Capitulo 11 Kore

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La criadas de Anuk habían tenido que maquillarla tres veces, pues sus lagrimas habían roto su maquillaje las dos primeras veces. Se sentía ultrajada, hundida y asustada. ¿Qué seria ahora de ella?, si el faraón era capaz de rebajarla de esa manera a un mero objeto de placer para sus más allegados, eso sin duda significaba el final de su dignidad. Pero Anuk era una mujer valiente, y mientras era maquillada por tercera vez su rostro, se empezó a endurecer, reforzado por la ira y el odio, y sus pensamientos, eran ahora de muerte y de venganza.

Anuk salió en silencio de sus aposentos acompañada por dos guardias de palacio, tuvo un pequeño momento de duda donde casi rompe a llorar de nuevo, pero apretó los labios y pensó que pasara lo que pasara seria el final. Se dirigía con paso firme a las dependencias del mago cuando Kael- el acompañado de una mujer encapuchada les detuvo.
-Anuk , esto no es necesario, ni aceptable. Vuelve a tus aposentos. Nosotros nos ocuparemos de este solucionar este contratiempo.- dijo Kal-el al tiempo que hacia un gesto a los guardias para que se detuviesen.

- Kal- el esto es demasiado peligroso, yo puedo dominar la situación, puedo controlar… - Anuk dé repente se quedo sin palabras, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Los guardias habían caído al suelo sin conocimiento, y la muchacha que había dejado caer su capa al suelo se mostraba ante anuk como si de su propio reflejo se tratara.

Anuk, esta muchacha es Kore, es especial tiene la facultad divina de adoptar cualquier apariencia humana que desee. Ella es una de las cambiantes amenazada por los Semsu Hor. Nos ayudara sustituyéndote, en ciertas tareas. Kal- el intentaba calmar a Anuk, relajando la tensión de su cuerpo y con un tono amable en sus palabras.

Esta mujer es exactamente igual que yo, ¿Cómo puede ser?, Esto no puede estar pasando, yo no sé qué decir –Anuk se encontraba totalmente descolada con la situación, aunque estaba acostumbrada a ciertos acontecimientos inexplicables y de carácter divino, siempre habían sido como ligeras pinceladas en su vida cotidiana, ahora parecía que esos acontecimientos se ponían a la par con los más mundanos, y estaban convirtiendo su vida, en una autentica narración de leyenda.

-No puedo aceptarlo, ese maldito bastardo hijo de mil rameras se aprovechara de ella. Kal –el, no lo permitas, odio a este tipo de hombres, son asquerosos. Anuk se empezaba a recomponer de nuevo y su voluntad era la de hacerlo ella misma, aunque se derramara sangre, o que nadie lo hiciera por ella.

- Nadie la tocará. No debes temer, la sangre de Kore es poderosa y sus habilidades son sobrenaturales, nadie le hará daño. Kal- el beso a Anuk en la frente, sin duda un gesto osado, arriesgado e imprudente por su parte. Anuk se quedo perpleja, pero a la vez tranquila.

-Anuk, el poder de la noche de la tierra negra me protege. Cuando entre en esa habitación haré lo que tenga que hacer para que tu vida en palacio sea tranquila. No has de temer Anuk , eres muy valiosa para nuestro señor. La voz de Kore era tan melosa y sensual que Anuk estaba casi hipnotizada ante su presencia.

-Vuelve a tus aposentos, que nadie te vea. Mañana cuéntales que el mago te trató con cordialidad y que no te puso la mano encima, que solo quería compañía. Dijo Kore mientras le sacaba una de sus pulseras a Anuk de su mano derecha.

- Perdona Anuk, pero había olvidado este detalle, te la devolveré mañana.
Kal- el contemplo como Anuk se daba media vuelta y volvió sigilosamente hacia sus aposentos, una vez solos , el tyaty se volvió hacia Kore y le deseo suerte.
-Ten cuidado Kore no sabemos cuáles son sus verdaderas armas, si necesitas ayuda grita. Dijo Kal- el mientras se disponía a marcharse.

-No te preocupes y descansa, no permitiré que este plan salga mal, mañana el mago estará muy contento de los favores y la atención de la favorita, y vosotros podréis ganar tiempo para averiguar que trama exactamente.

Kore se dirigió con paso firme hacia los aposentos del mago, esta noche iba a ponerle a prueba, a buscar en los recovecos de su mente, sus ambiciones y sus perversiones , y cuando esas puertas estuvieran abiertas, honraría a su señor destripándole, ya que bajo el abrigo de la noche, una serpiente del desierto no tenia rival.