claro de esa noche, era lo que ellos mismos solían llamar “centrar las cosas”. Tras una breve conversación con su guardia personal, les ordeno que esa noche reforzaran la seguridad en los aposentos de Seti, Anuk y Alkair, algo que no dejaba de preocupar al joven médico. Una vez todo quedo asignado salieron de palacio y deambularon por las calles de la ciudad, perfectamente trazada y planificada, casi de ensueño. Un mérito que ni siquiera en estos momentos Kairka le quería arrebatar a su turbado faraón.

-Detengámonos aquí Kairka, debemos esperar a un amigo. - Kal -el se mantenía alerta vigilando que ningunos ojos curiosos supieran que hacían allí.

- ¿Un amigo?, si tu lo dices. - Kairka ya sabía de quien se trataba, y no era una cosa que le tranquilizara ni mucho menos.

La luna brillaba esa noche con gran intensidad y la vista del joven médico ya se había acostumbrado a la oscuridad, cuando pudo ver al final de la gran avenida principal a un joven caminando con paso firme. Kairka confirmo nuevamente sus sospechas. Nada bueno podía salir de aquel encuentro.

Cuando Seth llego a su altura se descubrió el rostro y sonrió. Saludo con respeto a Kal-El y se quedo mirando fijamente a Kairka, que comenzó a sentirse más tranquilo. Una vez acabaron los saludos y las formalidades Seth tomo la palabra.
-Su casa está cerca del templo de Atón, en la cara sur, debemos ser rápidos y precisos. Kairka, tu atenderas a la mujer en el parto y Kal- el y yo nos ocuparemos del huésped.
- ¿El parto?, ¿qué parto?, ¿ de qué estáis hablando?- Kairka miraba a Kal- el en busca de una mirada amiga, estaba realmente desconcertado.

- Si es quien dice ser, Seth, no va a ser tarea fácil, deberíamos evacuar la zona, alguien podría salir herido, alguien inocente. - Kal –el miro a Seth esperando su aprobación.

- Siempre muere algún inocente Kal- el, no podemos arriesgarnos a que se escape- Seth desenvainó una espada con el filo negro como la noche e inicio la marcha.

- vamos Seth, tu no eres así, haz eso que sabes hacer tan bien, diles que no salgan de sus casas… Seth ¡por favor!. - Kal- el sujetaba el brazo izquierdo del joven sacerdote con amabilidad, pero con firmeza, esperando una respuesta.

- Esta bien, vosotros adelantaros, yo me ocupare del resto, pero no actuéis hasta que yo no esté de nuevo con vosotros, ¿me oyes Kal- el?, no lo hagas. - Seth envainó su espada, acelero su paso y de un potente e inhumano salto subió al segundo piso de la casa más cercana. Una vez allí se perdió en las sombras.

- Algún día tienes que decirme de que va todo esto Kal- el, porque me va a provocar un mal en el estomago, y no es broma. - Kairka sonrió y paso su mano por encima del hombro de Kal- el, - Vamos amigo mío a ver qué nueva aventura me has preparado.

Pasaron los minutos, y llegaron con sigilo a la casa marcada. Entrar sin ser vistos fue relativamente fácil. Esperaron agazapados y en absoluto silencio la llegada de Seth. La espera se hizo casi eterna, y cualquier ruido por mínimo que fuera aceleraba el corazón de Kairka, el cual se sentía como un vulgar ladrón rondando en casa ajena con la complicidad de la noche. Kal –el desenvaino su espada lentamente y Kairka le miró perplejo y en voz muy baja le dijo:

-Espera al sacerdote Kal –el , que nos vas a meter en un lio. Dijo kairka mientras miraba a Kal- El con aspecto de reproche.

-No te preocupes, esta delante nuestro. Puedo oler a esa serpiente del desierto a cientos de kilómetros. - Kal- el se incorporo y tomo una forma defensiva.
Cuando Kairka focalizó la vista al pie de la escalera, vio como las sombras comenzaban a arremolinarse en el suelo y poco a poco se elevaban dando forma a una figura de aspecto familiar, que no era otro el joven sacerdote de Seth. Una vez completada la transformación, pudo ver claramente los escalones que conducían al piso superior iluminados por el filo de la espada del joven.

Al empezar a subir las escaleras notaron un olor a carne podrida nauseabundo. Y comenzaron a escuchar gruñidos y llantos. Agazapados en las sombras, vieron que en la habitación más próxima una mujer en avanzado estado de gestación se encontraba maniatada a la cama, y con un aspecto de desnutrición severo. Kairka en un primer vistazo se dio cuenta de que no pasaría de esa noche si no era liberada. En el suelo de la habitación yacía un hombre corpulento al cual habían despedazado. Sus miembros estaban esparcidos por toda la habitación y su cabeza parcialmente devorada estaba clavada en una lanza junto al acceso a una pequeña instancia contigua.

Seth se arrodillo en el suelo de la habitación y estirando su mano manipulo las sombras de la misma hasta que formo una perfecta y casi solida barrera de oscuridad separando las habitaciones. Kal- el entonces se giro hacia Kairka y le dijo:
- Quédate aquí no te muevas. Y por lo que más quieras, salva a esa mujer y a su bebé, y no mires al otro lado, si no quieres perder la cordura.

Kairka cerró por un instante los ojos y vio como seth y Kal- el penetraban en la oscuridad. Al abrirlos se encontró solo en la habitación y rápidamente desató a la mujer. Se puso manos a obra, y rezo al gran Thoth, para que pusiera en marcha todo su conocimiento aprendido en la “casa de vida”. Kairka rebusco en la habitación y bajo una y otra vez abajo buscando cualquier cosa que le pudiera ayudar con el parto, y sobre todo algo para darle fuerza a la joven embarazada, que apenas se encontraba con un hilo de vida. El tiempo parecía jugar en su contra, pero Kairka era un hombre sabio. Por eso aun siendo tan joven, era el médico real, había sustituido con creces a Pentu, y había elevado el conocimiento de la medicina un nivel más. Pero esta no era la forma más adecuada de trabajar, con apenas luz, improvisando lo que necesitaba cada vez, y escuchando de fondo una serenata de aullidos, gritos y llantos que hacía casi imposible que pudiera concentrarse. Pero aun con todo y con eso, Kairka se impuso y Thoth le bendijo con la gracia de traer al mundo una nueva vida.

El bebé había nacido sano, pero la madre se encontraba ya muy cerca de tener que rendir cuentas ante Horus, su muerte era casi inminente. Kairka grito pidiendo ayuda, ahora la medicina no bastaba necesitaba algo de magia, y de eso el no sabía nada. Fueron unos minutos muy tensos, mientras el joven doctor, veía como esa pobre muchacha iba muriéndose poco a poco. Cuando todo parecía llegar a su final irrumpieron en la habitación dos grandes criaturas humanoides con cabeza de Chacal. Para Kairka no había duda, eran los guerreros ancestrales de Anubis, que venían a reclamar el alma de la joven desde el inframundo.

Pero no fue así, y uno de ellos, que portaba un báculo, con una gran turquesa incrustada en el, se arrodillo ante ella, y comenzó unos extraños rezos en una lengua muy antigua, de la que Kairka apenas podía entender algo. Una luz azul ilumino la instancia y penetró por la boca de la joven insuflándola de nueva vida. Kairka apenas podía contener su miedo ante esa increíble visión y se arrodillo pegado a una esquina de la pared, esperando un final rápido e indoloro para el. Pero Kairka no encontró eso, sino más bien unas palabras amables de gratitud que apenas puedo entender, y después de eso la calma. Los hijos de Anubis habían abandonado la sala y se habían llevado a la mujer y al bebé y fue entonces cuando Kairka rompió a llorar, mezcla de la tensión, el miedo y la satisfacción por haber salido airoso de semejante empresa,pero su cuerpo decidió darse un respiro a tanta tensión y cayo sin conocimiento al suelo. Desde el otro lado de la habitación Kal –el y Seth le observaban con admiración, habían terminado su trabajo, ya solo quedaba regresar a casa.

-Sin duda es uno de los nuestros, siempre fue el mejor. Kal- el recogió a Kairka y lo cargo sobre sus hombros.

- Y pronto se acordara de ello, muy pronto. - Dijo seth al tiempo que se fundía en las sombras, para perderse en la profunda oscuridad de la noche.

capitulo 8 Kairka (continuación)

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Kairka estaba totalmente desconcertado, todo cambiaba rápidamente en “el horizonte de Atón”. La fortuna era variable como la luna, y en poco tiempo te podía sonreír o darte la espalda. Kairka estaba seguro de que esta vez la fortuna, les había abandonado para no volver. Decidió pasar esas últimas horas antes de la reunión repasando mentalmente el comportamiento de sus invitados, de sus amigos y de el mismo, esperando encontrar una conexión entre ellos. Tan solo pudo llegar a una conclusión muy arriesgada, los griegos podían manipular las mentes a voluntad, algo que sin duda le producía un enorme terror.

La cena estaba a punto de comenzar. La sala nuevamente había quedado despejada y solo estaban unos cuantos elegidos. Kairka confirmo sus sospechas al entrar en la sala y relajarse por completo. No era normal sentir tanto terror antes de entrar y encontrarse terriblemente cómodo en presencia de la comitiva griega, aunque viéndolo ahora desde la renovada tranquilidad, que importaba quienes eran y que propósitos ocultaban, si eran unas personas tan agradables.
Esta vez junto a la abundante comida y la bebida no hubo lugar para el subterfugio, y los griegos no ocultaron sus verdaderos apetitos. Kairka pudo comprobar como el contenido de sus copas no era sino sangre. En otras circunstancias el mismo habría ejecutado a esas bestias del inframundo, pero Kairka era muy consciente de los poderes que le rodeaban y sin duda se sentía más cómodo en su nuevo rol observador. Además Kal- el le había asegurado que los griegos estaban de su lado, y fueran o no humanos que desde luego no lo eran, estaban allí para velar por ellos.

-Los sacerdotes de Horus se van a alzar en breve Kal-el , pero no será ahora. Sus planes a corto plazo son los de introducir en palacio a uno de sus magos más experimentados y controlar poco a poco el entorno del faraón, al que por cierto tiene ya bajo su control mental. Nosotros dejaremos mañana el palacio para no levantar sospechas y borraremos selectivamente el recuerdo de que estuvimos aquí, solo dejaremos que unos pocos sepáis la verdad.- Homero hablaba con cordialidad mientras todos los demás en la sala prestaban atención a la conversación sin apenas parpadear.

- ¿Quién está manejando a las masas en Tebas?, son ellos los Shemsu Hor?- dijo Kal –el mientras servía un poco más de vino a Alkair.

- No, las revueltas de Tebas, no tienen nada que ver con esto. Aquí están ocurriendo dos cosas a la vez. Por un lado tenemos a los humanos cansados de un faraón al que se le agota el crédito y que tarde o temprano acabaran con esto. Algo que a nosotros no nos importa y que a vosotros tampoco os importara en el futuro. Otra cosa es lo que está pasando en las entrañas de esta nación, los Semshu Hor han despertado y quieren aniquilar a todas las criaturas mágicas de esta tierra. Cambiantes, magos, Primeros Nacidos, animas, quieren acabar con todos. - Homero hizo un gesto con su mano para que la gente se acercara más a el. El tono de su voz se torno más leve, y su complicidad más intensa.

- Ellos quieren acabar con miles de años de tradición, son ellos los que realmente quieren imponer un único dios, pero no a los mortales con sus efímeras existencias, sino a nosotros los que caminamos en las sombras.
- ¿y por qué deberíamos nosotros preocuparnos por vosotros?, ¿acaso no somos también mortales?- Kairka había conseguido con gran esfuerzo replicar las palabras de Homero.

- Porque si no nos ayudáis Kairka, los Semsu horn, asesinaran a todos los herejes de palacio, e irán primero a por los más próximos a Akenatón. Os maldecirán para siempre y vuestras almas caerán en el olvido, devoradas por Apofis, por eso nos vais a ayudar Kairka, porque depende vuestra alma de ello.
Un silencio angustioso inundo la sala de temor e incertidumbre, y todos los egipcios sintieron un terror como jamás lo habían sentido. Anuk apenas podía retener las lágrimas en sus ojos, y Seti y Alkair se habían quedado petrificados, el rictus de terror de sus rostros era casi inhumano.

-Pero no tengáis miedo, porque tenéis al mejor de nosotros protegiéndoos, a vuestro Tyaty. Kal-el es sin duda un seguro para vuestras vidas y el y su pueblo velaran por vosotros. – Esta vez había sido Orfeo el que había hablado mientras acaricia con sus dedos una preciosa lira de plata.

La cena continuo y los griegos como habían prometido se dedicaron a enredar en las mentes de quieren creyeron conveniente, tenían que saberlo todo, pero igual era mejor que no recordaran todo, especialmente lo de la condenación de sus almas, algo que sin duda era muy importante para sus creencias . Así que encerradas entre las notas musicales de la lira y del canto hipnótico del joven Orfeo , salió una canción tranquilizadora que borro esa angustia por sus almas, aunque también reforzó la idea de que había que luchar contra el alzamiento de los seguidores de Horus. Poco a poco la sala se fue despejando de comensales y al final solo quedaron los jóvenes egipcios, sentados en circulo y sin mediar palabra, esperando que alguno de ellos hablara, pero nadie lo hizo. Cuando estaban a punto de levantarse para irse, Kairka vio como el joven sacerdote de seth no había abandonado la sala y les observaba desde la puerta.

-¿Quieres unirte al grupo sacerdote?, ¿tienes algún plan para salir de esto?- Kairka le sonrió con tono irónico.

- Solo uno, - respondió Seth. - Un baño de sangre.

capitulo 8 Kairka

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Cuando salio de los aposentos de Anuk, Kairka era consciente de que había mentido por partida doble. Primero al afirmar que nadie había estado esa noche en la habitación a excepción de la joven, y en segundo lugar al tranquilizarla restándole importancia a la sangre derramada. Nervioso y un tanto confuso, deambulaba por palacio intentando encajar todas las piezas del rompecabezas. La sangre no era humana eso era un hecho, su cautivador olor y sobre todo su color negruzco eran demasiado inusuales para serlo, pero ¿Qué clase de animal o criatura se había colado esa noche en la habitación de Anuk?. Las dudas asaltaban su mente. Como buen medico había aprendido a observar detenidamente, y había aprendido también a comprender mucho del lenguaje corporal de la gente y de sus emociones. Anuk y Kal- el tenían un lenguaje secreto eso era un hecho, pero no había sido el Tyaty quien había estado esa noche con ella. La criatura fuera quien fuese, se movía entre las sombras, no era humana, y tenía un especial interés en la muchacha. Kairka resoplo y quiso por un momento que todo volvería a estar como hace un mes, cuando Akenatón le felicito públicamente por el cuidado y el mimo que dedicaba a sus hijas, o cuando Alkair y Seti le invitaron a una estupenda cena cuando viajaron a Tebas para traer unas hierbas selectas para sus operaciones. El joven medico, comenzó a recordar el extraño comportamiento de los griegos, sus copas vacías, sus platos intactos, su presencia perturbadora. Espero pacientemente el regreso de Kal-el y literalmente le abordo cuando este se dirigía a preparar la ultima y vital recepción con los griegos, en las que se tomarían decisiones vitales para el país.

-Kal –el los espíritus de la noche moran en estos muros, Anuk esta en peligro- La voz de Kairka se alzaba con fuerza, el rictus de su cara era de autentica preocupación.

-¿Qué sabes de los Sensu Hor, Kairka?- Dijo Kal –el mientras fijaba su mirada en los ojos de Kairka.

- ¿los Shemsu Hor?, se supone que eran los primeros seguidores de Horus, gobernaron esta tierra antes de que dejaran su legado a los hombres, al gran Menes, el primer faraón… ¿Kal –el?, no se a donde quieres llegar, ¿de que estas hablando?, me tienes muy preocupado- Kairka nunca había contemplado a su Tyaty tan abatido.

-Los Shemsu Hor se han alzado de nuevo y reclaman esta tierra para gobernarla desde el inframundo, ahora todo depende de su enemigo ancestral para que salgamos con vida. Kal- el hizo una larga pausa mientras pasaba una pareja de soldados haciendo su ronda, en cuando se volvieron a quedar solos, se retiro a un pasillo secreto que solo el conocía e invito a Kairka a seguirle.


-Kairka te necesito más sereno que nunca, y tienes que creerme. Este palacio es seguro porque está guardado por mis más leales, pero fuerzas oscuras han extendido su maldad sobre esta ciudad- Kal el continuaba andando por el angosto pasillo mientras guía a Kairka hacia una sala en la que jamás había estado.

Durante el recorrido Kairka no podía dar crédito a lo que veía, galerías y pasillos con un trazado casi imposible, bajo relieves contando la historia de unos seres ancestrales que habían gobernado Egipto mucho tiempo atrás incluso antes de la llegada de los guardianes de Horus. Todo ese conocimiento estaba llevando al joven médico a un estado de excitación e intranquilidad que se alejaba mucho de los deseos de serenidad que Kal- el le había pedido anteriormente, para Kairka mantener la cabeza fría, era ahora mismo una tarea imposible.

- Mira con detenimiento esto Kairka y no lo olvides jamás, estos son los Primeros Nacidos, los hijos de la noche, los que no han de ser molestados. – Kal –el transmitía cierta nostalgia al hablar, algo que termino por desconcertar al joven médico.

-Esto no puede estar pasando, Atón caerá sobre ellos y los aplastara con su luz, Kal- el, ¿estás adorando a los antiguos dioses?- Kairka intentaba transformar su miedo en rabia.

-Atón no tiene nada que hacer aquí, solo es el delirio de grandeza de un loco idealista. Kal- el no estaba para bromas, y el tono de su voz, no era para nada tranquilizador.


Durante unos segundos Kairka, quiso gritarle hereje y saltar sobre él, pero sabía que Kal-el tenia razón, los antiguos dioses continuaban muy presentes en la vida cotidiana subsistiendo en el culto privado, peor alimentados, por las plegarias de tantos y tantos que desesperados acudían cada noche a ellos buscando consuelo. Kairka comenzó a llorar de pura rabia.

-Esto es muy serio, realmente los dioses se alzaran y todos seremos condenados a ser devorados por Apofis, por nuestra herejía. - Kairka cayó en el suelo derrotado ante la perspectiva de un futuro realmente nefasto.

-Sí, es una cosa seria, pero nosotros también contamos con nuestras armas, y los dioses saben que no les hemos abandonado, ahora solo queda saber quien dará el primer golpe. Kal- el levanto a Kairka del suelo y trato de consolarlo.


- ¿Los griegos?, ¿Quiénes son realmente? –Kal -el dime algo, ¿no habrán venido a ejecutarnos no?

-Ellos están de nuestro lado. Esta noche tenemos que asegurar nuestra seguridad y demos escuchar su consejo. Las cosas no podrían estar peor.

-Si ellos están de nuestro lado, ¿Qué criatura esta rondando a Anuk?, ¿Quien se mueve entre las sombras de este palacio a placer?


-Me temo que un poder muy antiguo que trae la muerte Kairka, aunque esta vez está de nuestro lado.

CAPITULO 7 Anuk (continuación 2)

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Los gritos de Sarah resonaron en la habitación alarmando a los guaridas. Anuk se encontraba tumbada en la cama boca abajo. Bajo ella un gran charco de sangre presagiaba lo peor. Nadie se atrevía a tocarla, pasaron unos minutos de una gran tensión, y casi sin aliento Kairka entro a trompicones en la instancia.

-Anuk! -grito asustado mientras la giraba para comprobar si aun respiraba.

Anuk se despertó sobresaltada, con la primera bocanada de aire fresco, noto como el sabor cobrizo e inconfundible de la sangre bajaba por su garganta. Asustada comenzó a gritar de pura desesperación.

-Tranquila, tranquila- Kairka había roto cualquier protocolo o formalismo y estrechaba entre sus brazos a la joven bailarina intentando que mantuviera la calma.
- Sarah trae dos jarras con agua fría, date prisa, y manda que avisen a nuestro Tyaty, es muy urgente. Date prisa – la voz de Kairka era de una gran preocupación, aunque en ese breve tiempo, había tranquilizado un poco su alma. La sangre que manchaba la cama y el cuerpo de la joven era de una tercera persona.

-¿Esta aquí?, ese maldito demonio. Kairka, Kairka, dime que todo ha sido un mal sueño. Anuk cubrió su cuerpo con una capa de lino, mientras intentaba recomponer su figura.

Kairka tomo el control de la situación. Cuando un asunto requería su presencia de forma tan grave, nadie, ni siquiera “la venerable”, podía intervenir. Ordeno a dos jóvenes esclavas que limpiaran con cuidado el cuerpo de Anuk, para certificar que no tenía ninguna herida sangrante. El cuerpo de la joven no presentaba ningún signo de violencia, asi que el buen doctor se centro de nuevo en intentar descifrar de donde había venido esa sangre. Comenzó a rebuscar entre la cama y encontró una fuerte combinación de olor a sangre, pero también a sexo. Esto termino de desconcertar al joven medico, que de forma delicada le pidió a Anuk que abriera las piernas y le mostrara su sexo. Anuk se quedo durante unos segundos petrificada, y no por le hecho de tener que ser auscultada por el médico, sino, porque el miedo que le producía la posible respuesta del doctor, la atenazaba. Reunió el valor suficiente y con una leve y forzada sonrisa accedió a ello. Kairka ordeno a Sarah que pasara un paño de lino por los genitales de Anuk, y que se lo mostrara. Cogió el pañuelo y lo estuvo observando y manipulando durante unos minutos. Pasado un tiempo que para Anuk se hizo eterno obtuvo una respuesta.

-Esta noche no ha habido nadie aquí, Anuk. Tu honor esta intacto. Este acontecimiento solo puede estar inspirado por Aton, es un presagio de tu gran fertilidad.- Kairka sonrió y pidió un cuenco para lavarse las manos.

Anuk se quedo más tranquila, aunque en su mente comenzaba a formarse una duda, sobre sus sentimientos. Sus sentimientos hacia su Faraón, su dios viviente. Hacia Kal- el quien tanto la había ayudado, y sobre todo hacia ese diablo de la noche, ese maldito sacerdote de Seth, que irrumpía en sus sueños. Todo era demasiado confuso. Anuk tomo un baño y tranquilizo a sus criadas. Se relajo y espero con impaciencia la noche. Hoy iba a ser el último día con los griegos antes de que partieran a sus lejanas tierras, y Anuk quería estar perfecta para la ocasión. Aunque hoy mandaba la política y era un día para Kal- el y para “la venerable”, Anuk quiera tener su pequeña porción de gloria. Cuando termino el baño y comenzaron a maquillarla y a vestirla, sintió como su cuerpo estaba lleno de energía, una energía vital que desconocía. Interrumpió durante unos instantes a sus criada, y sintió curiosidad por probar su tobillo. El resultado no podía ser más increíble, sin duda los cuidados de Kairka, habían dado resultado.

Cuando Kal- el entro en la habitación miro fijamente a Anuk, y se dirigió rápidamente hacia ella.

-¿Estas bien? – dijo al tiempo que se sentaba junto a ella.

- Si, estoy bien, estoy increíblemente bien. Todo ha sido un susto, Kairka dice que es una bendición de Aton.

-Anuk, doblare la guardia en tu puerta esta noche, ya sabes que para mi tu seguridad es lo primero, no podría fallarle a nuestro amado faraón- Kal –el se acerco más a Anuk invadiendo su especio vital.

- Entonces prohíbe la entrada a palacio a ese sacerdote de pelo rojo, su presencia me turba, creo que lleva algún demonio dentro, Kal- el ,le quiero fuera de aquí- el rostro de Anuk se encontraba a escasos centímetros del suyo.
El Tyaty tomo distancia y se levanto, esbozo una ligera sonrisa e intento quitarle hierro al asunto con un tono de voz más dulce.

-Anuk, ese joven es el mayor sacerdote de Seth en Egipto. No obstante se hace llamar Seth asi mismo, el maldito vanidoso, pero no es más que un pobrecillo adorador de dioses extintos y caducos, sus días están contados. Tenerle aquí es una prueba de buena voluntad, para que los ánimos se calmen. No queremos que nuestro amado faraón Akenaton, vea que su pueblo tiene dudas, ¿verdad?. Pues entonces dejémosle beber nuestro vino y comer nuestro pan, porque es lo único que sacara de aquí. Kal- el parecía muy seguro de si mismo y transmitió esa seguridad a Anuk.

-Esta bien, tu sabes como llevar estas cosas. Gracias Kal –el , ahora si me permites querría terminar de arreglarme para la fiesta.

Kal -el, salió de la habitación con paso firme y mientras Anuk observaba como se marchaba su Tyaty, seguro de si mismo, confiado y valiente pensó en lo injusta que podía ser la vida. Ella lo tenía todo, tenía un mundo a sus pies, mientras otras chicas de su edad estaban condenadas a vivir casi en la miseria, a ser vendidas, o a no ser más que objetos. Ella había tocado el cielo, era la favorita de Akenaton, pero algo en su interior le empezaba a decir que esa vida no era la que le tocaba vivir. Una vez pasado el susto, y con sus pensamientos en orden, Anuk cerro los ojos buscando la paz, y sin duda no dejo de ser curioso descubrir, que su mente buscaba tranquilidad en las fuentes del Nilo.
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