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capitulo 9 Seti

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Seti había preparado minuciosamente la marcha de sus invitados, que a su vez había sido supervisada por Kal- el. El resultado final de los días de reuniones, cenas y tratados había sido un éxito, y la comitiva griega había prometido volver pronto. Al ser un hombre de rutinas fijas y trabajo diligente, Seti había dejado a un lado todos los sucesos extraños que habían acontecido esta visita, pues se reservaba esa noche para analizarlos con calma. Las noticias que habían llegado a palacio eran que el faraón Akenatón regresaría en apenas unos días. Pero un presagio de muerte rondaba la información que había llegado a sus oídos, pues en una escueta nota, se había pedido que Kairka estuviera dispuesto para llevar a cabo dos embalsamaciones de urgencia. Esa noche Seti, como se había prometido a sí mismo, ordeno sus pensamientos y llego a la conclusión de que los griegos además de advertirles sobre el alzamiento de los seguidores de Horus, ocultaban planes dentro de planes, de los cuales solo Kal- el y Seth parecían conocer sus detalles. Eso le dejaba tranquilo, pero a la vez levantaba en él una curiosidad que siempre había predominado en su vida, el ansía de conocerlo todo, su voraz apetito sobre la información. Algo en lo que ya habían reparado los griegos, algo que Seti consideraba un vicio, pero que para muchos otros era una poderosa arma. Seti había reservado unos aposentos especiales para el mago que llegaría junto a Akenatón, quería tenerlo controlado, conocer todos sus movimientos, y quería que él creyese que los contralaba y mandaba, así que preparó una primera habitación lujosa pero aislada, y luego otra que a todas luces, ofrecía un mejor control sobre aquellos que rodeaban al faraón, incluido a Akenatón mismo, pero que encerraba una trampa, y no era otra que estar en medio de dos habitaciones, y dos pasillos secretos, de los que Seti, era el amo y señor. La noche paso rápidamente y con el día llegaron nuevas noticias, esta vez confirmando los temores del propio Seti, dos de las hijas de Akenatón habían muerto, sin duda una triste y trágica noticia. Hacía muy poco tiempo que había muerto la más pequeña de las seis hijas de Akenatón y Nefertiti, la joven princesa Setepenra, y sin duda este terrible golpe, debía haber minado mucho la voluntad del faraón. Si a eso le uníamos que según decían los griegos, el faraón estaba bajo el control mental de un poderoso mago hacia, que Seti empezara a ver que el sueño de Atón y la revolución cultural en Horizonte de Atón, tuvieran los días contados.
Seti salió de sus aposentos y se puso en marcha para organizar un duro día de trabajo. Necesitaba ver a Kairka con urgencia, pero no pudo dar con el, según parecía había tenido una dura noche de trabajo y todavía estaba descansando, bajo orden estricta de Kal-el de que nadie le molestara. Asi que teniendo en cuenta la gravedad de los hechos, se dispuso a hacer partícipe de ellos a su Tyaty, el cual sin duda optaría por revocar esa orden. Espero impaciente ante la puerta de Kal- el a que Alkair recibiera las órdenes del día, las cuales no eran otras sino salir al encuentro del faraón y escoltarle. Cuando obtuvo el permiso para entrar no dudo un instante en comunicarle los hechos.

-Venerado Kal- el, soy portador de muy malas noticas, dos de las princesas han muerto, creo que debería retirar la orden de no molestar a Kairka y avisarle de la gravedad de los hechos.

- Gracias por la información Seti, agradezco tu ofrecimiento, pero Kairka debe descansar, yo mismo organizare las tareas preliminares, y más tarde llamaré levantar al medico. Se encuentra muy cansado y no podría hacer su trabajo como las princesas merecen. Prepararlas para el viaje no es algo que se deba hacer con premura y sin cuidado, el alma tiene que recorrer un camino y debe hacerse según la tradición sin el más mínimo error.
- Ya he dispuesto la habitación de ese mago, creo que será de tu agrado Tyaty- Dijo Seti mientras esbozaba una ligera sonrisa.

- Sin duda no tienes rival en tus competencias “Gran hombre”, Kal- el le devolvió la sonrisa con un gesto de aprobación.
- Os mantendré bien informado Tyaty. Eso no lo dudéis.

Seti salió de la sala feliz y risueño como un niño, le encantaba sentir que era de utilidad, y más aun le encantaba controlar todo lo que pasaba en palacio. Espero pacientemente a que llegará la tarde y de vez en cuando se paseaba por las inmediaciones de la habitación de Kairka, sin duda tenia cosas que comentarle, y sus rutinarias tareas hacia mucho tiempo que ya no le llenaban intelectualmente, ahora el reto de planear un asesinato, era algo novedoso y excitante en lo que invertir su tiempo.

Cuentos del Paraíso Azul 2

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Cuando era pequeño, el joven Kentu soñaba con el mar. Se había criado cerca del gran lago del sur, y paso su infancia aprendiendo junto a sus padres y hermanos los valores manados de la adoración a Sobek. Conocía la tradición y conocía bien el oficio de la familia, que se había dedicado con esmero al cultivo de árboles frutales durante varias generaciones. Pero sus padres tenían reservada una gran e insólita sorpresa para él, que cambiaría su vida para siempre. Cuando aún era un adolescente, Kentu fue llamado por sus padres una noche de luna llena. Le comunicaron que Anubis le había bendecido con un don, el de poder caminar junto a los hijos del dios por el desierto. El joven sufrió su primera transformación esa misma noche y recibió con orgullo es preciado legado. En poco tiempo se convirtió en el protector de la tribu, y conoció a más cambiantes como él, a más hermanos, todos ellos, eran ahora y por siempre hijos de Anubis. Cuando llego la hora de contraer matrimonio, Kentu pudo elegir sin condiciones a su esposa. Era el líder de la manada y el cambiante más respetado. Durante más de tres días estuvo recibiendo ofrecimientos de matrimonio, que iba rechazando con educación, pero con un cierto aire de pesadumbre, pues no encontraba a la mujer ideal para formar una familia, Kentu se sentía solo e incomprendido, estaba buscando algo pero no sabía el que. Lideraba a su manada y hacía el amor con diferentes mujeres. Cazaba, mataba y honraba a los dioses, su vida era plena, aunque todavía no había encontrado a su compañera de viaje. El tiempo paso, y como la flor del cactus que brota efímeramente, la ilusión se fue apagando de la vida cotidiana de Kentu. Estaba a punto de cumplir ya los veinticinco años, sin duda una edad muy avanzada para no haberse casado y haber sido padre, algo que no gustaba a los más ancianos del lugar. Fue entonces, cuando una noche después de haber dado muerte a unas gacelas, en una de sus partidas de caza, mientras se encontraba descansando, se topó con un joven de cabello rojo, que deambulaba cerca del lago.

-Acércate al fuego si quieres, y caliéntate joven, la noche puede acabar con alguien como tú, si no es precavido- Kentu era hospitalario por naturaleza y no dudo en compartir con el visitante, el fuego y la comida.

- Te lo agradezco, pero me quedaré aquí, aunque el calor del fuego es acogedor, prefiero el abrigo de la noche, se cómo moverme en estas devastadas tierras. El joven se sentó a un par de metros del fuego, y se recostó mirando las estrellas.
- Toda tu vida has estado buscándola ¿verdad Kentu?- El joven continuaba mirando las estrellas mientras del suelo dos pequeñas serpientes jugueteaban en una danza macabra junto a sus pies.

El joven cambiante no se altero, sabía que la noche del desierto guardaba en sus entrañas criaturas que ningún hombre podría soñar, seres tan poderosos y tan viejos, que el mismo mundo, los vio nacer junto a ellos, sin duda Kentu, sabía que ese joven no era un simple caminante de desierto.
-Pero no la he encontrado. Creo que nunca existió, solo recuerdo su perfume. Kentu cerró los ojos y extendió su mano derecha para intentar tocar algo, pero solo encontró el vacio de la noche.

- Buscas algo imposible Kentu, pues no es el perfume de una mujer lo que anhelas, sino el olor de los jardines colgantes de la ciudad que te vio nacer, el ruido de sus habitantes al salir de la gran Casa del Tiempo, el recuerdo de la sonrisa de Anuket, y de aquella vez que nadamos juntos hasta el séptimo anillo.

Kentu comenzó a llorar, sus lagrimas le abrasaban el rostro, poco a poco se daba cuenta de lo que había perdido. Todos los recuerdos comenzaron a agolparse en su mente y una puerta que había permanecido cerrada se abrió, y el recuerdo de una vida anterior emergió en su memoria como un terremoto. Kentu se puso en pie y aulló con todas sus fuerzas a la luna, su alma se estaba desgarrando. Fue entonces cuando busco con su mirada al joven, el cual también se había puesto en pie.

-Sutej, ¡eres tu!, no puede ser, no puede ser. Kentu se abalanzo sobre el y le abrazo con fuerza mientras le zarandeaba.

-Sutej… hace tantos años que nadie me llama por mi verdadero nombre que casi lo olvido. ¿Recuerdas el Gran Azul?, ¿lo recuerdas Inpu?
Las lagrimas de Kentu, no dejaban de brotar, palpaba el rostro de Sutej, mientras le abrazaba una y otra vez, era sin duda el día más feliz de su vida. Tenía un millón de preguntas que hacer y mil cosas que comentar, se sentía de nuevo conectado al mundo, ahora si podía ser feliz.

Los dos viejos amigos compartieron el fuego esa vez, y muchas otras a lo largo de la vida de Kentu. Una vida que fue plena, donde conoció el amor en los brazos de Aitay,” la bendecida”, la cual le dio seis hijos, todos ellos cambiantes como él. Una vida donde vio prosperar a su pueblo, y donde guardo con celo el recuerdo de una vida soñada por los dioses, de un lugar perdido en las arenas del tiempo.
Los encuentros se fueron repitiendo cada vez más espaciados, y un día de invierno muchos años después, el viejo y cansado Kentu, se preparo para su último viaje. Todo el mundo en la aldea pasó a despedirse de él y desearle suerte en su último viaje, aunque los cambiantes solían vivir el doble que un humano, Kentu, era un caso excepcional entre ellos, había vivido casi tres veces más, pues su sangre era singularmente poderosa. Pero el fin estaba cerca y en ese momento cerró los ojos y soño con su amado paraíso azul, con Sutej, con Anuket, con el palacio de los espejos y la avenida de las fuentes y sobre todo soño con el calor de tantos otros a los que echaba de menos, sus padres, sus hermanos, y aquellos maravillosos seres que habían traído la armonía al mundo. Intento evocar nuevamente y por ultima vez el recuerdo de ese mundo, cuando sintió como era envuelto en la más absoluta oscuridad, perdiendo la noción del tiempo. Cuando abrió los ojos alertado por el inconfundible olor de los titánicos jardines colgantes de su ciudad soñada, no pudo contener la lagrimas. Camino lentamente por las avenidas iluminadas por una luz turquesa que parecía robada directamente a los dioses, ningún hombre, o criatura podía imaginar ese lugar, la morada de los dioses, el sueño eterno. Kempu escucho unos pasos detrás de el y se dio la vuelta tranquilamente, esperando encontrar a Anubis para que le llevara al juicio por su alma, pero encontró a un viejo amigo, eternamente bello, eternamente joven.

-Ya estás en casa amigo mío, ya estás en casa, dijo Sutej mientras sonreía.

capitulo 8 Kairka (continuación) 2

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Kairka había sido despertado de su placentero sueño, Kal –el requería su inmediata presencia cerca de las cocinas. Mientras se vestía comprobó que los soldados estaban uniformados cuidadosamente para combatir el frio de la noche y era muy posible que su Tyaty le quisiera para algún asunto fuera de palacio, así que anticipándose a los acontecimientos se vistió de forma adecuada para soportar las bajas temperaturas. Una vez en las cocinas esperó con paciencia a Kal- el y se lleno de satisfacción al comprobar que el objetivo claro de esa noche, era lo que ellos mismos solían llamar “centrar las cosas”. Tras una breve conversación con su guardia personal, les ordeno que esa noche reforzaran la seguridad en los aposentos de Seti, Anuk y Alkair, algo que no dejaba de preocupar al joven médico. Una vez todo quedo asignado salieron de palacio y deambularon por las calles de la ciudad, perfectamente trazada y planificada, casi de ensueño. Un mérito que ni siquiera en estos momentos Kairka le quería arrebatar a su turbado faraón.

-Detengámonos aquí Kairka, debemos esperar a un amigo. - Kal -el se mantenía alerta vigilando que ningunos ojos curiosos supieran que hacían allí.

- ¿Un amigo?, si tu lo dices. - Kairka ya sabía de quien se trataba, y no era una cosa que le tranquilizara ni mucho menos.

La luna brillaba esa noche con gran intensidad y la vista del joven médico ya se había acostumbrado a la oscuridad, cuando pudo ver al final de la gran avenida principal a un joven caminando con paso firme. Kairka confirmo nuevamente sus sospechas. Nada bueno podía salir de aquel encuentro.

Cuando Seth llego a su altura se descubrió el rostro y sonrió. Saludo con respeto a Kal-El y se quedo mirando fijamente a Kairka, que comenzó a sentirse más tranquilo. Una vez acabaron los saludos y las formalidades Seth tomo la palabra.
-Su casa está cerca del templo de Atón, en la cara sur, debemos ser rápidos y precisos. Kairka, tu atenderas a la mujer en el parto y Kal- el y yo nos ocuparemos del huésped.
- ¿El parto?, ¿qué parto?, ¿ de qué estáis hablando?- Kairka miraba a Kal- el en busca de una mirada amiga, estaba realmente desconcertado.

- Si es quien dice ser, Seth, no va a ser tarea fácil, deberíamos evacuar la zona, alguien podría salir herido, alguien inocente. - Kal –el miro a Seth esperando su aprobación.

- Siempre muere algún inocente Kal- el, no podemos arriesgarnos a que se escape- Seth desenvainó una espada con el filo negro como la noche e inicio la marcha.

- vamos Seth, tu no eres así, haz eso que sabes hacer tan bien, diles que no salgan de sus casas… Seth ¡por favor!. - Kal- el sujetaba el brazo izquierdo del joven sacerdote con amabilidad, pero con firmeza, esperando una respuesta.

- Esta bien, vosotros adelantaros, yo me ocupare del resto, pero no actuéis hasta que yo no esté de nuevo con vosotros, ¿me oyes Kal- el?, no lo hagas. - Seth envainó su espada, acelero su paso y de un potente e inhumano salto subió al segundo piso de la casa más cercana. Una vez allí se perdió en las sombras.

- Algún día tienes que decirme de que va todo esto Kal- el, porque me va a provocar un mal en el estomago, y no es broma. - Kairka sonrió y paso su mano por encima del hombro de Kal- el, - Vamos amigo mío a ver qué nueva aventura me has preparado.

Pasaron los minutos, y llegaron con sigilo a la casa marcada. Entrar sin ser vistos fue relativamente fácil. Esperaron agazapados y en absoluto silencio la llegada de Seth. La espera se hizo casi eterna, y cualquier ruido por mínimo que fuera aceleraba el corazón de Kairka, el cual se sentía como un vulgar ladrón rondando en casa ajena con la complicidad de la noche. Kal –el desenvaino su espada lentamente y Kairka le miró perplejo y en voz muy baja le dijo:

-Espera al sacerdote Kal –el , que nos vas a meter en un lio. Dijo kairka mientras miraba a Kal- El con aspecto de reproche.

-No te preocupes, esta delante nuestro. Puedo oler a esa serpiente del desierto a cientos de kilómetros. - Kal- el se incorporo y tomo una forma defensiva.
Cuando Kairka focalizó la vista al pie de la escalera, vio como las sombras comenzaban a arremolinarse en el suelo y poco a poco se elevaban dando forma a una figura de aspecto familiar, que no era otro el joven sacerdote de Seth. Una vez completada la transformación, pudo ver claramente los escalones que conducían al piso superior iluminados por el filo de la espada del joven.

Al empezar a subir las escaleras notaron un olor a carne podrida nauseabundo. Y comenzaron a escuchar gruñidos y llantos. Agazapados en las sombras, vieron que en la habitación más próxima una mujer en avanzado estado de gestación se encontraba maniatada a la cama, y con un aspecto de desnutrición severo. Kairka en un primer vistazo se dio cuenta de que no pasaría de esa noche si no era liberada. En el suelo de la habitación yacía un hombre corpulento al cual habían despedazado. Sus miembros estaban esparcidos por toda la habitación y su cabeza parcialmente devorada estaba clavada en una lanza junto al acceso a una pequeña instancia contigua.

Seth se arrodillo en el suelo de la habitación y estirando su mano manipulo las sombras de la misma hasta que formo una perfecta y casi solida barrera de oscuridad separando las habitaciones. Kal- el entonces se giro hacia Kairka y le dijo:
- Quédate aquí no te muevas. Y por lo que más quieras, salva a esa mujer y a su bebé, y no mires al otro lado, si no quieres perder la cordura.

Kairka cerró por un instante los ojos y vio como seth y Kal- el penetraban en la oscuridad. Al abrirlos se encontró solo en la habitación y rápidamente desató a la mujer. Se puso manos a obra, y rezo al gran Thoth, para que pusiera en marcha todo su conocimiento aprendido en la “casa de vida”. Kairka rebusco en la habitación y bajo una y otra vez abajo buscando cualquier cosa que le pudiera ayudar con el parto, y sobre todo algo para darle fuerza a la joven embarazada, que apenas se encontraba con un hilo de vida. El tiempo parecía jugar en su contra, pero Kairka era un hombre sabio. Por eso aun siendo tan joven, era el médico real, había sustituido con creces a Pentu, y había elevado el conocimiento de la medicina un nivel más. Pero esta no era la forma más adecuada de trabajar, con apenas luz, improvisando lo que necesitaba cada vez, y escuchando de fondo una serenata de aullidos, gritos y llantos que hacía casi imposible que pudiera concentrarse. Pero aun con todo y con eso, Kairka se impuso y Thoth le bendijo con la gracia de traer al mundo una nueva vida.

El bebé había nacido sano, pero la madre se encontraba ya muy cerca de tener que rendir cuentas ante Horus, su muerte era casi inminente. Kairka grito pidiendo ayuda, ahora la medicina no bastaba necesitaba algo de magia, y de eso el no sabía nada. Fueron unos minutos muy tensos, mientras el joven doctor, veía como esa pobre muchacha iba muriéndose poco a poco. Cuando todo parecía llegar a su final irrumpieron en la habitación dos grandes criaturas humanoides con cabeza de Chacal. Para Kairka no había duda, eran los guerreros ancestrales de Anubis, que venían a reclamar el alma de la joven desde el inframundo.

Pero no fue así, y uno de ellos, que portaba un báculo, con una gran turquesa incrustada en el, se arrodillo ante ella, y comenzó unos extraños rezos en una lengua muy antigua, de la que Kairka apenas podía entender algo. Una luz azul ilumino la instancia y penetró por la boca de la joven insuflándola de nueva vida. Kairka apenas podía contener su miedo ante esa increíble visión y se arrodillo pegado a una esquina de la pared, esperando un final rápido e indoloro para el. Pero Kairka no encontró eso, sino más bien unas palabras amables de gratitud que apenas puedo entender, y después de eso la calma. Los hijos de Anubis habían abandonado la sala y se habían llevado a la mujer y al bebé y fue entonces cuando Kairka rompió a llorar, mezcla de la tensión, el miedo y la satisfacción por haber salido airoso de semejante empresa,pero su cuerpo decidió darse un respiro a tanta tensión y cayo sin conocimiento al suelo. Desde el otro lado de la habitación Kal –el y Seth le observaban con admiración, habían terminado su trabajo, ya solo quedaba regresar a casa.

-Sin duda es uno de los nuestros, siempre fue el mejor. Kal- el recogió a Kairka y lo cargo sobre sus hombros.

- Y pronto se acordara de ello, muy pronto. - Dijo seth al tiempo que se fundía en las sombras, para perderse en la profunda oscuridad de la noche.

capitulo 8 Kairka (continuación)

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Kairka estaba totalmente desconcertado, todo cambiaba rápidamente en “el horizonte de Atón”. La fortuna era variable como la luna, y en poco tiempo te podía sonreír o darte la espalda. Kairka estaba seguro de que esta vez la fortuna, les había abandonado para no volver. Decidió pasar esas últimas horas antes de la reunión repasando mentalmente el comportamiento de sus invitados, de sus amigos y de el mismo, esperando encontrar una conexión entre ellos. Tan solo pudo llegar a una conclusión muy arriesgada, los griegos podían manipular las mentes a voluntad, algo que sin duda le producía un enorme terror.

La cena estaba a punto de comenzar. La sala nuevamente había quedado despejada y solo estaban unos cuantos elegidos. Kairka confirmo sus sospechas al entrar en la sala y relajarse por completo. No era normal sentir tanto terror antes de entrar y encontrarse terriblemente cómodo en presencia de la comitiva griega, aunque viéndolo ahora desde la renovada tranquilidad, que importaba quienes eran y que propósitos ocultaban, si eran unas personas tan agradables.
Esta vez junto a la abundante comida y la bebida no hubo lugar para el subterfugio, y los griegos no ocultaron sus verdaderos apetitos. Kairka pudo comprobar como el contenido de sus copas no era sino sangre. En otras circunstancias el mismo habría ejecutado a esas bestias del inframundo, pero Kairka era muy consciente de los poderes que le rodeaban y sin duda se sentía más cómodo en su nuevo rol observador. Además Kal- el le había asegurado que los griegos estaban de su lado, y fueran o no humanos que desde luego no lo eran, estaban allí para velar por ellos.

-Los sacerdotes de Horus se van a alzar en breve Kal-el , pero no será ahora. Sus planes a corto plazo son los de introducir en palacio a uno de sus magos más experimentados y controlar poco a poco el entorno del faraón, al que por cierto tiene ya bajo su control mental. Nosotros dejaremos mañana el palacio para no levantar sospechas y borraremos selectivamente el recuerdo de que estuvimos aquí, solo dejaremos que unos pocos sepáis la verdad.- Homero hablaba con cordialidad mientras todos los demás en la sala prestaban atención a la conversación sin apenas parpadear.

- ¿Quién está manejando a las masas en Tebas?, son ellos los Shemsu Hor?- dijo Kal –el mientras servía un poco más de vino a Alkair.

- No, las revueltas de Tebas, no tienen nada que ver con esto. Aquí están ocurriendo dos cosas a la vez. Por un lado tenemos a los humanos cansados de un faraón al que se le agota el crédito y que tarde o temprano acabaran con esto. Algo que a nosotros no nos importa y que a vosotros tampoco os importara en el futuro. Otra cosa es lo que está pasando en las entrañas de esta nación, los Semshu Hor han despertado y quieren aniquilar a todas las criaturas mágicas de esta tierra. Cambiantes, magos, Primeros Nacidos, animas, quieren acabar con todos. - Homero hizo un gesto con su mano para que la gente se acercara más a el. El tono de su voz se torno más leve, y su complicidad más intensa.

- Ellos quieren acabar con miles de años de tradición, son ellos los que realmente quieren imponer un único dios, pero no a los mortales con sus efímeras existencias, sino a nosotros los que caminamos en las sombras.
- ¿y por qué deberíamos nosotros preocuparnos por vosotros?, ¿acaso no somos también mortales?- Kairka había conseguido con gran esfuerzo replicar las palabras de Homero.

- Porque si no nos ayudáis Kairka, los Semsu horn, asesinaran a todos los herejes de palacio, e irán primero a por los más próximos a Akenatón. Os maldecirán para siempre y vuestras almas caerán en el olvido, devoradas por Apofis, por eso nos vais a ayudar Kairka, porque depende vuestra alma de ello.
Un silencio angustioso inundo la sala de temor e incertidumbre, y todos los egipcios sintieron un terror como jamás lo habían sentido. Anuk apenas podía retener las lágrimas en sus ojos, y Seti y Alkair se habían quedado petrificados, el rictus de terror de sus rostros era casi inhumano.

-Pero no tengáis miedo, porque tenéis al mejor de nosotros protegiéndoos, a vuestro Tyaty. Kal-el es sin duda un seguro para vuestras vidas y el y su pueblo velaran por vosotros. – Esta vez había sido Orfeo el que había hablado mientras acaricia con sus dedos una preciosa lira de plata.

La cena continuo y los griegos como habían prometido se dedicaron a enredar en las mentes de quieren creyeron conveniente, tenían que saberlo todo, pero igual era mejor que no recordaran todo, especialmente lo de la condenación de sus almas, algo que sin duda era muy importante para sus creencias . Así que encerradas entre las notas musicales de la lira y del canto hipnótico del joven Orfeo , salió una canción tranquilizadora que borro esa angustia por sus almas, aunque también reforzó la idea de que había que luchar contra el alzamiento de los seguidores de Horus. Poco a poco la sala se fue despejando de comensales y al final solo quedaron los jóvenes egipcios, sentados en circulo y sin mediar palabra, esperando que alguno de ellos hablara, pero nadie lo hizo. Cuando estaban a punto de levantarse para irse, Kairka vio como el joven sacerdote de seth no había abandonado la sala y les observaba desde la puerta.

-¿Quieres unirte al grupo sacerdote?, ¿tienes algún plan para salir de esto?- Kairka le sonrió con tono irónico.

- Solo uno, - respondió Seth. - Un baño de sangre.

capitulo 8 Kairka

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Cuando salio de los aposentos de Anuk, Kairka era consciente de que había mentido por partida doble. Primero al afirmar que nadie había estado esa noche en la habitación a excepción de la joven, y en segundo lugar al tranquilizarla restándole importancia a la sangre derramada. Nervioso y un tanto confuso, deambulaba por palacio intentando encajar todas las piezas del rompecabezas. La sangre no era humana eso era un hecho, su cautivador olor y sobre todo su color negruzco eran demasiado inusuales para serlo, pero ¿Qué clase de animal o criatura se había colado esa noche en la habitación de Anuk?. Las dudas asaltaban su mente. Como buen medico había aprendido a observar detenidamente, y había aprendido también a comprender mucho del lenguaje corporal de la gente y de sus emociones. Anuk y Kal- el tenían un lenguaje secreto eso era un hecho, pero no había sido el Tyaty quien había estado esa noche con ella. La criatura fuera quien fuese, se movía entre las sombras, no era humana, y tenía un especial interés en la muchacha. Kairka resoplo y quiso por un momento que todo volvería a estar como hace un mes, cuando Akenatón le felicito públicamente por el cuidado y el mimo que dedicaba a sus hijas, o cuando Alkair y Seti le invitaron a una estupenda cena cuando viajaron a Tebas para traer unas hierbas selectas para sus operaciones. El joven medico, comenzó a recordar el extraño comportamiento de los griegos, sus copas vacías, sus platos intactos, su presencia perturbadora. Espero pacientemente el regreso de Kal-el y literalmente le abordo cuando este se dirigía a preparar la ultima y vital recepción con los griegos, en las que se tomarían decisiones vitales para el país.

-Kal –el los espíritus de la noche moran en estos muros, Anuk esta en peligro- La voz de Kairka se alzaba con fuerza, el rictus de su cara era de autentica preocupación.

-¿Qué sabes de los Sensu Hor, Kairka?- Dijo Kal –el mientras fijaba su mirada en los ojos de Kairka.

- ¿los Shemsu Hor?, se supone que eran los primeros seguidores de Horus, gobernaron esta tierra antes de que dejaran su legado a los hombres, al gran Menes, el primer faraón… ¿Kal –el?, no se a donde quieres llegar, ¿de que estas hablando?, me tienes muy preocupado- Kairka nunca había contemplado a su Tyaty tan abatido.

-Los Shemsu Hor se han alzado de nuevo y reclaman esta tierra para gobernarla desde el inframundo, ahora todo depende de su enemigo ancestral para que salgamos con vida. Kal- el hizo una larga pausa mientras pasaba una pareja de soldados haciendo su ronda, en cuando se volvieron a quedar solos, se retiro a un pasillo secreto que solo el conocía e invito a Kairka a seguirle.


-Kairka te necesito más sereno que nunca, y tienes que creerme. Este palacio es seguro porque está guardado por mis más leales, pero fuerzas oscuras han extendido su maldad sobre esta ciudad- Kal el continuaba andando por el angosto pasillo mientras guía a Kairka hacia una sala en la que jamás había estado.

Durante el recorrido Kairka no podía dar crédito a lo que veía, galerías y pasillos con un trazado casi imposible, bajo relieves contando la historia de unos seres ancestrales que habían gobernado Egipto mucho tiempo atrás incluso antes de la llegada de los guardianes de Horus. Todo ese conocimiento estaba llevando al joven médico a un estado de excitación e intranquilidad que se alejaba mucho de los deseos de serenidad que Kal- el le había pedido anteriormente, para Kairka mantener la cabeza fría, era ahora mismo una tarea imposible.

- Mira con detenimiento esto Kairka y no lo olvides jamás, estos son los Primeros Nacidos, los hijos de la noche, los que no han de ser molestados. – Kal –el transmitía cierta nostalgia al hablar, algo que termino por desconcertar al joven médico.

-Esto no puede estar pasando, Atón caerá sobre ellos y los aplastara con su luz, Kal- el, ¿estás adorando a los antiguos dioses?- Kairka intentaba transformar su miedo en rabia.

-Atón no tiene nada que hacer aquí, solo es el delirio de grandeza de un loco idealista. Kal- el no estaba para bromas, y el tono de su voz, no era para nada tranquilizador.


Durante unos segundos Kairka, quiso gritarle hereje y saltar sobre él, pero sabía que Kal-el tenia razón, los antiguos dioses continuaban muy presentes en la vida cotidiana subsistiendo en el culto privado, peor alimentados, por las plegarias de tantos y tantos que desesperados acudían cada noche a ellos buscando consuelo. Kairka comenzó a llorar de pura rabia.

-Esto es muy serio, realmente los dioses se alzaran y todos seremos condenados a ser devorados por Apofis, por nuestra herejía. - Kairka cayó en el suelo derrotado ante la perspectiva de un futuro realmente nefasto.

-Sí, es una cosa seria, pero nosotros también contamos con nuestras armas, y los dioses saben que no les hemos abandonado, ahora solo queda saber quien dará el primer golpe. Kal- el levanto a Kairka del suelo y trato de consolarlo.


- ¿Los griegos?, ¿Quiénes son realmente? –Kal -el dime algo, ¿no habrán venido a ejecutarnos no?

-Ellos están de nuestro lado. Esta noche tenemos que asegurar nuestra seguridad y demos escuchar su consejo. Las cosas no podrían estar peor.

-Si ellos están de nuestro lado, ¿Qué criatura esta rondando a Anuk?, ¿Quien se mueve entre las sombras de este palacio a placer?


-Me temo que un poder muy antiguo que trae la muerte Kairka, aunque esta vez está de nuestro lado.

CAPITULO 7 Anuk (continuación 2)

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Los gritos de Sarah resonaron en la habitación alarmando a los guaridas. Anuk se encontraba tumbada en la cama boca abajo. Bajo ella un gran charco de sangre presagiaba lo peor. Nadie se atrevía a tocarla, pasaron unos minutos de una gran tensión, y casi sin aliento Kairka entro a trompicones en la instancia.

-Anuk! -grito asustado mientras la giraba para comprobar si aun respiraba.

Anuk se despertó sobresaltada, con la primera bocanada de aire fresco, noto como el sabor cobrizo e inconfundible de la sangre bajaba por su garganta. Asustada comenzó a gritar de pura desesperación.

-Tranquila, tranquila- Kairka había roto cualquier protocolo o formalismo y estrechaba entre sus brazos a la joven bailarina intentando que mantuviera la calma.
- Sarah trae dos jarras con agua fría, date prisa, y manda que avisen a nuestro Tyaty, es muy urgente. Date prisa – la voz de Kairka era de una gran preocupación, aunque en ese breve tiempo, había tranquilizado un poco su alma. La sangre que manchaba la cama y el cuerpo de la joven era de una tercera persona.

-¿Esta aquí?, ese maldito demonio. Kairka, Kairka, dime que todo ha sido un mal sueño. Anuk cubrió su cuerpo con una capa de lino, mientras intentaba recomponer su figura.

Kairka tomo el control de la situación. Cuando un asunto requería su presencia de forma tan grave, nadie, ni siquiera “la venerable”, podía intervenir. Ordeno a dos jóvenes esclavas que limpiaran con cuidado el cuerpo de Anuk, para certificar que no tenía ninguna herida sangrante. El cuerpo de la joven no presentaba ningún signo de violencia, asi que el buen doctor se centro de nuevo en intentar descifrar de donde había venido esa sangre. Comenzó a rebuscar entre la cama y encontró una fuerte combinación de olor a sangre, pero también a sexo. Esto termino de desconcertar al joven medico, que de forma delicada le pidió a Anuk que abriera las piernas y le mostrara su sexo. Anuk se quedo durante unos segundos petrificada, y no por le hecho de tener que ser auscultada por el médico, sino, porque el miedo que le producía la posible respuesta del doctor, la atenazaba. Reunió el valor suficiente y con una leve y forzada sonrisa accedió a ello. Kairka ordeno a Sarah que pasara un paño de lino por los genitales de Anuk, y que se lo mostrara. Cogió el pañuelo y lo estuvo observando y manipulando durante unos minutos. Pasado un tiempo que para Anuk se hizo eterno obtuvo una respuesta.

-Esta noche no ha habido nadie aquí, Anuk. Tu honor esta intacto. Este acontecimiento solo puede estar inspirado por Aton, es un presagio de tu gran fertilidad.- Kairka sonrió y pidió un cuenco para lavarse las manos.

Anuk se quedo más tranquila, aunque en su mente comenzaba a formarse una duda, sobre sus sentimientos. Sus sentimientos hacia su Faraón, su dios viviente. Hacia Kal- el quien tanto la había ayudado, y sobre todo hacia ese diablo de la noche, ese maldito sacerdote de Seth, que irrumpía en sus sueños. Todo era demasiado confuso. Anuk tomo un baño y tranquilizo a sus criadas. Se relajo y espero con impaciencia la noche. Hoy iba a ser el último día con los griegos antes de que partieran a sus lejanas tierras, y Anuk quería estar perfecta para la ocasión. Aunque hoy mandaba la política y era un día para Kal- el y para “la venerable”, Anuk quiera tener su pequeña porción de gloria. Cuando termino el baño y comenzaron a maquillarla y a vestirla, sintió como su cuerpo estaba lleno de energía, una energía vital que desconocía. Interrumpió durante unos instantes a sus criada, y sintió curiosidad por probar su tobillo. El resultado no podía ser más increíble, sin duda los cuidados de Kairka, habían dado resultado.

Cuando Kal- el entro en la habitación miro fijamente a Anuk, y se dirigió rápidamente hacia ella.

-¿Estas bien? – dijo al tiempo que se sentaba junto a ella.

- Si, estoy bien, estoy increíblemente bien. Todo ha sido un susto, Kairka dice que es una bendición de Aton.

-Anuk, doblare la guardia en tu puerta esta noche, ya sabes que para mi tu seguridad es lo primero, no podría fallarle a nuestro amado faraón- Kal –el se acerco más a Anuk invadiendo su especio vital.

- Entonces prohíbe la entrada a palacio a ese sacerdote de pelo rojo, su presencia me turba, creo que lleva algún demonio dentro, Kal- el ,le quiero fuera de aquí- el rostro de Anuk se encontraba a escasos centímetros del suyo.
El Tyaty tomo distancia y se levanto, esbozo una ligera sonrisa e intento quitarle hierro al asunto con un tono de voz más dulce.

-Anuk, ese joven es el mayor sacerdote de Seth en Egipto. No obstante se hace llamar Seth asi mismo, el maldito vanidoso, pero no es más que un pobrecillo adorador de dioses extintos y caducos, sus días están contados. Tenerle aquí es una prueba de buena voluntad, para que los ánimos se calmen. No queremos que nuestro amado faraón Akenaton, vea que su pueblo tiene dudas, ¿verdad?. Pues entonces dejémosle beber nuestro vino y comer nuestro pan, porque es lo único que sacara de aquí. Kal- el parecía muy seguro de si mismo y transmitió esa seguridad a Anuk.

-Esta bien, tu sabes como llevar estas cosas. Gracias Kal –el , ahora si me permites querría terminar de arreglarme para la fiesta.

Kal -el, salió de la habitación con paso firme y mientras Anuk observaba como se marchaba su Tyaty, seguro de si mismo, confiado y valiente pensó en lo injusta que podía ser la vida. Ella lo tenía todo, tenía un mundo a sus pies, mientras otras chicas de su edad estaban condenadas a vivir casi en la miseria, a ser vendidas, o a no ser más que objetos. Ella había tocado el cielo, era la favorita de Akenaton, pero algo en su interior le empezaba a decir que esa vida no era la que le tocaba vivir. Una vez pasado el susto, y con sus pensamientos en orden, Anuk cerro los ojos buscando la paz, y sin duda no dejo de ser curioso descubrir, que su mente buscaba tranquilidad en las fuentes del Nilo.

CAPITULO 7 Anuk (continuación)

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Durante toda su vida, Anuk había tenido sueños recurrentes con el agua, océanos, ríos, cataratas y fuentes. Ella lo llamaba su mundo azul. Esa noche también estaba soñando con el agua, aunque esta vez, quizás embriagada por el alcohol en su cuerpo, el sueño estaba siendo increíblemente intenso. Se encontraba completamente desnuda bañándose en las Fuentes del Nilo, a la sombra de la primera Catarata en Swenet. La sensación de estar viva era tan intensa que Anuk se dejó llevar en ese festival de luz y agua. Se puso en cuclillas debajo de la cascada, para sentir el agua golpeando en su espalda, cerró los ojos y como si de la diosa Anuket se tratara, dejo correr sus instintos más salvajes y comenzó a acariciar suavemente su cuerpo. Apoyó su mano izquierda en un saliente de la pared y levantó la cabeza para sentir el agua con fuerza en su rostro, mientras que con su mano derecha acariciaba poco a poco su cuerpo. Empezó por su rostro que estaba totalmente limpio, ya que la fuerza del agua había borrado toda huella de su maquillaje. Siguió por su pecho, que en ese momento, estaba duro y firme con el pezón hinchado debido a su excitación, y comenzó a a bajar hasta que encontró su sexo rasurado y comenzó a juguetear con sus dedos. Anuk estaba completamente dedicada al placer, cuando de repente se sintió observada. En un principio su primer impulso fue detenerse, pero algo en su interior hizo que se sintiese todavía más excitada. Anuk cerró los ojos y se imaginó como ese extraño se acercaba y posicionándose frente a ella, sacaba su miembro para que Anuk pudiera juguetear con el e introducírselo suavemente en su boca. En ese momento, un latigazo de extasis recorrió su cuerpo y las temblorosas piernas de la joven no pudieron aguantar su propio peso. Anuk cayó sobre sus rodillas gimiendo de placer.
Se despertó o al menos eso creía ella. Continuaba con los ojos cerrados, jadeando. No quería perder el sueño, deseaba continuarlo, pero su respiración y la tensión de su cuerpo la impedían concentrarse, asi que no tuvo otro remedio que abrirlos. Fue entonces cuando su corazón ya acelerado sufrió una nueva sacudida. Frente a ella desnudo, se encontraba el joven del cabello rojo. Anuk se rindió. Se dejo llevar y estiro su pierna izquierda buscando el contacto con el joven. Jugueteó con ella sobre su cuerpo desnudo y sobre su miembro.

-¿Quién eres, tu que moldeas mis sueños?, - dijo Anuk, mientras se incorporaba para besarle en los labios.
No hubo respuesta, tan solo una leve sonrisa acompañada de una lujuria y un placer desenfrenado. Los besos y las caricias se multiplicaban, mientras Anuk se sentía como un pedazo de arcilla en sus manos. El conseguía hacerle sentir viva y estimulaba zonas de su cuerpo que le otorgaban un placer hasta entonces desconocido. Fue entonces cuando miles de imágenes empezaron a invadir la mente de Anuk, sin ningún tipo de coherencia, acompañados de un lenguaje que desconocía.

-Anuket , mi diosa del agua, señora de Sehel, pronto recordaras.- La voz de Seth era suave y embaucadora, inquietantemente inhumana.
Anuk se puso a horcajadas sobre él e introdujo con delicadeza el miembro de seth en su sexo. Le beso, le abrazo y le araño fuertemente la espalda, mientras le pedía más velocidad. Quería ser tomada por Seth, una y otra vez. La mente de de la joven bailarina se había desconectado de la realidad. Ya era notorio que no sabia si estaba despierta o dormida. Su cuerpo le decía una cosa, su mente otra. Seth la cambia de postura. La puso de rodillas con los brazos apoyados sobre el altar de Aton, y la tomo como era costumbre desde atrás. El placer era demasiado intenso, y ya no podía aguantar más. Jugueteo con sus dedos buscando el placer antes del orgasmo, y en ese momento sintió una punzada de dolor en el cuello. Los ojos se le entrecerraron y sintió como todas sus fuerzas abandonaban su cuerpo, sostenida por el fibroso brazo de Seth. Anuk apenas tuvo fuerza para comprobar como manaba a borbotones la sangre del cuello y caía sobre sus pechos , manchando su cama. Exhausta y muy débil a causa de la pérdida de sangre Anuk cayó sobre la cama, esperando el final definitivo. Fue entonces, cuando Seth se mordió una de sus muñecas, dejando salir un potente torrente de sangre negra. Acerco su herida a la boca de Anuk y la obligo a beber de ella. Su sangre era lo más parecido a la divinidad que jamás hubiera estado nadie. Sintió como mil vidas la llenaran por dentro y como la fuerza de un huracán corriese de nuevo por sus venas. Cuando creyó que era suficiente, Seth aparto el brazo, y sujetándola suavemente por el rostro le dijo:

-Descansa Anuk, mañana te preguntaras si esto ha sido real o un sueño

-Es un sueño, no hay duda, un simple sacerdote de Seth no podría ni soñar tocarme, dijo Anuk, mientras miraba fijamente a los ojos del joven.

- Es cierto, solo el faraón o los dioses en persona podría hacerlo. Por cierto esto no lo vas a olvidar, voy a dejar que te acuerdes de ello, pero ahora duerme.
Anuk, intento darle replica, pero cayo dormida en sus brazos, cuando sintió como su cuerpo caía dulcemente contra su cama, todavía pudo escuchar, un leve “te quiero” en la lejanía.
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