CAPITULO 2 ANUK

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Su mirada se había centrado en un punto fijo de la sala, su mente solo podía imaginar formas imposibles, pasos y giros que una vez consumados, podrían conmover incluso al corazón más frio. Así pues, una vez estaba todo estructurado, cerró los ojos y respiro profundamente, al abrirlos dio rienda suelta a su cuerpo y comenzó a bailar. Todas las mañanas bailaba para ella misma, era su momento, donde no tenia que rendir cuentas ante nadie, ni bailar para halagar a su faraón o a príncipes llegados de lejanas tierras , y era entonces cuando se vaciaba, cuando experimentaba con la danza y la llevaba hasta los límites de su propia naturaleza mortal.
Anuk, se desplomo sobre sus rodillas estaba exhausta, su respiración entre cortada, y sus pulsaciones aceleradas como un caballo desbocado, la recordaban que estaba viva, lamentablemente un dolor agudo en el tobillo también, y su preocupación iba en aumento, nada podía fallar hoy, así que no le quedaba más remedio que recurrir a los sabios consejos del médico de la corte, el afamado y siempre atento Kairka.
La joven bailarina salió fuera de su habitación y llamo con voz suave a su criada más fiel

-Sarah, llama al bueno y sabio Kairka, y que venga de inmediato le necesito aquí, ahora.

-Sea así bella Anuk de ojos turquesa, ¿necesita algo más?- dijo la esclava con voz sumisa.

- Nada más, ahora parte –dijo Anuk mientras se retiraba de nuevo a sus aposentos.

Mientras esperaba la llegada del doctor, se acordó de la primera vez que bailo para su faraón hacia ya cinco largos años. Entonces era una joven muchacha desgarbada y flaca, recién llegada a la Casa de Jeneret , en la que se pasaba largas horas imitando y aprendiendo de sus nobles compañeras de la poderosa institución , lo mejor que podía. En la que parte de su encanto residía en sus desmesurados intentos por agradar, y su ligera torpeza de aprendiz de bailarina. Ahora no quedaba nada de eso, su figura estilizada y sus curvas perfectas, hacían de ella la mujer más bella del reino, sus bailes no solo marcaban la moda , sino que eran imposibles de copiar, su talento desatado no parecía manar de este mundo, sino de los propios dioses, ahora ya no deseaba agradar, ahora deseaba dominar con sus bailes voluntades y motivaciones, no obstante muchos puntos de vista contrarios a la voluntad del faraón habían variado drásticamente, después de que los enviados de otros países hubieran contemplado uno de sus bailes, ella era un arma más del faraón, y sobre todo de “la venerable” la mujer que gobernaba la institución que la había visto convertirse en lo que es. Si ese era su destino, tendría que ser un arma letal y siempre a punto, independientemente de quien tuviera en frente suya.