Capitulo 6 Kal-el (continuacion 2)

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Una gran cantidad de recuerdos habían inundado la mente de Kal-el, recuerdos de otras vidas pasadas, antes de la herejía de Akenatón, muchos antes del comienzo del gran Imperio egipcio. Vidas todas ellas donde había aprendido a contralar la ira y el rencor, algo que Seth no podía dejar de lado ni un solo instante. Sus vivencias habían sido ricas y plenas. Kal –el era uno con su pueblo , pues en sus diferentes vidas había engendrado una gran prole, en ese tiempo su tribu se había fortalecido, era sin duda el clan más poderosos de Egipto, el llamado clan del chacal. Pero no todo habían sido alegrías en este largo periodo, los tiempos de los clanes habían caído en el olvido, y aun siendo poderosos y autosuficientes, tenían que vivir en la clandestinidad, para los habitantes del imperio, el tiempo de los clanes era casi un mito, un tiempo pasado, donde se empezó a construir la religión. Con el paso del tiempo Kal- el había asentando las bases de la tradición de Anubis y en el tiempo en el que era venerado, el poder de su tribu llego a ser tal, que ponían y quitaban faraones a voluntad. Pero con el paso del tiempo comenzaron las guerras de los dioses, y las criaturas sobrenaturales que moraban en la noche reclamaron su poder, se empaparon de la religión creciente y adoptaron las personalidad de los dioses. Fueron tiempos convulsos, de un gran derramamiento de sangre, pero que se resolvieron con un pacto sagrado, el juramento del Nilo. Pero ese tiempo de paz se había roto con la ruptura religiosa de Akenatón, el pacto estaba en peligro, y si bien los humanos eran ajenos a estas tribulaciones, el poder de las criaturas de la noche había despertado una vez mas.

Cuando Kal –el escucho el primero de los truenos no se imagino que vería la tormenta más intensa y duradera en varios cientos de años. El cielo se había roto en un baile hipnótico de relámpagos al son de un constante e inconfundible sonido de una brutal tromba de agua. La gente corría de un lado para otro refugiándose de la lluvia y Kal –el observaba como el agua limpiaba de pecado una ciudad condenada, o al menos eso quería creer. Después de su conversación con Seth había estado dándole vueltas al tema de la seguridad de Akenaton. Por lo que sabia hasta ahora fuerzas oscuras estaban manipulando la voluntad del faraón y eso explicaría sin lugar a dudas el distanciamiento paulatino que había tenido con sus mas estrechos colaboradores y como decidió ausentarse de la importante visita de los emisarios las polis griegas. Una vez se había dejado llevar el tiempo suficiente por el fuerte olor a tierra mojada y a había contemplado esa maravillosa estampa, decidió ponerse manos a la obra. Ordeno llamar a Seti, al que puso al tanto de las nuevas reglas de protocolo con los griegos, la consigna era clara, libertad absoluta de movimientos para los emisarios. Sobre Seth también levanto cualquier veto que pudiera existir a su entrada en palacio, aunque sabia que si quería entrar, no tendría resistencia, así que lo mejor era dejarle campar a sus anchas. Cuando termino de poner en claro ciertos aspectos más sobre el banquete de esa noche, continuo con su ronda de visitas antes del segundo banquete, esta vez, busco algo de paz en las sabias palabras de su amigo y medico real Kairka, al que tenia mucho que agradecer y algunas cosas que explicar.

-Kairka, debo hablarte de un tema delicado referente a nuestros invitados- dijo Kal- el

-Sin duda algo extraño sucede con ellos, pero no creo que sea de mi incumbencia- Kairka observaba con expectación los movimientos de su tyaty.

-Esas preguntas que te rondan, sin duda tienen respuesta, pero todavía no estás preparado. Debes confiar en mi amigo mío, Kal-el puso su mano en elhombro de Kairka en señal de cariño y respeto.

-¿Son de fiar?, ¿podemos estar tranquilos?- Kairka quería dejar zanjado el tema.

-Todos ellos. Además he de decirte que rondara el palacio un viejo conocido, ese chico de pelo rojizo, con el que tuve la audiencia hace un par de días, su nombre es Seth .

-¿Seth?, vaya que afortunados somos de tener al mismísimo Seth aquí – Kairka sonrió en tono de burla.

Kal –el guardo silencio y sonrió levemente, sin duda Kairka no se podía imaginar, quien era ese chico, ese caminante del tiempo, pero sin duda el era el único dueño de ese nombre, pues le había sido otorgado mucho antes de cualquier dinastía, quizás mucho antes de que nadie poblara esta tierra.

-Si no necesitas más de mi, Kal- el, me gustaría visitar a Anuk, quiero saber cómo ha evolucionado su tobillo.

- Parte tranquilo, solo una cosa más. Muchas gracias por tu atención estos días, Kairka, eres muy importantes para nosotros en palacio, gracias de verdad.

-Bueno, uno se alegra de ser de utilidad – Kairka se retiro con paso firme y sereno.

Kal-el sonrió, sin duda la vida de Kairka iba a dar un giro inesperado, y estaba deseando verlo.