capitulo 15 Anuk

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Anuk se había despertado muy pronto, no había dormido bien pensando en lo que había pasado con su sustituta. Se encontraba intranquila pensando en las vejaciones y humillaciones que el mago podría haberla hecho. Nada más levantarse salió de sus aposentos en dirección a la instancia de Kal –el. Por el camino encontró algo de alboroto, pero reconoció las mismas caras de siempre de los guarias de palacio, y no vio ni rastro de los soldados de Atón que habían acompañado a Henutsen.Parecía que Alkair volvía a estar al mando. El joven tyaty salió a su encuentro esbozando una ligera sonrisa.

-Venerado Kal- el, estoy intranquila por los acontecimientos acaecidos ayer, por favor te lo ruego llévame con Kore, tengo que saber si esta bien y darle las gracias por este sacrificio. La voz de Anuk transmitía verdadera preocupación.

- Se encuentra descansando en un tempo de su culto, ellos Anuk solo caminan cuando cae la noche, ya sabes que son. Kal- el volvió a romper todo protocolo y formalismo y sujeto ambas manos de Anuk con las suyas

- Todo está bien, no te preocupes, yo mismo la acompañe antes del amanecer fuera de palacio, me dijo que había dominado la mente del mago con engaños sutiles, y que no debías preocuparte. Kal- el soltó lentamente las manos de Anuk y le dedico su mejor sonrisa.

Anuk se paso su mano izquierda por el rostro, estaba claramente nerviosa, aunque ahora el nerviosismo también provenía del trato que en estos últimos días le estaba dando Kal- el. Un trato cálido, alejado de la frialdad de la conducta palaciega, un trato que sobrepasaba los límites de lo permitido sin duda, y que aceleraba el corazón de la muchacha. Anuk estaba muy confusa, su vida había cambiado en apenas un mes de manera radical. Ya no sentía ningún tipo de amor por su faraón, sentía algo más que deseo por su Tyaty, y por si eso fuera poco, estaba él. Aquel que asaltaba sus sueños, aquel que parecía desnudar su alma con sus ojos de serpiente. Anuk respiro se dio media vuelta sonrió a Kal- el y volvió a la Casa Jeneret . Sin duda necesitaba un buen baño y pensar, sobre todo pensar. La situación comenzaba a ser muy embarazosa.

El faraón y su reina Nefertiti, se habían refugiado en sus aposentos y habían delegado todo tipo de contacto y cuidado del resto de sus hijos a sus tutores. Asi fue como Anuk después de haberse relajado decidió visitar al pequeño de la familia, el simpático y risueño Tutanjatón. La joven bailarina siempre había demostrado un gran amor por le hijo que el faraón tuvo con su anterior favorita la bella y frágil Kiya, la cual había muerto en circunstancias sin duda extrañas.
Para Anuk visitar y jugar con el pequeño heredero, era no solo una alegría sino una especie de terapia para aplacar su miedo, su terrible miedo a que los Shemsu Hor se impusieran en esta guerra y que con su victoria anegaran de oscuridad su mundo. Temía por su maat y desde luego la sola idea de que su alma cayera en el olvido devorada por Apofis, era algo que hacía que todo su ser se derrumbara. Cuando esos terribles pensamientos dominaban su mente, poco le importaba ya perder su estatus social, o reafirmarse en su idea de que su historia con Akenatón había terminado. Aunque ostentaba todavía el titulo de la “gran amada esposa”, el trato que recibía no era mejor ahora, que el de cualquier otra, lo que dejaba para ella un panorama desolador.

El pequeño Tutanjatón tenía apenas cuatro años, pero su soltura en el habla y su porte hacían de él un pequeño adorable. Pasaba largo tiempo aprendiendo juntos a un grupo de tutores, entre ellos destacaban las lecciones de Kairka , que no le disgustaban del todo y que solían ser amenas, y por otro lado las de Seti, que eran excesivamente académicas para un niño de su edad y que generaban en el “pequeño faraón” un estado de inquietud casi permanente.

-Bella Anuk he decidido que seas mi esposa. Eres alta, tienes el pelo negro como la noche y tus ojos son bonitos, sabes leer, cuentas los mejores cuentos y no me obligas a comer me todo lo que me ponen, ni a repasar la lección, así que después de pensarlo un rato largo, lo he decidido- ¿crees que deberíamos llamar a Seti para que lo haga oficial?-el joven Tutanjatón

-Pequeñelo, eres muy atrevido. Primero tendrás que crecer un poco más y luego cuando seas un poco mayor seguro que ya no me quieres por esposa – Anuk se ria mientras sujetaba en sus brazos al pequeño.

- Me esfuerzo por crecer Anuk, ayer me concentre mucho y dice Kairka que desde el toro día he crecido mucho y ya soy casi un hombre. Además te he escrito un poema con la ayuda de mi amigo- El jovencísimo faraón se revolvió para bajarse.
Anuk le dejo en el suelo, y el pequeño salió corriendo dando saltitos de un lado a otro preguntando por Seti. Incordio y rebusco por toda la instancia, mientras hacía a todos los esclavos buscar el papiro, mientras repetía, el poemita, ¿dónde está el poemita?

Después de un buen rato. Seti entró en la sala reprendió al pequeño faraón que salió corriendo a refugiarse junto a Anuk.

-Pequeño príncipe heredero, ¿No habrás olvidado la lección de ayer sobre donde guardar tus escritos y cómo?- Seti se inclino ligeramente para reprenderle apuntándole con su dedo índice a la pequeña naricita de Tutanjatón.
El pequeño guardo silencio y apretó con sus manitas el vestido de Anuk, haciendo pucheros, cuando reunió le valor suficiente se dirigió a Seti con medida amabilidad y suma diligencia.

-Ya he recordado donde está el poemita, sus servicios no son necesarios escriba puede irse – Aunque la voz le temblaba un poco intento parecer también seguro, aunque no lo consiguió.

Seti soltó una gran carcajada, y hizo un gesto de negación con la cabeza, acto seguido salió por la puerta de la habitación con paso firme, parecía que el pequeño faraón se había salido con la suya, una vez más.

-Anuk, Anuk, aquí está el poemita, el que me enseño mi amigo. Esta noche te lo lees en tu cuarto ¿vale?, ¿lo harás por mi?, dijo el risueño príncipe.

-Claro que lo haré, mi príncipe. Ahora vete con Ruth, que es la hora de tu baño, y recuerda que tienes que crecer fuerte y sano y entonces igual te dejo que me desposes- Anuk sonreía mientras le lanzaba un beso.

-Una cosa pequeñuelo, ¿Quién ese ese amigo tuyo, el que te ha ayudado?, ¿no será el maestro Kal.-El?

Durante un instante parecía que el pequeño iba a empezar a hablar, pero se detuvo y no lo hizo, sonrió y dijo:

-Es un secreto, futura esposa mía, y debes respetarme. Dicho esto el joven príncipe abandono canturreando la sala.

Anuk se quedo a solas, tranquila y serena pensando en el gran faraón que llegaría a ser Tutanjatón. Tuvo la intención de leer allí mismo le poema, pero pensó que sería mas honorable cumplir su pormesa y leerlo justo antes de irse a dormir, como le había dicho el pequeño. Abandono la sala con el anhelo de recibir buenas noticas sobre el estado del conflicto en la cena, desea recibir buenas noticas, al menos alguna buena noticia.