capitulo 8 Kairka

Posted in By Seth 3 comentarios

Cuando salio de los aposentos de Anuk, Kairka era consciente de que había mentido por partida doble. Primero al afirmar que nadie había estado esa noche en la habitación a excepción de la joven, y en segundo lugar al tranquilizarla restándole importancia a la sangre derramada. Nervioso y un tanto confuso, deambulaba por palacio intentando encajar todas las piezas del rompecabezas. La sangre no era humana eso era un hecho, su cautivador olor y sobre todo su color negruzco eran demasiado inusuales para serlo, pero ¿Qué clase de animal o criatura se había colado esa noche en la habitación de Anuk?. Las dudas asaltaban su mente. Como buen medico había aprendido a observar detenidamente, y había aprendido también a comprender mucho del lenguaje corporal de la gente y de sus emociones. Anuk y Kal- el tenían un lenguaje secreto eso era un hecho, pero no había sido el Tyaty quien había estado esa noche con ella. La criatura fuera quien fuese, se movía entre las sombras, no era humana, y tenía un especial interés en la muchacha. Kairka resoplo y quiso por un momento que todo volvería a estar como hace un mes, cuando Akenatón le felicito públicamente por el cuidado y el mimo que dedicaba a sus hijas, o cuando Alkair y Seti le invitaron a una estupenda cena cuando viajaron a Tebas para traer unas hierbas selectas para sus operaciones. El joven medico, comenzó a recordar el extraño comportamiento de los griegos, sus copas vacías, sus platos intactos, su presencia perturbadora. Espero pacientemente el regreso de Kal-el y literalmente le abordo cuando este se dirigía a preparar la ultima y vital recepción con los griegos, en las que se tomarían decisiones vitales para el país.

-Kal –el los espíritus de la noche moran en estos muros, Anuk esta en peligro- La voz de Kairka se alzaba con fuerza, el rictus de su cara era de autentica preocupación.

-¿Qué sabes de los Sensu Hor, Kairka?- Dijo Kal –el mientras fijaba su mirada en los ojos de Kairka.

- ¿los Shemsu Hor?, se supone que eran los primeros seguidores de Horus, gobernaron esta tierra antes de que dejaran su legado a los hombres, al gran Menes, el primer faraón… ¿Kal –el?, no se a donde quieres llegar, ¿de que estas hablando?, me tienes muy preocupado- Kairka nunca había contemplado a su Tyaty tan abatido.

-Los Shemsu Hor se han alzado de nuevo y reclaman esta tierra para gobernarla desde el inframundo, ahora todo depende de su enemigo ancestral para que salgamos con vida. Kal- el hizo una larga pausa mientras pasaba una pareja de soldados haciendo su ronda, en cuando se volvieron a quedar solos, se retiro a un pasillo secreto que solo el conocía e invito a Kairka a seguirle.


-Kairka te necesito más sereno que nunca, y tienes que creerme. Este palacio es seguro porque está guardado por mis más leales, pero fuerzas oscuras han extendido su maldad sobre esta ciudad- Kal el continuaba andando por el angosto pasillo mientras guía a Kairka hacia una sala en la que jamás había estado.

Durante el recorrido Kairka no podía dar crédito a lo que veía, galerías y pasillos con un trazado casi imposible, bajo relieves contando la historia de unos seres ancestrales que habían gobernado Egipto mucho tiempo atrás incluso antes de la llegada de los guardianes de Horus. Todo ese conocimiento estaba llevando al joven médico a un estado de excitación e intranquilidad que se alejaba mucho de los deseos de serenidad que Kal- el le había pedido anteriormente, para Kairka mantener la cabeza fría, era ahora mismo una tarea imposible.

- Mira con detenimiento esto Kairka y no lo olvides jamás, estos son los Primeros Nacidos, los hijos de la noche, los que no han de ser molestados. – Kal –el transmitía cierta nostalgia al hablar, algo que termino por desconcertar al joven médico.

-Esto no puede estar pasando, Atón caerá sobre ellos y los aplastara con su luz, Kal- el, ¿estás adorando a los antiguos dioses?- Kairka intentaba transformar su miedo en rabia.

-Atón no tiene nada que hacer aquí, solo es el delirio de grandeza de un loco idealista. Kal- el no estaba para bromas, y el tono de su voz, no era para nada tranquilizador.


Durante unos segundos Kairka, quiso gritarle hereje y saltar sobre él, pero sabía que Kal-el tenia razón, los antiguos dioses continuaban muy presentes en la vida cotidiana subsistiendo en el culto privado, peor alimentados, por las plegarias de tantos y tantos que desesperados acudían cada noche a ellos buscando consuelo. Kairka comenzó a llorar de pura rabia.

-Esto es muy serio, realmente los dioses se alzaran y todos seremos condenados a ser devorados por Apofis, por nuestra herejía. - Kairka cayó en el suelo derrotado ante la perspectiva de un futuro realmente nefasto.

-Sí, es una cosa seria, pero nosotros también contamos con nuestras armas, y los dioses saben que no les hemos abandonado, ahora solo queda saber quien dará el primer golpe. Kal- el levanto a Kairka del suelo y trato de consolarlo.


- ¿Los griegos?, ¿Quiénes son realmente? –Kal -el dime algo, ¿no habrán venido a ejecutarnos no?

-Ellos están de nuestro lado. Esta noche tenemos que asegurar nuestra seguridad y demos escuchar su consejo. Las cosas no podrían estar peor.

-Si ellos están de nuestro lado, ¿Qué criatura esta rondando a Anuk?, ¿Quien se mueve entre las sombras de este palacio a placer?


-Me temo que un poder muy antiguo que trae la muerte Kairka, aunque esta vez está de nuestro lado.