CAPITULO 7 Anuk

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Durante el día Anuk se había dedicado a si misma. En primer lugar, nada más levantarse de un agradable y profundo sueño, había decidido tomar una ducha relajante como era costumbre, asistida por sus dos esclavas más leales, la dulce y atenta Sarh y la siempre atenta Mariah. Una vez limpia y perfumada la joven había estado comentando los detalles más vistosos de la noche anterior, pues con el tiempo había desarrollado cierta complicidad con ellas, la vida a veces era demasiado dura como para granjearse enemigos tan cercanos. Así pues las relaciones con ellas eran bastante buenas, aunque siempre manteniendo las distancias propias de sus respectivas clases sociales. Esa mañana todo eran buenas noticias y cumplidos incluso recibió la felicitación de muchas de sus compañeras de la Casa Jeneret, y en particular la más especial de todas y la más importante la de “la venerable”.

-Tus pasos Anuk están tocados por la luz de Aton –dijo mientras se acercaba cariñosamente a observar más de cerca su laborioso y perfecto maquillaje.

-Muchas gracias, venerable, es un honor recibir este cumplido. Espero poder estar a la altura las expectativas la próxima vez.

. No te preocupes y desde luego que colmaste mis expectativas anoche y lo volverías a hacer hoy, pero no habrá próxima vez, al menos no en esta visita- eres la amada Gran Esposa de nuestro faraón y los ojos de esos griegos ya han visto demasiado. La madura mujer se acerco a menos de un palmo de su rostro.

-Dile a esa esclava tuya, que te retoque el perfil de tu ojo derecho, no me gusta lo que transmite, es demasiado vulgar- su expresión era de sobriedad absoluta.

-Así se hará, Venerable. Si me disculpa. Anuk salio de la sala de baños con el ánimo un tanto compungido, pues aunque solo le gustaba actuar para su faraón hoy había algo en el aire que la impulsaba a bailar, pero no sabia decir exactamente que era.

Cayó la noche, y el cielo se fue oscureciendo, poco a poco una amenaza de tormenta fue instaurándose sobre la ciudad. Anuk se había retocado el maquillaje y había pasado unas horas, estudiando algo de música y conversando con sus compañeras, comió poco y a disgusto y paso la mayor parte de tarde descansando. Cuando Kairka apareció para comprobar si su tobillo había aguantado bien la actuación de ayer sintió un profundo alivio y decidió acompañarle junto a sus esclavas en un paseo por palacio con la excusa de probar la flexibilidad en su tobillo tras su lesión. La tormenta parecía que iba a romper el cielo en dos y en vez de pasear por los aledaños del palacio optaron por bajar a las dependencias más cercanas a la puerta principal. Anuk Tenía pensado regresar pronto, pero al poco de haberse sentado con Kairka, a disfrutar de una buena conversación, un esclavo se acerco con un mensaje de Kal- el.

ACOMPAÑAME ESTA NOCHE. TE NECESITO EN LA CENA


Anuk se extraño un poco del tono empleado en el mensaje y dedujo que si Kal- el había solicitado su presencia, habría tenido sin duda más que palabras, con “la venerable”. En cualquiera de los casos, le daba lo mismo, la conversación con Kairka estaba siendo amena, y aunque no le gustaba admitirlo, el no tener cerca al faraón era como una bocanada de aire fresco. Con el paso del tiempo Anuk había dejado de admirar y sentir amor por el faraón. Ahora solo se sentía una más. De hecho deseaba que las noches en las que solicitara su presencia, Akenaton estuviera demasiado borracho, o demasiado cansado para poseerla. Con el paso del tiempo había desarrollado un gran cariño hacia su Tyaty, ella no lo llamaría amor, pero había algo en Kal-el que despertaba su lado más salvaje, y eso a veces le daba miedo, aunque otras veces la empujaba a aceptar sin ninguna queja sus ordenes más cripticas. Esa noche la fiesta tenia un carácter estrictamente privado, y fue una sorpresa no encontrar a nadie de la nobleza, ni siquiera a los más afines al faraón allí. Incluso la representación formal de la Casa Jeneret se limitaba tan solo a ella. ¿Dónde estaba todo el mundo?, los griegos iban a estar tan solo acompañados por menos de una docena de personas de palacio. Kal –el como Tyaty y máximo responsable de palacio dominaba con su presencia la sala, le flanqueaban a su lado derecho Seti, el escriba real más afamado y administrador de palacio, en el izquierdo se coloco Alkair el jefe de la guardia de palacio. Dos miembros de la guardia se habían quedado custodiando la entrada a la sala, y por ultimo se encontraban ella misma que había llegado con Kairka y sus dos esclavas. Frente a ellos los griegos, esta vez acompañados por una joven muchacha, que se presento bajo el nombre de Ariadna y un poco más alejado y con aire de distraído, como en tierra de nadie, un invitado que parecía no encajar en algo tan selecto, se trataba de Seth que seguía manteniendo su coartada de joven sacerdote del culto prohibido frente a los demás.

-Sentaros junto a nosotros, nos espera una agradable velada con nuestros invitados – Kal- el se encontraba relajado y observaba con cierta expectación los movimientos de Seth.

Las emociones en el ambiente eran de una gran amabilidad, acompañadas de una tranquilidad y una paz que hacían de la cena, todo un espectáculo de cordialidad. Anuk se dejo llevar y el protocolo en la sala hacia horas que había desaparecido, parecía como si un grupo de viejos amigos estuviera compartiendo una cena de festividad. Incluso las esclavas de Anuk, eran tratadas con suma exquisitez, sin duda algo muy raro estaba sucediendo, pero ¿Quién quería preocuparse por eso?, Anuk no desde luego.

Durante la cena Hesiodo narro grandes relatos sobre la creación del mundo, Homero cantó las gestas de los dioses más jóvenes y Orfeo contó la triste historia del amor derrotado en el inframundo. Anuk se dejo llevar, se mostró tal como era, una muchacha alegre y sin complejos que a veces se encontraba encerrada en una vida que aunque desde los privilegios era una gran suerte, estaba llena de trampas. La noche estaba muy avanzada cuando Hesiodo y homero se retiraron acompañados de Sarah y Mariah que habían pedido permiso a Anuk para acompañarles a sus aposentos. Otros comensales abandonaron la sala con diferentes excusas, incluso Kal –el se ausento alegando, que necesitaba tomar el aire, en pocos minutos Anuk se encontró a solas con Seth, que gentilmente le ofreció una copa de vino.


-Dice Kal- el, que eres un viejo amigo suyo, no lo parecía la verdad, la otra noche cuando estabais discutiendo- Anuk aunque se encontraba muy a gusto no podía olvidar, que este chico no le producía precisamente una sensación de tranquilidad.

-Asi es, somos viejos amigos, hemos compartido muchas cosas- Seth se acerco a su lado y con su mano, toco suavemente la mejilla de Anuk.

-¿Sabes que podrían matarte por lo que acabas de hacer? – Anuk no podía dejar de mirar los profundos ojos azules del joven.

-Supongo que eso pasaría si alguien se enterara de esto, pero ahora estamos solos tu y yo. Seth sonrío dulcemente.

-Si me vuelves a tocar, tendré que matarte. Anuk tomo distancia con Seth

-Jamás te haría daño, solo quería comprobar que eres real.

Seth se incorporo y se dispuso a irse de la sala cuando estaba a punto de salir, Anuk le ordeno detenerse. Se acerco hacia el y le dijo:

Todo esto es muy extraño, un pobre sacerdote no le habla asi al Tyaty de palacio, ni se atreve a tocar a la favorita del Faraón. ¿Quién eres?- Anuk sentia una curiosidad malsana por el.

Esta noche te lo cuento en tus sueños, ahora voy a alimentarme.

Anuk se quedo paralizada por sus palabras, durante un segundo pensó incluso que realmente ese muchacho las habia pronunciado, pero luego lo pensó mejor, seguramente el vino y su imaginación le habían jugado una mala pasada, pues no recordaba haber intercambiado ni una sola palabra con el.