Capitulo 17 Cuentos del paraíso azul 3

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Athan había conocido a la que sería su esposa cuando los dos eran apenas unos niños. Su padre era un afamado músico de palacio, y dedico mucho esfuerzo destinado a que su joven hijo también se formase en el arte de Melpómene. Los enamorados crecieron juntos ignorando los peligros de un mundo que estaba despertando. Los padres de la joven proclamaban que su hija era un regalo de los dioses antiguos y la habían llamado Astra. Las familias habían acordado que cuando los dos llegaran a la mayoría de edad se unirían en matrimonio. Quedaban apenas unos meses para el enlace y el joven Athan se encontraba de vuelta a su hogar, después de una larga estancia actuando para el rey de Heraklión en las fiestas en honor a Europa. La noche era muy calurosa en alta mar y el joven apenas conseguía dormir veinte minutos seguidos. Así que decidió subir a cubierta esperando encontrar algo de brisa fresca. Ya se veían a lo lejos las luces de Thera, pronto regresaría a casa. Fue entonces cuando Athan se percato que había alguien más estaba en cubierta, un misterioso joven que había estado todo el viaje en la bodega.

-¿Tu tampoco puedes dormir “errante”? – Athan se acerco junto a él y le ofreció un vaso de agua.

- Voy a reunirme con alguien al que no veo desde hace mucho tiempo, y tampoco puedo dormir, debe ser que estoy algo nervioso.

- Mi nombre es Athan , hijo de Tethis y de Critias. Soy músico y pronto un hombre felizmente casado,¡oh, que ganas tengo de volver a mi hogar y poder estar junto a ella!. Te he estado observando y apenas has hablado con nadie, allí abajo solo. Perdona que sea tan impulsivo, pero es que me caíste muy bien desde que te vi.

- Tú también me caes bien. Conozco bien a tu familia a tus padres y a tus hermanos, sois buena gente, por eso decidí embarcarme con vosotros, porque sabía que sería una travesía agradable y segura. Las cenas han sido muy amenas con vuestras danzas y cánticos y las mañanas, bueno las he pasado durmiendo, pero como ya le dije a tu padre, tengo el habito de trabajar por las noches y me molesta la luz del día. Tal vez sea un castigo de Apolo, que se yo.

-¿sabes qué?, creo que deberías asistir a nuestra boda, seguro que también eres del agrado de Astra, por favor honrarías a nuestra familia con tu presencia, ¿lo harás?- Athan parecía entusiasmado.

- Lo haré si así lo deseas. Será para mi un honor que me invites a tu casa y me abras las puertas.

Pasaron tan solo unas horas y el barco llego a puerto. Allí fueron recibidos con los más altos honores y se les escolto hasta palacio. Ante ellos se encontraba la bella ciudad de Akrotini, rica por los bellos frescos de sus casas, que sin duda revelaban el alto nivel de vida de sus habitantes. El arte y concreto la pintura eran una perfecta unión allí. Los frescos abarcaban una amplia gama de temáticas, desde la representación de la vida cotidiana marítima, pasando por la representación floral de la zona, y los deportes cotidianos, hasta las más bellas y enigmáticas representaciones geométricas A los ojos de Athan y los demás habitantes nativos era una señal de la originalidad y la prosperidad de Thera, para los ojos cansados de un errante ser con el alma embriagada por la venganza, solo eran ecos de un mundo que ya no existía. Los azules de las pinturas, típicamente egipcios y el uso del lapislázuli, las representaciones de animales marinos, concretamente delfines, y el acabado final también estaban en clara armonía con la creciente cultura de otra isla cercana que estaba a la vanguardia del nuevo mundo, la isla de Creta. Todas estas conexiones conviertan a Thera en la punta de lanza de un nuevo mundo, un mundo que había nacido para morir abruptamente.

El gobernante de la cuidad, conocido como Atlas, había dirigido sus destinos con mano de hierro durante los últimos veinte años. Todo el mundo decía que estaba tocado por los dioses, pues su fuerza y su juventud, parecían no menguar ni un ápice con el paso del tiempo sino todo lo contrario cada día se acentuaban más.
El reencuentro entre Astra y Athan se produjo cerca de las murallas de Akrotini, se abrazaron y se besaron como si no existiera el mañana. Durante largo tiempo estuvieron charlando y riendo, rebosantes de felicidad. Tenían una gran cantidad de planes por delante, el más inmediato viajar a conocer las maravillas de Egipto, el siguiente intentar formar una familia. Descendieron por la ladera cogidos de la mano, ajenos al terrible acontecimiento que iba a producirse.

Pasaron unos días, y el gobernante Atlas ordeno a la familia de Athan amenizar una fiesta en honor a Poseidón. Sin duda era un acontecimiento social muy importante, acudieran las familias nobles y las más adineradas de la zona, básicamente los grandes comerciantes de cerámica, trigo, cebada y sus los selectos maestros que cultivaban las apreciadas uvas negras.

La fiesta comenzó como las anteriores, los hombres mostraron sus mejores galas, mostrando sus largos cabellos y sus pieles bronceadas. Las mujeres lucían cuerpos de piel más blanca y cubrían sus cuerpos con largas faldas y ropas decoradas con rayas de colores. Atlas tenía una corte de sacerdotisas a servicio y aunque adoraban a los dioses marinos, el culto palaciego estaba destinado a una deidad traída por el gobernador, el “Gran lobo negro “.

Athan cantó las grandes victorias de Atlas y recordó como la civilización había encontrado una luz en la oscuridad, esa luz era Akrotiri y sus habitantes los elegidos para una nueva forma de entender la vida. Después de su épica actuación saludo a sus familiares y allegados y reparo en que el joven de cabello rojo también estaba en la sala. Se acerco a el para saludarle y para presentarle de manera mas formal a su prometida y a su hermanos.

-Bienvenido, espero que hayas disfrutado de la actuación. Athan asió del brazo con delicadeza a la bella Astra y la invito a presentarse.

-Me ha encantado Athan. Así que tu eres la bella Astra, ahora entiendo porqué este maestro de la música consigue su inspiración, rivalizas con las musas, de eso no hay duda.

- Gracias joven viajero. Athan no me ha dicho tu nombre, cuando se refiere a ti te llama “ el errante”, pero seguro que tienes un nombre menos misterioso- dijo Astra mientras hacia una gentil y divertida reverencia.

- Mi nombre no es importante, algunos me llaman Seth, pero un hombre no se define por su nombre, sino por sus actos. Seth sonrió y disculpo ante la pareja, tenia asuntos pendientes que tratar. Antes de irse les deseo una vida prospera juntos y la bendición de una gran familia.

Sin duda “el errante” tenía otro propósito. Alli frente a el volvía a estar uno de sus ancestrales enemigos, si bien fue solo un soldado dirigido por otros seres más poderosos, no dejaba de ser alguien que tenía su nombre escrito en piedra en los pasos de la venganza de Seth. Ahora el bravo guerrero venido del norte se hacía llamar Atlas, tomando el nombre del titán que sujetaba la bóveda celeste, pero su verdadero nombre era Ragnar, en tiempo un antiguo rey de las tierras de Hiperbórea. Seth no quería actuar a la ligera. Sabía que el viejo gobernante contaba con los dones de la noche de su lado, era una poderosa criatura que llevaba milenios alimentándose de la sangre de los más fuertes guerreros y de las más temibles bestias. Asi pues se dedico a observar con cautela a su enemigo, sin duda buscando una rutina en su comportamiento o algún vicio en su alimentación, algo que le llevaría semanas.

Pasaron tres semanas y llego el esperado día del enlace. Athan y Astra se unieron en matrimonio en una ceremonia en el templo de Poseidón, que coronaba el punto más alto de la isla. Acudieron invitados desde todos los puntos de las civilizaciones conocidas. Los gobernantes de las grandes polis griegas, del glorioso Egipto y de Mesopotamia también se unieron, y no faltaron los misteriosos hombres de Thartessos. La tradición dictaba que la gran fiesta tras el enlace durase una larga semana. Pero los gobernantes foráneos abandonaron la isla apenas unos días después, sin duda, el tiempo suficiente para que Atlas hubiera dominado sus mentes a placer y también hubiera tomado esa sangre real que tanto le saciaba. Le gustaba alimentarse de la realeza humana le producía un placer inmenso. La gran ventaja de alimentarse de humanos era que una simple orden era suficiente para hacer olvidar el trance angustioso del mordisco. Muchas veces después de haberse alimentado de sus presas, Atlas solía introducir en sus mentes recuerdos placenteros de orgias, o ensoñaciones, que hacían que los que habían sido mordidos no solo olvidaran el trance, sino que ese vacío en su memoria fuera un “recuerdo” agradable que no sabían explicar muy bien.
Seth se había dado cuenta de la afición desmesurada por la sangre real de Atlas y había encontrado su punto débil. Se había estado dejando ver por palacio y sin duda había dejado caer la información necesaria a los espías del gobernante de que el era un joven príncipe de Thartessos que era “especial”. En poco tiempo, Atlas había recibido esa información y ansiaba beber la sangre de un joven vampiro de la realeza, asi que no fue Seth el que buscó y prepara el encuentro, sino que el mismo Atlas fue el que una noche salió tras el.

Asi fue como en la quinta noche de celebración, Seth se reunió con Atlas, que sin duda había olvidado quien era Seth. Estuvo todo la noche jactándose de su poder y no oculto sus deseos de probar su sangre. Seth fingió ser un vampiro neófito, y sonreía y decía sentirse alagado por tan alto honor, mientras luchaba con su lado más salvaje para no saltar sobre el y desmembrarlo a dentelladas. Según iba pasando la noche, la insistencia del gobernante fue mayor, y Seth accedió a sus deseos. Vertió en una gran copa dorada su sangre y le entrego la copa al ansioso Atlas, que la apuro de un solo trago. La sangre de Seth en sus venas fue un estallido de placer tan inmenso que Atlas perdió hasta la noción del espacio y del tiempo. Cuando se hubo recuperado, su abotagada mente comenzó a despertar, al principio deseando drenar al joven vampiro que creía tener ante el, pero mas tarde, cuando su inteligencia despertó, comenzó a atar cabos, y un miedo inimaginable comenzó a recorrer su cuerpo, con la velocidad del rayo de Zeus desgarrando golpeando la tierra. El pánico le invadió por completo, esa sangre, ese sabor, solo lo había probado una vez anteriormente había sido hace tanto tiempo, que el propio mundo había olvidado esa era. Cuando los dioses eran jóvenes, y la Tierra era el hogar de seres mitológicos ya extintos. No podía ser de otra manera, sin duda se trataba de uno de ellos, de los que creía haber exterminado.

Seth se abalanzo hacia el y le mordió profundamente la garganta mientras intentaba arrancarle la cabeza. La pelea fue tremendamente violenta y Seth tuvo que esforzarse al máximo moldeando las sombras a su alrededor convirtiéndolas en aguijones de oscuridad que ensartaban el cuerpo del gobernante. Cuando todo parecía que iba a acabar allí mismo, Atlas invoco el poder oscuro de la tierra y comenzó a fusionarse con ella, una estratagema que le había salvado la vida en alguna otra ocasión.
-Las entrañas de esta tierra me protegerán. Aquí tu poder es limitado. No tardaré en informar a mi maestro de tu inesperado regreso y cuando eso ocurra podré deleitarme con tu sangre como lo hice con la de la mujer – dijo Atlas mientras su cuerpo terminaba de fundirse n el suelo de la negra tierra.

-El grito de desesperación de Seth se oyó en toda la isla. Había tenido tan cerca la victoria que no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Durante un buen rato estuvo contemplando el lugar donde había desaparecido el antiguo. Entonces pensó para si mismo, que si no podía ir tras él tendría que sacarlo de algún modo. Contaba con una gran baza a su favor y era que el arrogante Ragnar había bebido de su sangre, algo que hacía que Seth pudiera controlar parte de su voluntad. Fue entonces cuando entro en la mente del gobernante y comenzó una dura batalla por mantenerle justo donde estaba. Tal vez no tenia poder suficiente para hacerle salir, pero si para mantenerle inmóvil allí abajo mediante una orden que podía prolongar durante años.
-Seth volvió apresuradamente al banquete de boda, estaba sediento de sangre y rabia, y el rencor anegaba su vieja alma, apenas tenía tiempo, pues el amanecer de un nuevo día era inminente. Sin perder ni un solo segundo se dirigió a la multitud:

-Un gran mal se cierne sobre estas tierras, la oscuridad del submundo ha reclamado esta tierra, debéis abandonarla y no regresar jamás. Seth contemplaba a los lugareños impertérrito, mientras sus ojos azules poco a poco se tornaban en de un color amarillento.

Al principio todos se quedaron atónitos ante sus palabras, pero poco a poco sus voluntades humanas fueron cayendo bajo el poderoso influjo de su presencia, unos minutos después, no quedaba nadie en la celebración que no fuera a abandonar esa tierra y no volver nunca. La salida fue apresurada y violenta y sin duda Seth sabia que ese pánico y desorden traerían muerte, pero un precio que estaba dispuesto a pagar, peso a ello tuvo un ultimo gesto de humanidad.

Seth, salió al encuentro de Athan y le sujeto firmemente por los hombros. Organiza la evacuación de isla, te daré un instrumento para navegar y unas ordenes escritas que has de cumplir sin excepciones. Perdóname por arrebatarte tu mundo, a cambio te daré la llave de otro lugar, donde tu gloria será milenaria. Seth abrazo con cariño y fuerza a Athan y mirándole por última vez le dijo:
-Cuida de tu esposa y sálvala, forma un hogar, te veré en tus sueños.

Seth volvió a arengar las masas, desplegando toda su presencia y les mando un mensaje inequívoco.

-En unas hora no quedara vida en Thera, coged solo lo imprescindible.

Athan , Astra y muchos otros organizaron el éxodo del pueblo de Thera y con ellos se fueron los últimos habitantes de una isla amable y pacífica. Con un rumbo explicado en un papiro y un extraño objeto con forma de serpiente emplumada, el pacifico pueblo de thera se echo a la mar, en buscas de costas jamás descubiertas. Los jóvenes se besaron en cubierta, mientras el cielo se rompía en una torrencial lluvia. Athan leyó con calma las explicaciones de Seth, les llevarían a un enigmático lugar, un lugar llamado Teotihuacan, más allá de los confines del mundo.
Cuando seth volvió sobre sus pasos contemplo por última vez el milagro de thera, se maravillo con su arte y su arquitectura. Cuando llego al punto exacto donde Rganar se había fundido con la tierra, inicio un ritual que cambiaria la faz de la tierra para siempre.

Poco a poco fue reuniendo entorno a el, pequeñas sombras, primero las de los animales y arboles cercanos, luego todas las sombras que proyectaban de los bosques, las, casas y cualquier animal que quedara allí, en poco tiempo todas las sombras que se proyectaban en la isla fueron manipuladas por su poder, y con ellas comenzó a horadar la tierra, la fuerza fue tal que el volcán durmiente de la isla comenzó a despertar, Seth se dio cuenta de que no habría retorno, y genero entorno a el una esfera de oscuridad impenetrable. La tierra se agito violentamente y el volcán entro en erupción, la unión de la fuerza de la naturaleza y las artes oscuras de Seth dejo una cicatriz en la Tierra que aún perdura.
Seth entro una última vez en la mente del derrotado Ragnar, para sentir su dolor y regocijarse con el.

-Mi progenie te dará caza maldito engendro, te cazaran y me vengaran
Seth tan solo se limito a decirle unas breves palabras.
-Que las serpientes de fuego devoren tu alma y se pierda en el olvido. Jamás verás Walhalla.

La terrorífica explosión que aconteció segundos después, fue la mayor que ha conocido nuestro planeta. La emisión de polvo oscureció la atmosfera tan intensamente que oscureció el mundo conocido durante nueve largos días, donde se arruinaron todas las cosechas, llegando incluso a continentes que el hombre no había descubierto por aquel entonces. La isla se había hundido en su mayor parte y aunque ya había amanecido, Seth aguantaba en pie, bajo la densa capa de cenizas, que cubria el sol contemplando el devastador resultado de sus acciones.
Extenuado y al borde del agotamiento extremo, Seth cayó de rodillas, trato de encontrar con la mirada algún animal en las proximidades que le pudiera proporcionar algo de sangre, pero ante el solo había destrucción y muerte. Intento reunir sus ultimas fuerzas para arrojarse al mar, podría encontrar sin duda algo de sustento, cuando se levanto, sintió una mano amiga que le ayudo a incorporarse.

-¿ Eres tu Kore? Llévame a un lugar seguro, estoy muy débil.

Kore ayudo a su maestro y le ofreció de su sangre para que pudiera fortalecerse. Una vez se hubo saciado sEth , volvió a reunir fuerzas para poder caminar de nuevo.

-Maestro, ¿Qué es esta terrible devastación que encoge mi alma?, kore intentaba contener las lagrimas ante semejante atrocidad.

-Le encontré Kore, encontré al hijo del lobo negro, a uno de ellos, Tenía que tomar una medida desesperada y lo hice, ahora se hasta donde llega mi verdadero poder,
-¿Qué ocurrirá ahora maestro?, Los antiguos dioses te harán pagar por esto. dijo la sollozante Kore

- Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos, dijo Seth mientras miraba fijamente el horizonte.