Capitulo 13 Kairka

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Kairka se encontraba concentrado preparando los cuerpos de las jóvenes princesas, cuando un esclavo entró con paso ligero y le entrego un mensaje de Seti.

“La situación militar está controlada, apresúrate.”

La noche había sido larga y penosa, llena de emociones. Kairka había estado presente en el nacimiento de las dos princesas, y había visto como iban creciendo risueñas y ajenas al fatal destino que aconteció en su viaje fuera de palacio. También se unía a sus pensamientos el desconcierto por ver como todo su trabajo había sido tirado por tierra. Esto le había producido un gran pesar, pero el consuelo de que una mente atormentada y manipulada como la de Akenatón no podía obrar de forma juiciosa, le dejo más tranquilo. Kairka había estado no obstante trabajando toda la noche y gran parte de la mañana sobre todo para evitar un confrontamiento con Henutsen, había hecho todos los preparativos y esperaba al mago para que este iniciara el proceso de embalsamación. Los criados elegidos para tan alto honor, aguardaban en silencio sus últimas horas de vida, preparando su alma para el más allá, algo que Kairka comenzó a pensar que debería hacer por si acaso todo salía mal. Cuando el mago llego estaba visiblemente cabreado, y al ver el perfecto trabajo de kairka, suspiro con ánimo de transmitir cansancio y desanimo ante la tarea.

-Medico, he cambiado de opinión. Vacía a estas dos perras y tira sus vísceras, no tengo ganas de perder el tiempo.- Henutsen dio media vuelta y se dispuso a irse.

- ¿Qué tal si te vacio a ti el estomago y saco tus asquerosas tripas? - Kairka sujeto con fuerza el cuchillo ritual mientras miraba a los ojos del mago.

Fue entonces cuando el mago con un rapidísimo movimiento desarmo a Kairka y al tiempo que le provocaba un tremendo dolor de cabeza al utilizar sus artes oscuras.

-Ahora, ¿qué vas a hacer en el suelo desarmado y controlado por mi voluntad?.
Debería matarte aquí mismo y darle tu cuerpo a los carroñeros del desierto. Me estáis empezando a cansar tu y tus amigos. Te dejaré que pienses en tu falta de fe, en un oscuro agujero en lo más profundo de este palacio, y espero que no salgas de allí nunca bastardo. - El mago llamo a dos guardias que recogieron al maltrecho Kairka del suelo y le maniataron.

- Que todo el mundo le vea, pasead la vergüenza de este hereje, y meterlo en el agujero de castigo de Atón. Que nadie le de comer ni beber bajo pena de muerte.¡Marchaos! – El mago volvió a la mesa donde estaban los cuerpos de las niñas y con un fuerte empujón tiro sus cuerpos al suelo.
- Dádselas de comer a los perros esta noche, no quiero perder ni un minuto más aquí abajo.

Kairka estaba confuso, poco a poco comenzaba a poder pensar con claridad, la luz del sol le cegaba, y los comentarios de la gente al verle pasar, iban clavándose poco a poco en su mente.
-¡Es un traidor!,¡Muerte al hereje!- Exclamaba la muchedumbre.


Kairka se había dejado llevar por su amor a las niñas, y lo iba a pagar caro. Pero no tenía miedo, sabia en su interior que su momento estaba por llegar. Un agujero oscuro, no sería suficiente para minar su voluntad.

Enseguida se extendió el rumor por palacio de que Kairka se había negado a llevar a cabo el ritual de embalsamiento de las jóvenes princesas. Aunque la mayoría de la gente creyó la mentira, sus más allegados no daban veracidad a lo contado y veían claramente la mano conspiradora del mago, parecía que esta vez el golpe de mano lo daba el pérfido mago.

Los soldados se dirigieron a las dependencias de castigo y allí vendaron los ojos de Kairka y reforzaron los nudos de las muñecas del médico. Sin ningún tipo de cuidado le lanzaron al agujero que tenía una profundidad de un par de metros. Kairka sintió un dolor agudo en el hombro y en la pierna izquierda, la caída sin duda le había provocada alguna fractura pero no podía desatarse las manos y apenas podía moverse. Fue entonces cuando kairka se encomendó al gran poder de Inhoteph, no tenía miedo, solo el pesar de sentir que iba a morir sin haber conocido cuales eran los secretos que Kal –el guardaba y el destino que les había prometido.