capitulo 8 Kairka (continuación) 2

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Kairka había sido despertado de su placentero sueño, Kal –el requería su inmediata presencia cerca de las cocinas. Mientras se vestía comprobó que los soldados estaban uniformados cuidadosamente para combatir el frio de la noche y era muy posible que su Tyaty le quisiera para algún asunto fuera de palacio, así que anticipándose a los acontecimientos se vistió de forma adecuada para soportar las bajas temperaturas. Una vez en las cocinas esperó con paciencia a Kal- el y se lleno de satisfacción al comprobar que el objetivo claro de esa noche, era lo que ellos mismos solían llamar “centrar las cosas”. Tras una breve conversación con su guardia personal, les ordeno que esa noche reforzaran la seguridad en los aposentos de Seti, Anuk y Alkair, algo que no dejaba de preocupar al joven médico. Una vez todo quedo asignado salieron de palacio y deambularon por las calles de la ciudad, perfectamente trazada y planificada, casi de ensueño. Un mérito que ni siquiera en estos momentos Kairka le quería arrebatar a su turbado faraón.

-Detengámonos aquí Kairka, debemos esperar a un amigo. - Kal -el se mantenía alerta vigilando que ningunos ojos curiosos supieran que hacían allí.

- ¿Un amigo?, si tu lo dices. - Kairka ya sabía de quien se trataba, y no era una cosa que le tranquilizara ni mucho menos.

La luna brillaba esa noche con gran intensidad y la vista del joven médico ya se había acostumbrado a la oscuridad, cuando pudo ver al final de la gran avenida principal a un joven caminando con paso firme. Kairka confirmo nuevamente sus sospechas. Nada bueno podía salir de aquel encuentro.

Cuando Seth llego a su altura se descubrió el rostro y sonrió. Saludo con respeto a Kal-El y se quedo mirando fijamente a Kairka, que comenzó a sentirse más tranquilo. Una vez acabaron los saludos y las formalidades Seth tomo la palabra.
-Su casa está cerca del templo de Atón, en la cara sur, debemos ser rápidos y precisos. Kairka, tu atenderas a la mujer en el parto y Kal- el y yo nos ocuparemos del huésped.
- ¿El parto?, ¿qué parto?, ¿ de qué estáis hablando?- Kairka miraba a Kal- el en busca de una mirada amiga, estaba realmente desconcertado.

- Si es quien dice ser, Seth, no va a ser tarea fácil, deberíamos evacuar la zona, alguien podría salir herido, alguien inocente. - Kal –el miro a Seth esperando su aprobación.

- Siempre muere algún inocente Kal- el, no podemos arriesgarnos a que se escape- Seth desenvainó una espada con el filo negro como la noche e inicio la marcha.

- vamos Seth, tu no eres así, haz eso que sabes hacer tan bien, diles que no salgan de sus casas… Seth ¡por favor!. - Kal- el sujetaba el brazo izquierdo del joven sacerdote con amabilidad, pero con firmeza, esperando una respuesta.

- Esta bien, vosotros adelantaros, yo me ocupare del resto, pero no actuéis hasta que yo no esté de nuevo con vosotros, ¿me oyes Kal- el?, no lo hagas. - Seth envainó su espada, acelero su paso y de un potente e inhumano salto subió al segundo piso de la casa más cercana. Una vez allí se perdió en las sombras.

- Algún día tienes que decirme de que va todo esto Kal- el, porque me va a provocar un mal en el estomago, y no es broma. - Kairka sonrió y paso su mano por encima del hombro de Kal- el, - Vamos amigo mío a ver qué nueva aventura me has preparado.

Pasaron los minutos, y llegaron con sigilo a la casa marcada. Entrar sin ser vistos fue relativamente fácil. Esperaron agazapados y en absoluto silencio la llegada de Seth. La espera se hizo casi eterna, y cualquier ruido por mínimo que fuera aceleraba el corazón de Kairka, el cual se sentía como un vulgar ladrón rondando en casa ajena con la complicidad de la noche. Kal –el desenvaino su espada lentamente y Kairka le miró perplejo y en voz muy baja le dijo:

-Espera al sacerdote Kal –el , que nos vas a meter en un lio. Dijo kairka mientras miraba a Kal- El con aspecto de reproche.

-No te preocupes, esta delante nuestro. Puedo oler a esa serpiente del desierto a cientos de kilómetros. - Kal- el se incorporo y tomo una forma defensiva.
Cuando Kairka focalizó la vista al pie de la escalera, vio como las sombras comenzaban a arremolinarse en el suelo y poco a poco se elevaban dando forma a una figura de aspecto familiar, que no era otro el joven sacerdote de Seth. Una vez completada la transformación, pudo ver claramente los escalones que conducían al piso superior iluminados por el filo de la espada del joven.

Al empezar a subir las escaleras notaron un olor a carne podrida nauseabundo. Y comenzaron a escuchar gruñidos y llantos. Agazapados en las sombras, vieron que en la habitación más próxima una mujer en avanzado estado de gestación se encontraba maniatada a la cama, y con un aspecto de desnutrición severo. Kairka en un primer vistazo se dio cuenta de que no pasaría de esa noche si no era liberada. En el suelo de la habitación yacía un hombre corpulento al cual habían despedazado. Sus miembros estaban esparcidos por toda la habitación y su cabeza parcialmente devorada estaba clavada en una lanza junto al acceso a una pequeña instancia contigua.

Seth se arrodillo en el suelo de la habitación y estirando su mano manipulo las sombras de la misma hasta que formo una perfecta y casi solida barrera de oscuridad separando las habitaciones. Kal- el entonces se giro hacia Kairka y le dijo:
- Quédate aquí no te muevas. Y por lo que más quieras, salva a esa mujer y a su bebé, y no mires al otro lado, si no quieres perder la cordura.

Kairka cerró por un instante los ojos y vio como seth y Kal- el penetraban en la oscuridad. Al abrirlos se encontró solo en la habitación y rápidamente desató a la mujer. Se puso manos a obra, y rezo al gran Thoth, para que pusiera en marcha todo su conocimiento aprendido en la “casa de vida”. Kairka rebusco en la habitación y bajo una y otra vez abajo buscando cualquier cosa que le pudiera ayudar con el parto, y sobre todo algo para darle fuerza a la joven embarazada, que apenas se encontraba con un hilo de vida. El tiempo parecía jugar en su contra, pero Kairka era un hombre sabio. Por eso aun siendo tan joven, era el médico real, había sustituido con creces a Pentu, y había elevado el conocimiento de la medicina un nivel más. Pero esta no era la forma más adecuada de trabajar, con apenas luz, improvisando lo que necesitaba cada vez, y escuchando de fondo una serenata de aullidos, gritos y llantos que hacía casi imposible que pudiera concentrarse. Pero aun con todo y con eso, Kairka se impuso y Thoth le bendijo con la gracia de traer al mundo una nueva vida.

El bebé había nacido sano, pero la madre se encontraba ya muy cerca de tener que rendir cuentas ante Horus, su muerte era casi inminente. Kairka grito pidiendo ayuda, ahora la medicina no bastaba necesitaba algo de magia, y de eso el no sabía nada. Fueron unos minutos muy tensos, mientras el joven doctor, veía como esa pobre muchacha iba muriéndose poco a poco. Cuando todo parecía llegar a su final irrumpieron en la habitación dos grandes criaturas humanoides con cabeza de Chacal. Para Kairka no había duda, eran los guerreros ancestrales de Anubis, que venían a reclamar el alma de la joven desde el inframundo.

Pero no fue así, y uno de ellos, que portaba un báculo, con una gran turquesa incrustada en el, se arrodillo ante ella, y comenzó unos extraños rezos en una lengua muy antigua, de la que Kairka apenas podía entender algo. Una luz azul ilumino la instancia y penetró por la boca de la joven insuflándola de nueva vida. Kairka apenas podía contener su miedo ante esa increíble visión y se arrodillo pegado a una esquina de la pared, esperando un final rápido e indoloro para el. Pero Kairka no encontró eso, sino más bien unas palabras amables de gratitud que apenas puedo entender, y después de eso la calma. Los hijos de Anubis habían abandonado la sala y se habían llevado a la mujer y al bebé y fue entonces cuando Kairka rompió a llorar, mezcla de la tensión, el miedo y la satisfacción por haber salido airoso de semejante empresa,pero su cuerpo decidió darse un respiro a tanta tensión y cayo sin conocimiento al suelo. Desde el otro lado de la habitación Kal –el y Seth le observaban con admiración, habían terminado su trabajo, ya solo quedaba regresar a casa.

-Sin duda es uno de los nuestros, siempre fue el mejor. Kal- el recogió a Kairka y lo cargo sobre sus hombros.

- Y pronto se acordara de ello, muy pronto. - Dijo seth al tiempo que se fundía en las sombras, para perderse en la profunda oscuridad de la noche.